Ángeles en el infierno: No puedes escapar de quién eres

En búsqueda de respuestas.

–Cálmate– Ordena Leo levantando la voz y ella hizo lo mismo, la discusión comenzaba a tornarse violenta por parte de ambos, eran fuego y pólvora. 

​​​​​​–COMO PRETENDES QUE ME CALME SI ME DICEN QUE MI NOVIO ESTA AGONIZANDO EN UNA CAMA DE HOSPITAL Y NO QUIEREN DEJARME SALIR DE ESTA MALDITA HABITACIÓN.–

–ES POR TU BIEN, ¡INTENTARON MATARTE! ¡QUE ES LO QUE NO ENTIENDES!–

–EL QUE NO ENTIENDE NADA SOS VOS... CUANDO AMAS A ALGUIEN ESTAS A SU LADO EN LAS BUENAS Y EN LA MALAS...– Leo la miro serio y casi sintió como si le hubiese enterrado un puñal en el pecho. Lo confirmaba, ella lo amaba, amaba a otro que no era él. Angeles no era de las que utilizaban la palabra amor a la ligera. –Mauro nunca me dejaría solo, no es un maldito bastardo traicionero como vos.–

–NO ME INTERESA LO QUE DIGAS, NO SALDRAS DE ESTA HABITACIÓN.–

–¡INTENTA DETENERME!– dijo Ángeles en tono desafiante. Camino a paso seguro en dirección a la puerta y cuando Leo intento sujetarla del brazo, ella volteo y de un solo movimiento le dio una feroz patada en el abdomen que le saco el aire y lo hizo caer al piso. –¡TE VOLVISTE LENTO BABY!– exclamo en tono de burla poniéndose a su altura. –Ya no soy la que conociste Leo, nadie puede obligarme a hacer algo que no quiero. Mauro me enseñó muchas cosas, entre ellas a defenderme. NO VUELVAS A TOCARME IDIOTA–Con ojos cargados de odio y enrojecidos por la reacción de su cuerpo que intentaba recuperar el oxígeno, Leo la vio impotente caminar rumbo a la puerta. Ahora, quien se interponía en su camino no despertaba en ella odio, de echo era todo lo contrario por lo que no podía hacerle daño, no cuando el había sido tan bueno con ella. 

–¡Basta Ángeles! Deja de tratarnos como a tus enemigos, solo queremos protegerte...– La chica apretó sus puños con fuerza. –¿Por que nos haces las cosas tan complicadas?–

–Vasta de repetir lo mismo... no quiero que me protejas Lucio.– murmuró con la voz rota. –Prefiero morir a estar en este lugar con él escondida como si fuera una cobarde, mientras Mauro esta solo. Una vez me escondí y muchos murieron intentando defenderme, y eso no va a volver a pasar. No voy a volver a perder a nadie a quien ame nuevamente, no si puedo hacer algo para evitarlo. Ya no le temo a la muerte. No voy a abandonar a mí novio a su suerte y si tengo que morir a su lado lo haré feliz defendiéndolo de todo como él me defendió a mí. No te interpongas en mi camino, no me obligues a hacerte daño...- Lucio la miro firme. No se movería así que tendría que utilizar La fuerza. Ángeles se preparó para hacerlo aún lado a la fuerza, pero antes de que pueda hacer cualquier movimiento, Leo la sujeto de uno de sus brazos por sorpresa y la arrojo sobre la cama bruscamente. 

–NO ES TU DECISIÓN... no te estoy preguntando que deseas hacer, te estoy diciendo que no saldrás de esta casa hasta que sepamos quien le puso precio a tú cabeza y acabemos con él.–Escupió molesto. –Le prometí a tú padre que te cuidaría siempre, y no voy a romper mi promesa.- Cuando nombro a su padre, todos los intentos de resistencia y lucha cesaron. Fue un golpe bajo, demasiado bajo incluso para Leo, pero fue efectivo. Ángeles sintió una fuerte opresión en pecho y se paralizo mientras sus ojos se volvieron cristalinos. Leo se acerco a ella aún más hasta quedar a escasos centímetros de su rostro, y Ángeles no pudo evitar estremecerce al sentir su cálido aliento acariciando su cuello. Y luego susurro a su oído...–Si quieres jugar rudo, jugaremos rudo… pero no te olvides que yo fui el que te enseño a jugar y que no soy el cursi de tú noviecito al que seguramente manipulas con un dedo... conmigo no vas a hacer lo que se te antoje Angeles, acá el que manda soy yo.– Lucio salió de la habitación, seguido por su hermano menor y una fracción de segundo después de que la puerta se cerrara, se escucho un fuerte estruendo producto de una lámpara que se estrellaba contra la misma. 

–esta hecha una fiera.–dijo Lucio algo asustado logrando sacar una sonrisa a su hermano menor.  

–y aun se puede poner peor... pero ahora lo que menos me importa son sus berrinches. Lo importante es saber quien esta detrás de todo lo que está pasando.–  Lucio asintió dándole la razón

–¿A donde vas?- pregunta al notar que toma las llaves de su auto y camina rumbo a la puerta principal.

–Necesitamos respuestas y se donde conseguirlas... Cuídala, pero te recomiendo que por el bien de todos no abras esa puerta... déjala que descargue su frustración, que rompa todo si lo necesita, que llore, que grite, en unas horas se le pasara el shock inicial y podrá pensar con la mente limpia.–

... 
Un relámpago iluminó el cielo que prematuramente se había vuelto nocturno, anunciando que pronto se desataría una tormenta sobre ellos. El auto de Leo se desplazaba a gran velocidad por la autopista, aun estaba demasiado lejos de la ciudad y tenia que regresar no solo por información sino para no generar sospechas. Había pasado cuatro días sin dar señales de vida. Ni siquiera había atendido las insistentes llamadas de sus socios, la cobertura en aquel lugar era pésima y así lo prefería, nadie podría rastrear su ubicación. El teléfono comienza a sonar y cuando notó que era su mano derecha no dudo en atender. 

–¡Diablo, al fin contestas!– dijo efusivamente desde el otro lado de la línea. 

–Habla rápido Colombia, estoy manejando...–Contesto en su tono frío y distante característico intentando evitar un interrogatorio. 

–Entonces detente a un costado, lo que tengo que decirte es importante.– por el tono de su voz, Leo se dio cuenta de que aquello no era un simple reclamo por su ausencia en los últimos días y disminuyo la velocidad lo suficiente como no terminar debajo de un camión en una fracción de segundo. 

–¿Que paso?– por un momento solo hubo exasperante silencio e incertidumbre. –Habla de una vez Colombia, deja de jugar al interesante.



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En el texto hay: vengaza, romance, drama

Editado: 11.01.2020

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