He tenido que venia al mar y buscar en sus olas un poco de mí interior perdido. Mi interior lastimado y liberarme de esos pensamiento que solo me llena de tristeza y vuelven mis noches pesadillas.
La puerta rechino al abrirla era algo vieja la bisagra y deberían ponerle aceite, el diseño de la puerta me gusta es larga y profunda. Me recuerda a la vieja puerta en la casa de los abuelos.
Fue en esa misma casa donde perdí mi virginidad a los quince años con el hijo del señor Marcos un joven apuesto de diez y siete años, recuerdo ese verano como uno de los mejores de mi adolescencia.
Me sentia nerviosa, pero, lista. Y pensar que el siguiente sería un idiota.
Miro mi teléfono y tengo un mensaje en la grabadora.
"Helena, el loco llego preguntando por ti, pero, ni le abrí la puerta. Quiero que te diviertas en tus vacaciones, sin embargo,
me asuste un poco, tal vez, no sea nada. ¡Divierte te!
Ese idiota está molestando, debe ser porque ya se dio cuenta que no voy al trabajo. Ese tonto.
Estoy lejos de él, a pesar de ello me incomoda el hecho que no pueda dejarme en paz.
¿Qué más quiere de mí?
No le fue suficiente con asustarme por meses a punta de amenazas. No dejare que me arruine las vacaciones.
Volveré a llamar a mi amiga para calmarla.
"Hola, escuche tu mensaje, si vuelve a aparecer llama a la policía que no te robe la calma. Me estoy divirtiendo mucho.
Me pondre a beber algo, en la nevera hay licor me prepare un trago.
La brisa del mar es mi única compañía.
"Buenas" escuche fuera de mi cabaña.
Al salir observo a un hombre mayor, tenía buena condición y un bigote moda de los años de mi papá, en la mano llevaba una taza.
"Hola" le respondo.
“Me llamo Saul” me dice extendiendo su mano fuerte, y puedo sentir la callosidad, rudeza de su mano.
"Acabamos de alquilar la cabaña de alado, mi esposa y yo, nos preguntábamos si tenías café.
Claro pasa le digo al señor.
"Es que queríamos esa cabañita por la vista, nos dijeron que no estaba lista, pero mi esposa es algo caprichosa"
Me dijo mientras observo como me mira el glúteo. "Tenga", le entrego un paquete de café.
El camino hasta la puerta y se despide.
Lo que necesitaba un vecino algo lascivo.
Me prepare mi segundo trago, no puedo creer que he venido a esta cabaña a emborracharme.
Llevo mese sintiendo me molesta, desde que termine con mi ex, no dejo de sentirme así.
Sé que no fue mi culpa que se volviera un loco violento y me golpeara.
Lo que me molesta es que no me di cuenta de eso antes.
Ya no me importa.
Pediré comida a unas papas y algo de pollo con picante.
Llego la comida la trae uno de eso chicos con una camisa pegada al cuerpo, se notaba la buena alimentación y su
disciplina en el gym que tenía para marcar sus partes de esa forma. Olía a colonia y cada paso que daba hacia rechinar la madera.
Todo ese monumento, imagino como debería hacer rechinar esta cama en la que estoy acostada.
"Tenga, necesita algo más" me dice colocando la comida en la mesa.
"No por ahora" le respondo.
Me siento caliente, debe ser los tragos que me prepare, me encantaría sentir a ese chico en mi cama.
No he tenido mucha experiencia.
Las papas están deliciosas y ni hablar de las presas de pollo, siempre me a gustado más la carne blanca.
Me debería poner a dormir un rato.
Son las cinco de la tarde. La brisa fresca del mar llena mis pulmones.
Tomo un trago más antes de salir a caminar por la playa.
Mañana debería ir a pasear sobre una de esas lanchas veloces.
Miro la costa y a muy cerca hay una piedra sobre la que me puedo sentar.
Me gusta sentir la brisa besar mi cara.
A lo lejos veo a Fernando sentado en la playa, parece que le gusta caminar por la playa en la tarde.
Tiene algo que me atrae, un cierto sentimiento de seguridad.
¡Ay!
¡Me corte, carajo!
Nada me sale bien, me está saliendo sangre de la planta del pie.
Se mezcla con el agua salada del mar.
Veo como Fernando se aproxima corriendo a ver mi herida.
Presiono la herida con fuerza…