Capítulo 5
“A veces tomas la decisión correcta, a veces haces que la decisión sea correcta.”
Tenía en sus manos una bola de vidrio que había comprado en la tienda de segunda mano. Siempre procuraba visitar las tiendas y mercadillos de pulgas de cada lugar al que visitaban, su papá tenía que estar constantemente obligándola a hacer limpiezas para sacar cosas que solo acumulan polvo.
La bola de cristal que había adquirido no era más que parafernalia para su “acto”, ella tenía una pequeña carpa en donde se sentaba en una mesa con sus cartas del tarot (y ahora su bola de cristal), leía la fortuna de las personas por un par de billetes. El dinero que ganaba con esas lecturas lo usaba para financiar sus salidas por las ciudades, de vez en cuando también financiaba los paseos de los mellizos cuando salía con ellos.
- Perséfone
Ella se detuvo justo antes de entrar en el remolque, la función estaba a unas horas de empezar y necesitaba cambiarse, entrar en personaje para recibir a las personas. Su padre venía hacia ella, seguramente él también estaría a punto de arreglarse pues, el maestro de ceremonias siempre tiene que estar listo.
- ¿Si?
- Necesito que hagas una lectura, llevamos un par de funciones y no ha aparecido, no quiero seguir perdiendo tiempo
Desistió de cambiarse, ya habría momento para eso. Fue con su papá hasta la carpa que ya tenían preparada para ella, una mesa redonda con dos sillas, mantel negro con motivos de estrellas. La parafernalia que estaba colgada en las paredes y el techo eran cosas de astronomía, de la colección de cosas que había conseguido en otros lugares. Sin más dilación, Perséfone puso la bola de cristal en el centro de la mesa, la sostuvo poniendo un par de mascadas a modo de base, ya tendría tiempo de conseguirle una de verdad.
- El alcalde de este basurero dijo que si queremos quedarnos otra semana tendremos que pagar un treinta por ciento más de lo que ya pagamos – dijo Khalos ocupando el asiento de madera frente a la puerta – necesito saber si conviene esperar lo que sea que haya aquí
Perséfone se sentó del otro lado de la mesa, la caja de madera en donde guardaba sus cartas había sido también una adquisición de algún mercado de pulgas. Sacó el mazo y empezó a revolverlo con la maestría que la caracterizaba, desplegó las cartas y las volvió a acomodar en un solo maso. Hizo a un lado la bola de cristal para poner las cartas frente a su padre quien, sin esperar ninguna instrucción, partió las cartas tres veces, devolviéndolas a su forma de maso también.
- ¿Vale la pena quedarnos aquí más allá de mañana?
Acto seguido, Perséfone tomó la primera carta y la puso sobre la mesa revelando así el seis de espadas.
- Habrá éxito, no será necesario quedarnos más allá de mañana
- ¿Aparecerá esta noche?
Otra carta fue sacada del maso, la siguiente que su compañera. La muchacha se peinó un mechón blanco detrás de la oreja intrigada también, el tonto tenía que aparecer, no le había dicho a Khalos que también aparecía en su fortuna.
- La carta del mago – dijo ella – él necesita de su compañía – miró a su padre – es quien llegará primero
Khalos se rascó la barba, suspiró pesado y se puso de pie, no dijo más, salió dejando a Perséfone sola en su sitio. Ella también debía irse a preparar, pero quiso esperar a que Khalos lo hiciera antes, decidió meditar un poco más sobre la carta de El mago, un indicio de alguien sabio, poderoso y en control, el preludio de lo que realmente estaban buscando.
Fue al remolque cuando supuso que Khalos ya no estaba ahí, se puso su “ropa de trabajo”. Había basado a su personaje en las chicas que aparecían en la película de “Jóvenes brujas” le gustaba la estética dosmilera, cuando estaban de moda las chicas emo/góticas sentimentales y depresivas.
No estaba segura de su lo lucía bien, un conjunto de blusa blanca a botones, transparentosa, se encargaba siempre de usar algún bralet negro que fuese con la estética; una falda de tiro alto de color negro sostenida con tirantes, medias negras y botas de trabajo. Sobre todo esto, una gabardina de cuero, una gargantilla con estoperoles y un collar largo con una cruz de plata.
Se soltó el cabello para cepillarlo, usó un par de prendedores para quitarse mechones del rostro. Pamela le había dicho que el maquillaje también era importante para los espectáculos así que desarrolló una técnica que funcionaba con el personaje de “bruja adolescente”. Al aplicar la base, se ponía algo de sombra obscura bajo los ojos para hacer pensar que tenía ojeras, también usaba sombras de ojos azules y metálicos, acentuándolo todo con un lápiz labial negro.
Editado: 22.05.2019