- Muy bien, madre. Ahora, has esto. – le indica Cuervo a Cobra, mientras mueve los dedos, tocando con el pulgar el índice, luego el medio, el anular, el meñique y de regreso. Ella sonríe nostálgicamente y lo repite sin problema alguno.
Mamba le quita los brazaletes de los tobillos y de los brazos mientras el ingeniero sigue con la revisión tanto del hardware como de la salud mental de Cobra. Cuervo usa una pequeña linterna en la mano derecha y la apunta hacia los ojos, revisando que no hubiera algún fallo en el funcionamiento de los órganos oculares.
- Me intrigan mucho tus ojos. – comenta Cuervo. – Son fascinantes.
- Gracias por los cumplidos. – contesta Cobra, sosteniendo las manos en el aire por unos segundos, una vez ya liberados de los brazaletes.
- Es en serio. Tecnológicamente, son operativos, funcionales y perfectamente bien construidos. Lo que aun no entiendo, es cómo adquieren la tonalidad rojiza de tus ojos biológicos; tampoco termino de entender cómo le hacen para cambiar del rojo al azul tan rápido y abruptamente.
Ante ese comentario, la sonrisa de Cobra se transforma en una línea recta; su mirada aterriza en la figura del mago, que está afuera de la habitación viendo por la ventana hacia el exterior, con un gesto más que consternado, angustiado y taciturno.
- Tal vez un pajarito mágico pueda decirme. – comenta Cobra al aire.
El ingeniero se refunde en los reportes e informes que registraron la evolución de las condiciones del cuerpo de Cobra; mientras Mamba la termina de liberar de todas las mangueras, sensores y demás dispositivos de control.
- ¿Cómo te sientes? – pregunta Cuervo.
- Debo aceptar que mucho mejor que cuando reviví. – comenta sarcásticamente Cobra. – Solo que tengo mucha hambre.
- Es normal, tu cuerpo va a tratar de adquirir lo que no has comido en estos años. Para tu actual hardware, jamás moriste, solo te dormiste. – contesta Cuervo.
- Yo te veo bien. – contesta Mamba. – Ya te ves más tú y menos…
- ¿Robótica? – pregunta Cobra con una sonrisa.
- Pues sí. – dice Mamba con un gesto entre avergonzado y divertido.
- Cuervo, ¿dónde pusiste al dragón? – pregunta Cobra mientras baja de la mesa.
La mirada del joven parece sorprendida y desconcertada.
- Buena pregunta, debería estar por aquí.
- ¿Ya perdiste otro dron? – pregunta Mamba.
- No, no lo perdí. Desconozco su ubicación en estos momentos. – se defiende Cuervo haciendo los mismos gestos de cuando era niño.
- ¿Por qué le diste otro dron si ya sabes que los pierde? – pregunta Cobra a Mamba.
- Ah no, no me hagas eso. Me haces sentir como mamá lesbiana consentidora cuando me haces esos cuestionamientos. – debate Mamba. – Además, ya no es un niño. Pensé que los cuidaría mejor que cuando era pequeño.
- Oigan, sigo aquí presente.
Cobra y Mamba intercambian una sonrisa cómplice.
- ¿Buscas esto? – la voz gruesa del mago rompe la armonía en la habitación.
Las dos cazadoras y el ingeniero voltean hacia la puerta para encontrarse al mago parado en el umbral, con el dragón mecánico en las manos. El reptil metálico vuela de Peter hacia Cobra, quien lo atrapa en el aire delicadamente.
- Estás recuperando tus reflejos rápidamente. – concluye Peter, abriéndose paso hasta Cobra.
- Si, y tú recuperaste el dragón de mi hijo. Gracias. – contesta con una sonrisa desganada.
La mujer le indica al dragón que se vaya con Cuervo.
- Tenemos que hablar. – dice tajantemente Peter.
- No podría estar más de acuerdo. – la mirada de Cobra está centrada en la del mago.
- Bueno, entonces, nosotros nos vamos a… - Mamba está a punto de tocar el hombro de Cuervo, hasta que la intercepta Peter.
- Mamba, quédense. Esto… también puede afectarlos a ustedes.
La cazadora y el ingeniero se sorprenden ante las palabras del mago, mientras que Cobra no parece sorprendida, sino preocupada.
- Hace muchos años, pero muchos años… - comienza a decir Peter cuando todos han tomado asiento o se han acomodado alrededor de él. - …mucho antes de la emperatriz Olivia, mucho antes de tu nacimiento. – dice señalando a Cobra. – Cuando recién llegué a esta dimensión, esta tierra estaba ocupada únicamente por comunidades mágicas. Había diez comunidades en total, cuatro originales y las demás eran mezclas o “subsecuentes” de las combinaciones entre los miembros de las originales, que eran la Xólotl, los Cataluni, las Fella… y los Shibalí.
Los ojos de Cobra se iluminan al escuchar el nombre de su tribu.
- Las comunidades originales estaban felices de poder convivir entre ellas sin problemas, y proveían protección a las comunidades pequeñas. Estas pequeñas comunidades tenían miembros predominantemente de los Shibalí, los Xólotl y los Cataluni que se emparentaban con los miembros de los otros clanes diferentes al original; por ende, las originales las concebían como un puente entre las tribus.