Ares abrió los ojos anonadado por sus palabras y verdaderamente deseo que así fuera.
—Tsk, lástima que no me puse mi traje de baño —pronunció momentos después Adrienna cruzando sus brazos y separando los pies.
Ares la vio incrédulo para después echarse a reír — ¿Tienes idea de lo helada que está el agua a esta hora? Ni siquiera ha salido el sol por completo —pronunció viéndola con burla.
—Ya lo sé, pero no me digas que a ti no te dieron las mismas ganas de nadar al ver el mar —rebatió con una sonrisa la chica inclinando a un costado su cabeza. Ares simplemente la vio como si estuviera delirando y para complacerla, regreso su vista al agua y tuvo que admitir que lucía atrayente, pero él no había perdido la razón como para nadar a esas horas.
—O vamos, no pongas esa cara —dijo Adrienna—. Aunque no lo creas no sería la primera vez que nado a estas horas. Si supieras que luego de la impresión inicial, el agua resulta muy reconfortante y relajante —señaló suspirando.
— ¿En serio?... está bien, si tú dices —pronunció Ares para después tomar en brazos a la mujer y comenzar a caminar hacia el agua.
— ¿Qué? ¡no! ¡Ares, bájame! —exclamó Adrienna retorciéndose con los ojos como platos al verse cada vez más cerca del mar.
— ¿No dijiste que el agua era relajante a estas horas? —preguntó con una sonrisa maliciosa.
— ¡Ni se te ocurra! —rugió Adrienna aniquilando con la mirada a Ares, pero internamente sudando frío.
Ares silbó cuando sus pies entraron en contacto con el agua fría e internamente se carcajeo, pero solo mostró una sonrisa más amplia en su cara — ¿Segura? ¿Entonces quieres que te baje? —preguntó sintiendo como Adrienna le sujetaba el cuello con ambos brazos mientras él no dejaba de avanzar hasta que el agua le llegó a las rodillas y apenas pudo contener un escalofrío, ahora con verdaderas ganas de tirar a la mujer al agua.
— ¡Ares! —exclamó la chica pálida pensando que el hombre en realidad no se atrevería, más le valía que no, pero entonces Ares sonrió como el gato de Alicia en el país de las maravillas y… la dejó caer.
Adrienna exhaló bruscamente por el cambio de temperatura y rápidamente se quitó el agua de la cara, viendo como Ares se reía a carcajadas sin parar. De una patada lo tumbo en el agua provocando que se callara abruptamente. El hombre saltó en cuanto aterrizó de lleno en el mar y luego mató con la mirada a la chica.
—Esta me las pagas —siseó.
—Mira quien lo dice —rebatió Adrienna con una mirada filosa, lanzándole con uno de sus brazos una gran cantidad de agua al hombre estando los dos todavía sentados en el mar.
—Hija de… —siseó Ares cuando se quitó el agua de la cara, sintiendo que tenía mojada hasta el alma.
—Pero ¿ahora puedes ver mi punto? —preguntó con una sonrisa Adrienna ya acostumbrada levemente a la temperatura, pero inconscientemente sus dientes chocaban repetidamente. Una mirada oscura se posó en sus ojos y eso habría ahuyentado hasta al más valiente junto con su sonrisa.
—Claro —dijo Ares entre tensó y relajado con la misma expresión—… Corre —sentenció.
Adrienna se paró como un rayo y con algo de dificultad llegó casi saltando a la playa con Ares pisándole los talones.
— ¡Déjame en paz!
— ¡A no, todavía estamos disparejos! —exclamó Ares casi alcanzando a la chica, cuando súbitamente esta freno y cambio su trayectoria. No sabría decir que fue, el frío, el cansancio, la arena o todo combinado, pero Ares no pudo parar a tiempo y termino cayendo a la arena, y tomando en cuenta que él estaba mojado… ya se podrán imaginar el estado en el que quedó.
Adrienna estaba conteniendo a duras penas la risa, pero solamente una sonrisa nerviosa delataba su estado. Si antes el hombre había estado bromeando, ahora… Zeus se apiadará de ella.
—A-ares… yo, bueno, tú… tú te caíste solo, no me vayas a echar la culpa a mí —dijo tartamudeando la mujer sintiendo como un aura oscura comenzaba a salir del hombre mientras ella dudaba entre si huir o no. Sin embargo, su indecisión fue abruptamente detenida cuando sintió algo cubriendo su cuerpo de súbito.
Ares se carcajeaba viendo la cara con la que había quedado la mujer luego de que le hubiera pateado esa gran ola de arena encima. Adrienna resopló escupiendo la arena que se le había quedado adherida a los labios y con cuidado retiro la que pudiera tener en los ojos, viendo a continuación a Ares con una mirada que marcaba una simple sentencia. Eso era la guerra.