La luz de la luna llena acaricia suavemente el bosque, deslizándose entre los árboles e iluminando con su luz blanca las penumbras en las que estaba sumergida tanto el “taller” del mago y su hermano universitario como el resto de la villa en donde se encuentra la casa, otorgándole cierta belleza misteriosa. Y no es para menos tal belleza, pues no hay acto más sublime que el traer una vida al mundo físico.
Con ayuda de las tres brujas, la preparación del ritual es más rápida, pudiendo realizarlo en la primera luna llena del año, justo cuando se espera que haya luna azul.
Detrás de la casa, en el espacio en el que el jardín se difumina en los límites del bosque, Peter dispone todos los elementos necesarios para realizar el conjuro y el procedimiento necromante, mientras las brujas realizan los hechizos “preoperativos”.
En el centro de los árboles, en el interior de un círculo donde el pasto no crece, el mago dibuja un pentáculo con sal de mar, lo suficientemente grande como para que el cuerpo biomecánico quepa en el centro de la estrella salina. Después, el hombre esparce por las líneas de sal pétalos de rosa y en cada punta del pentágono coloca un candelabro con siete velas de color blanco, encendiendo su llama en sentido contrario a las manecillas del reloj. Al pie de los candelabros, el mago coloca una copa con agua cristalina.
Peter está encendiendo el último juego de velas, hasta que siente la presencia de su hermano detrás de él.
- No vayas a borrar las líneas del pentáculo o voy a tener que comenzar todo otra vez. - comenta el mago sin voltear a ver al humano.
- ¿Estás seguro de lo que estás haciendo?
- Créeme, he hecho más rituales de magia oscura de lo que crees.
- No me refiero al ritual. - la voz del hombre rompe con la tranquilidad del bosque. - Me refiero al hecho de traer un alma del inframundo e insertarla en un androide. Eso viola todas las leyes naturales y de los hombres.
El mago termina de encender las velas y da un gran suspiro ante las palabras de Ángelo, cansado de tener esa conversación por enésima vez.
- En primer lugar, no es un androide, es un organismo cibernético. Tú mismo lo diseñaste para que fuera lo más natural y orgánicamente parecido a un cuerpo humano. Y, en segundo lugar, ¿desde cuándo te preocupas por violar las reglas de la naturaleza y las de los hombres? Te recuerdo que van dos ocasiones en que tenemos que cambiar de dimensión por tus ambigüedades.
- Peter, entiendo que te sientas desesperado y que te la quitaron de una forma muy injusta. La chica no se merecía morir, es cierto. Pero ¿no crees que revivir a un muerto es llevar al extremo la situación? Piénsalo, ni siquiera sabes si la mujer que revivirás es la que conoces...
Peter se olvida de lo que está haciendo y levanta al imprudente hombre por el cuello, suspendiéndolo a tres metros del suelo.
- No hables de lo que no sabes.
Los ojos del mago se convierten en dos brasas ardientes, sobresaliendo de la máscara. El humano lucha con todas sus fuerzas por seguir respirando, apoyándose en el brazo del mago para disminuir el peso sobre su cuello.
- ¿Qué tiene de especial esta humana? Ni siquiera con Algora te pusiste tan agresivo y desesperado, es más, tú la ayudaste a…
- ¡Cállate! No vuelvas a pronunciar ese nombre, y mucho menos delante de las brujas que traje.
- ¡Entonces explícame, hermano! ¡¿Por qué la imperiosa necesidad de revivir a esta mujer?!
- ¡Porque tiene que vivir! - grita Peter, perdiendo los estribos con su hermano.
El mago baja la cabeza, como tratando de ocultar algo del hombre que tiene enfrente; bajando también el brazo hasta que deposita a su hermano suavemente en el suelo.
Mientras Ángelo trata de recuperar la respiración, observa al aparentemente inquebrantable mago, tratando de deducir lo que sucede por la cabeza de su hermano menor.
Después de unos segundos, el humano se levanta del suelo y se acerca al mago, colocando una mano sobre el hombro del enmascarado.
- En realidad la amabas, ¿no es así? - pregunta el humano conmovido, a lo que el mago contesta con una débil sonrisa.
- El amor es para niños. La importancia de que ella viva es mucho más profunda que solo el egoísta e individualista amor que un mago pueda tener por ella.
Ante esa contestación, el humano se queda perplejo, sin saber muy bien cómo proseguir con la conversación.
- No espero que lo entiendas. Después de todo… - el enmascarado se voltea para ver de frente a Ángelo. - ...tú fuiste quien decidió ser humano en lugar de guardián. Esto va más allá de lo que decidiste que era importante para ti.