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Luego de los 2 días volvió el doctor y logro hacer despertar a Nara, ella sumamente angustiada volvió a llorar al darse cuenta donde estaba, para calmarla el médico hizo entrar a su papá.
- Hola cielito dijo el señor Leonel al entrar a la habitación.
- Enseguida Nara se abalanzo a los brazos de su padre,- papito, papito, por favor, sácame de aquí, llévame a casa, ayúdame papito por favor, dijo mientras lloraba.
- Lo siento tanto mi cielo, pero por los momentos debemos permanecer aquí, pero no te mortifiques que ahora yo estaré contigo y todo estará bien ¿de acuerdo?, ahora necesito que te tranquilices y atiendas a las recomendaciones del doctor, necesitas comer y beber para que tu cuerpo se recupere, solo mírate, estas en los puros huesitos, si sigues así temo que vayas a desaparecer.
- Lo siento papito, pero no puedo evitarlo, estaba tan triste y asustada… pero ahora contigo aquí, ya estaré mejor.
- Esa es mi cielito, ven, vamos a que bebas algo.
- Ella solo movió la cabeza en asentimiento, se tomo del brazo de su padre y salieron de la habitación, en el salón estaba Renzo y se sorprendió gratamente al ver a Nara ya despierta, trató de acercarse, pero ella como un niño asustado se escondió detrás de su padre sin darle tiempo de hacer o decir nada. El señor Leonel lo miro furioso y le dijo: deje lo que tenga que decir para después, por ahora la Salud de Nara es lo primordial… y siguieron a la cocina.
Aunque Renzo Estaba furioso por la actitud del señor Leonel, debía aceptar de mala gana la situación, en realidad necesitaba asegurarse de que Nara mejorara pronto, en su mente albergaba la ilusión de poder hacer que ella lo aceptara de buena gana y poder amarla al contenido de su corazón, muy lejos estaba de imaginar todo lo que se le vendría encima a partir de su decisión de mantenerla encerrada.
Los días pasaron y con ellos Nara mostro un poco de mejoría en su cuerpo, pero su estado de ánimo no mejoraba para nada, el señor Leonel que la conocía muy bien estaba muy preocupado, si la situación continuaba así, no albergaba muchas esperanzas de que su niña pudiera resistir. Con el corazón encogido tomo una resolución, iba a hablar con Renzo, que como todos los días llegaba a la casa para ver a Nara aunque esta se negara a verlo.
- Señor Renzo, necesito hablarle por favor, dijo muy educado como siempre el señor Leonel
- Si, por supuesto señor Leonel, y ya le he dicho que me llame por mi nombre, tómeme por su yerno que a fin de cuenta es lo que seremos.
- Precisamente de eso quería hablarle, y voy a ser completamente franco con usted. Ya habrá notado que Nara no quiere ni puede corresponder a sus sentimientos, y por más que usted se empeñe en ello nunca lo lograra, usted no entiende que el amor no estaba destinado para ustedes, y que a veces es mejor dejar partir un amor que aferrarse a un imposible, por eso le pido, no mejor, le suplico que si le tiene un poquito de amor realmente a mi niña, nos deje ir, devuélvanos la libertad.
- Mire señor Leonel, créame, yo intente de todo por las buenas pero ella no me dejó más opción, yo no puedo andar persiguiéndola toda la vida, la quiero y la necesito conmigo, la quiero poder ver todos los días y que ella me vea a mí, que sea consciente de mi existencia, que se acostumbre a mi presencia. ¿No dicen que de la convivencia nace el amor? pues eso es lo que pretendo, que ella aprenda a amarme.
- Hay señor, ese es el problema, que esto no es convivencia, esto es un secuestro, usted es nuestro captor y eso lo convierte automáticamente en nuestro enemigo, la persona ruin que arrebato nuestra libertad y por ende nuestra vida. Ya le había dicho antes que Nara es una niña muy sensible y muy inteligente, ella sabe muy bien distinguir entre amigos y enemigos y una vez que decide que alguien no le agrada no habrá fuerza en este mundo que haga que cambie de idea, y eso me angustia mucho, usted no la conoce, ella puede llegar a ser muy radical, y aunque no pueda hacerle daño directamente, no soportara mucho tiempo para que su cordura se quiebre y haga una locura. Y yo no quiero perderla.
- Yo tampoco quiero eso, está usted insinuando que ella podría… ¿querer quitarse la vida?
- Sí, me temo que mi niña es capaz de eso, ya la chispa de sus ojos se apagó, no veo motivación en su mente y temo que su alma se dé por vencida.
- No, no lo permitiré, nunca, eso no va a pasar, no lo hará, ella no puede hacer eso. Dicho eso, Renzo se dirigió a la habitación de Nara y se encerró con ella, dejando al señor Leonel tenso y muy angustiado, y a Nara en shock por el susto, se acurruco en la cama mientras Renzo aprovechaba la oportunidad y la abrazaba fuertemente queriendo expresarle así todo su amor, solo que para Nara eso solo le ocasionaba aun más miedo y comenzó a gritar y llorar histérica, tanto que Renzo se asusto y mando a llamar al médico, este solo pudo volver a sedarla para que se tranquilizara.