Renzo estaba angustiado, frustrado, enojado, toda la situación estaba saliéndosele de las manos, era un hombre acostumbrado a mantener todo bajo control, se creía el dueño del mundo, pensaba que tenia absoluto control de todo y todos a su alrededor, nada ni nadie escaparía de ese control, pero con Nara nada era fácil ni igual que con los demás. Y sentía que la estaba perdiendo aun más, la sentía más lejos aun cuando podía verla a diario y estaba al alcance de sus manos. Eso le causaba mucho miedo, ¿y si en verdad lograba hacer que se muriera, que pasaría si ella se quitaba la vida?… esa idea lo dejo en vela toda la noche vigilando el sueño de Nara. Al día siguiente mando a sacar todas las cosas que pensó podían servirle a Nara para tratar de suicidarse, de manera de poder sentirse un poco más seguro mientras no estuviera en su presencia. Cuando estaba en su oficina siempre estaba angustiado pensando en Nara y cuando volvía a casa estaba aun mas atormentado viéndola tan frágil, allí acostada, durmiendo todo el tiempo…
Su padre noto algo extraño mientras estaban en una reunión de negocios. Al finalizar llamo a Renzo al despacho y lo encaro.
El padre de Renzo salió hecho una furia. Renzo por su parte tiro al suelo todo lo que estaba en su escritorio en un ataque de rabia. Estaba completamente fuera de sí, salió hecho una furia de su oficina y sin tomar en cuenta las amenazas de su padre se dirigió hacia la casa que compartía con Nara y su padre. Llamo por teléfono y mando a encerar al señor Leonel en su habitación al igual que a Nara. Tomo una determinación. En cuanto llego a la casa subió las escaleras directo a la habitación de Nara. Entro con mucho cuidado para no asustarla. Cuando entro ella aun dormía por los sedantes. Se sentó al borde de la cama y la contemplaba, se fijo en sus ojos cerrados, toco con cuidado sus pestañas, siguió con su pequeña nariz y se detuvo a contemplar sus labios. Los rozo delicadamente con sus dedos sintiendo su aliento en ellos. Se fue acercando poco a poco y la beso suavemente. Mientras lo hacia una lagrima se deslizo por uno de sus ojos. Siguió besándola pero esta vez fue su rostro, luego su cuello donde absorbió su olor, se sintió embriagado, poco a poco fue bajando, enterró su nariz en su escote y por encima de la tela de su bata de seda beso su pechos virginales, no podía contenerse, su lado animal lo hizo desnudarla, total, ella estaba totalmente indefensa, no podría resistirse, la tenía solo para él, la observo, la beso y acaricio en todo su cuerpo hasta que estuvo satisfecho, la hizo su mujer sin su consentimiento y no le importo. No quería perderla y pensó que de esa forma la obligaría a quedarse. Si pudiera embarazarla sería aún mejor, sabía que ella no sería capaz de hacerle daño a una criatura indefensa y con esa idea en la cabeza trazo un plan. Después de satisfacer a medias su deseo por ella, -a medias por que por supuesto ella no le correspondió, ella estaba sedada, solo se quejaba un poco por el dolor que sentía pero no fue capaz de despertar por lo tanto no podía hacer nada para evitar lo que estaba sucediendo- llamo al doctor y le ordeno mantenerla sedada por todo un mes. Ese fue su tiempo pensó, en ese tiempo la embarazaría y una vez embarazada la dejaría despertar. Paso un mes. En el día Nara y el señor Leonel estarían en la casa, Nara medio despierta para cumplir sus funciones básicas y por la noche seria sedada, Renzo dormiría con ella todas las noches, la amaba, la deseaba, la haría suya y se quedaría dormido junto a ella hasta la mañana cuando se retiraba a su oficina. Y lo logró. Nara fue embarazada con éxito por él. Eso le encanto, se sentía emocionado, seria padre, tendría un hijo con la mujer que amaba, y aunque no fue por métodos convencionales ni de la forma que hubiera deseado, aun así lograría su objetivo, pensó, hasta que Nara despertó.