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Dos horas más tarde…

• ¿Y que escándalo será ese que se traen por los pasillos?, pregunta Nara a Carlos quien está a su lado terminando de recoger sus cosas para marcharse, este la mira y se encoge de hombros.
• Lila entra corriendo al salón, Naaraaaa amiga, apúrate que tu bombón esta aquí esperándote.
• Nara la mira extrañada y antes de que pueda decir nada, entra Renzo a su salón, la mira junto a Carlos, y vuelve a arrugar las cejas, entonces le pregunta:
• ¿Lista preciosa?, vámonos ya.
• Nara lo mira y le pregunta ¿Cómo es que llego tan puntual? A lo que él contesta
• Porque no me fui de los alrededores, te estuve esperando en el estacionamiento todo este tiempo. Así que date prisa para irnos, por favor.
• Las chicas de los alrededores comienzan a murmurar, y Nara sale del salón escoltada por Renzo, dejando atrás a sus amigos y demás compañeros envidiosos e intrigados.

En un lujoso restaurante de la ciudad se encuentran Renzo y Nara sentados en una mesa bajo las miradas curiosas de todos los presentes.

• Y dime preciosa, ¿que te parece el lugar para nuestra primera cita?. Dice Renzo con una de sus sonrisas matadoras.
• A lo que Nara contesta: Primero que nada no me diga preciosa porque no lo soy, segundo este lugar me parece exagerado para solo venir a hablar y me siento un poco fuera de lugar aquí, y tercero esta no es ninguna primera cita.
• Tu siempre tan racional, podrías explicarme ¿cómo es que conmigo eres tan fría pero con el tipo ese hasta te recuestas en sus piernas ah, dime, acaso es tu novio?
• Pues no es mi novio, es mi amigo y lo conozco hace cuatro años, somos compañeros de la universidad y nos llevamos muy bien. Con él me siento muy a gusto. Cosa que no puedo decir de USTED. Recalca la última palabra.
• Okey, entiendo el punto, no nos conocemos, pero a él tampoco lo conocías hace cuatro años, creo que para ser justos deberías por lo menos dejar que nos conozcamos, que tal si empezamos de nuevo, la mira y extiende su mano. Mucho gusto mi nombre es RENZO CASTELLO.
• Nara lo mira dudosa, pero pensando en sus palabras debe reconocer que tiene razón en lo que le dijo, así que debe darle una oportunidad por lo menos de escucharlo un momento. Así que estira su mano y le dice: mucho gusto, mi nombre es Nara Oropeza. Renzo toma encantado su pequeña y delicada mano se la aprieta suavemente y la sostiene un momento antes de dejar un pequeño beso en el dorso de su mano. Nara retira su mano como si le hubieran dado un corrientazo y la coloca bajo la mesa. En eso llega el mesero…
• Que desean ordenar, les pregunta.
• Renzo mira a Nara y ella le dice, por favor ¿puedes pedir por los dos? A lo que el sonríe.

Renzo hace su pedido, cuando llega la comida ambos comen en silencio, Renzo robándole miradas a Nara mientras que ella come. Mientras la mira se fija que a pesar de no ser una chica de la alta sociedad tiene muy buenos modales en la mesa así como en su comportamiento y su forma de actuar, cosa que lo hace sonreír. Si no fuera por su trato frio hacia él, podría morir derretido por esta chica, pensó. En cuanto terminan de almorzar Nara lo mira y comienza a hablar.

• Muchas gracias por la comida, estaba deliciosa, ¿pero ahora podemos hablar?, no tengo mucho tiempo disponible ya que debo ir a trabajar. Dice una muy seria Nara.
• No tienes nada que agradecer, yo te invite, y yo te agradezco que por fin me des la oportunidad de hablar contigo. Veras, lo que te dije ese día en la gala era totalmente cierto, por alguna razón que desconozco desde que te vi la primera vez no logro sacarte de mi cabeza y eso me tiene muy mortificado, si te soy muy sincero tu no entras dentro de mis estándares para una posible pareja femenina, pero desde que te vi tocar el piano la primera vez no he dejado de soñarte, de necesitar este momento, y si sigo con la sinceridad, también me muero de ganas de besarte, tocarte, hacerte mía.

Nara lo mira con los ojos abiertos como platos. No puede creer lo que sus iodos escuchan, este hombre se paso de sincero, y eso en realidad la horrorizo. Muy lentamente toma una gran inspiración y acumulado toda la paciencia que puede extraer de su diminuto cuerpo le dice a Renzo.