Ema
—Señor presidente —le hablé por el auricular—. Necesito ir a dejar unos papeles a recursos humanos y vuelvo.
—Está bien no te demores, a la vuelta nos vamos —respondió con tono severo.
Tomé los papeles y los metí dentro de una carpeta antes de salir a paso apresurado hacia el ascensor. Siento mi corazón latir con más fuerzas. El ascensor baja dos pisos en donde salgo al pasillo y camino hacia la oficina de Aurora, pero al pasar cerca del área de documentación titubeo. En vez de ir a recursos humanos me voy al otro lado a buscar a Laura.
La vi sentada en su escritorio, con expresión seria tecleando en su computador sin prestar atención a nadie.
—Hola Laura —la saludé con cortesía.
—Ah, Ema —señaló saliendo de su concentración, no muy a gusto.
—Siento interrumpirte, pero necesito pedirte un favor —le pregunté con seriedad.
—No te preocupes, estoy acostumbrada a que me interrumpan, pero si se trata de Aurora, Inés o tú, no me enojo tanto —musitó con una leve sonrisa.
—¿Recuerdas que una vez nos hablaste del pacto de un beso entre un Akuni y un humano? —le susurré sabiendo que eso es algo de lo cual no deberías hablar ya que para obtener esa información entró al área restringida de los hijos de los dioses.
Se colocó aún más seria y se puso de pie tomándome del brazo de una forma poco amable. Avanzamos por el pasillo hasta llegar a una ventana lo suficientemente lejos de todos. Notó su rostro preocupado y me siento culpable por molestarla con un tema así de sensible.
—Estuve investigando más sobre ese tema —me habló con cautela—. Eso es un contrato de concubinato, pero solo el humano es obligado a la fidelidad, pero se transforma en un mero juguete sexual del Akuni con el que hizo el pacto.
Sentí que mis piernas tambaleaban al escucharla.
—¿Estas segura? —le pregunté preocupada— ¿No puede existir otro tipo de trato en esos casos?
Movió la cabeza a ambos lados.
—Sin embargo, por parte del Akuni se compromete a mantener el cuidado y el pago de acuerdo a lo pactado en el documento entre ambas partes —dijo esto para luego mirarme preocupada—. ¿No recuerdas que decía el documento que firmaste?
—No firmé nada extraño, solo el contrato laboral el cual leí cada punto establecido y… —me di cuenta de que acababa de caer en su trampa.
—O sea entre tú y supongo el presidente hubo un pacto, pero sin documento entre medio que verificara ese trato de concubinato —habló endureciendo sus palabras.
Solo moví la cabeza en forma afirmativa, es claro que, aunque no lo negara no me creería por su tono serio.
—¿Significa que el pacto es nulo? —la miré esperanzada porque aún no logro entender ¿Por qué el presidente haría algo como eso? ¿Acaso las mujeres Akuni, sobre todo las hijas de Afrodita no son unas bellezas inalcanzables? Ni siquiera para ellos existe el matrimonio y tienen varias parejas sin obligación de fidelidad.
—No, el pacto existe —me señaló mi frente—. Sin embargo, al no haber condiciones entre una y la otra parte aun es invalido, no sé cómo explicarlo, el pacto no puede ser revertido a menos que el Akuni así lo decida. Existe, pero no puede ser revocado por un humano, o sea por ti. Te tiene en sus manos, pero no puede ponerte un dedo encima, y a la vez tu no podrías casarte ni enamorarte porque esa marca va a terminar matándote. Pero como consejo no puedes hacer nada, ya estas atada a él y te conviene tener ese contrato firmado, es extraño que un Akuni se preocupe de hacer algo como eso…
Entrecerró los ojos con molestia.
—Cuando un Akuni se ha sentido atraído por una humana nunca las cosas han terminado bien para esa humana, violencia, violación, maltrato, humillación. Si ellos quieren tomarnos lo hacen sin importar nada, por eso nunca ha habido un caso de que uno de ellos se hubiera tomado la molestia de hacer un trato no les interesa proteger al humano, solo quieren sexo y satisfacción, y luego les da lo mismo si otros Akunis ponen las manos sobre su víctima para abusar de ella hasta la muerte.
Dicho esto, sentí que tambaleaba y se llevó la mano a la cara muy afectada. La tomé entre mis brazos intentando ayudarla, pero me rechazo.
—Estoy bien, solo cansada, preocúpate de firmar un contrato, si el hijo de Hades se ha propuesto tomarte como su concubina es mejor estar bajo su protección, ellos siempre se atraen por las mujeres de otros ni idea si es mera competencia o qué, pero es mejor ser protegida por un tipo que tiene poder como es don Arturo Vikar… que exponerte y terminar tan mal como…
Se mordió los labios y sin decir más se alejó caminando. Me quedé parada ahí, sin saber qué hacer, aun entumecida por lo que acabo de enterarme, entonces ¿Qué haré? ¿Seguir su consejo? Pero no sería capaz de tener relaciones con un Akuni más cuando no entiendo sus intenciones, no tengo experiencia de ningún tiempo y sinceramente no quisiera que fuera un hijo de los dioses con quien lo hiciera la primera vez. Pero ¿Huir? Podría ser otra opción huir…
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Arturo
Tecleo con los dedos sobre mi escritorio, impaciente, me pongo de pie caminando de lado a lado, y luego abro la puerta para mirar hacia afuera, a la oficina de Ema, pero ella aun no aparece ¿Cómo puede demorarse tanto? Salió hace más de media hora en algo que no debía demorar más de quince minutos.
Miro mi reloj, ya ha pasado casi una hora. Me pongo de pie y salgo rumbo a la oficina de recursos humanos, no puede ser que esta humana se demoré tanto en solo ir a dejar unos papeles. Mi presencia en el área hace que los otros Akuni saluden con cortesía, algo poco natural entre ellos mismos, luego cruzo al área donde están los humanos trabajando, quienes ni siquiera me dirigen su mirada, como corresponde, y solo inclinan la cabeza.
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Editado: 05.03.2022