Harry permaneció en sus brazos hasta que el sol quemó su ropa y terminó con el frío que los atacaba pero aun así, ellos siguieron abrazados. Un Harry dormido dejándose mientras sus manos sostenía las de un Louis que hundía su nariz en el cuello del rizado.
Debía admitir que había extrañado la forma en que los rizos del chico hacían picar su nariz, lo cual solo se solucionaba manteniéndose en ese lugar. Louis lo había aprendido en años y perdió la táctica cuando su nariz soltó un estornudo muy leve y Harry sacudió sus hombros riendo.
—Está bien —le susurró con voz adormilada. Louis asintió y se abrazó más a su cuerpo, ignorando la picazón en su garganta y algo revoloteando en su estómago. Él sabía a la perfección cómo dejar de sentirlos—. Me estoy durmiendo...
—Lo sé —Louis sonrió de lado y lo disfrutó—. ¿Está bien que haya extrañado esto? Quiero decir, no se supone que tenga que decirlo cuando sabemos que es mi culpa.
—No es tu culpa —él respondió en reproche—, y está bien, ¿no? Somos amigos.
—Somos amigos —susurró saboreando una vez más las palabras—. ¿Lo somos? ¿De verdad? ¿Sin mentiras?
Harry rió y se separó un poco para girarse hacia él. Louis no debió haber hecho una mueca.
—Quedamos en que lo seríamos de verdad, sin mentiras a tu mamá —sí, ellos estaban abrazados por ella, o tal vez no. ¿Qué tal difícil es mentir sobre algo? Es que hay sentimientos de por medio y todo se torna más difícil cuando ya no quieres que sea una mentira.
—Sí, pero ella morirá —murmuró y no quiso sentir pena por su comentario—. ¿Qué pasará cuando eso pase? ¿Dejaremos de mentir que lo somos?
El rizado rodó los ojos.
—No estamos mintiendo.
—Lo estamos —él repuso—. Esto no es igual que antes, Harry. No podemos ser amigos por todo lo que pasó y está pasando. No te conozco y tú no me conoces a mí.
Harry se giró pero ya no estaban los brazos envolviéndolo. Una vez más, el qué dirán había vuelto a Louis.
—Claro que te conozco —respondió mirando al lago, viendo a unos niños felices que ya no existían—. Y siempre podrás volverme a golpear, ¿no? —él no respondió y el ojiverde se giró para mirarlo a los ojos.
—Ya no podré —respondió—. No podré, Harry. No después de que me estés ayudando a no sé qué.
—Te estoy ayudando a que te des cuenta —comentó y la sonrisa sarcástica de Louis lo hirió lo suficiente para enojarse.
—No sé qué quieres que me dé cuenta —Louis dijo y negó—. ¿Tengo que decir una vez más que las personas cambian?
—No solo te estoy ayudando a que estés mejor con tu mamá, te estoy ayudando a que te des cuenta que no puedes dejarte llevar por cada ola, por cada persona que te dice que esto está mal —él exclamó y Louis rodó los ojos—. ¿Piensas que no me doy cuenta cómo te estás destruyendo? Estás tan decaído que me sorprendo que estés de pie, y es solo porque te atacas a ti mismo por romper unas reglas que no existe.
—¿Y qué? —preguntó con odio—. ¿Quieres que vaya por ahí diciéndole a todo el mundo lo que soy como tú? ¿Quieres que reciba el mismo trato que tú?
El rizado negó. Él no lo quiso aunque Louis fuera más fuerte que él, y que seguramente resistiría más a las críticas, risas, y toda la mierda que Harry ha tenido que soportar.
—Tú tienes apoyo —susurró—. Tú eres más fuerte que yo como para seguir encerrado.
—No estoy encerrado —masculló—. ¡No soy gay y no estoy en el clóset! ¡Deja de tratar de sacarme!
Harry lo miró fijamente y asintió.
—Okey —respondió en un susurro—. Solo somos amigos por tu mamá, y cuando ella muera te sentirás miserable por mentirle. Y cuando te des cuenta de lo que eres, ya no podrás conversarlo y ella ya no podrá decirte lo orgullosa que estuvo siempre de ti, solo porque eres un maldito idiota que piensa seguir en el clóset.
—¡No estoy en el clóset! —gritó frustrado.
—Sí, como sea —se encogió de hombros—, pero por lo menos trata de que tu "las personas cambian" —hizo comillas y siguió hablando— no la dañes a ella porque te seguro, lo está haciendo y no te das cuenta.
—Bien —asintió—, y tú trata de no obligar a homosexuales a salir del clóset para arruinar su vida. ¿En serio piensas que ellos quieren eso? Una vida llena de miradas raras y murmullos con insultos. ¿Por qué no estás obligando a un heterosexual decir que es heterosexual? ¿Por qué le tomas tanta importancia a que salga del clóset sino es necesario?
Harry rió y mantuvo su sonrisa de lado.
—¿Cuándo dices homosexuales obligados a salir del clóset te refieres solo a ti, verdad? —preguntó con burla—. Porque hasta donde sé, no tengo a nadie más por tu culpa. Y es cierto que no tiene importancia decirlo a los demás pero me parece algo hipócrita de tu parte decirlo cuando fuiste tú él que le confesó a todo el colegio mi orientación sexual.
—Eso no es cierto —susurró, aún con su mirada seca hacia Harry—. Sabes lo que pasó ese día.
—Sé lo que pasó —asintió y jugó con sus dedos en su regazo—, yo fui él que se mantuvo en ese lugar.
El castaño guardó silencio por varios segundos, Harry parecía totalmente distraído en sus dedos como para que ellos volvieran a su antigua posición.
—Tú dijiste que debería alejarme de ti para siempre cuando esto termine —susurró Louis y Harry levantó la vista para verlo y asentir—. ¿Por qué ahora quieres seguir siendo mi amigo?
El suspiro que salió de sus labios no debió asustar a Louis.
—Las cosas están cambiando demasiado rápido y no sé si quiero acostumbrarme a todo lo que está pasando —la mirada que le daba a Louis significaba mucho pero él no se fijaban—. Se supone que todo lo del pasado me ayudaría a darme por vencido.
Louis frunció su frente y abrió su boca pero las palabras se habían quedado atoradas en su garganta.
—¿Es por eso que no lo evitabas? Los golpes —El rizado asintió sonriendo—. ¿Lo dices en serio? ¿Tienes planeado suicidarte cuando ya no lo soportes más?
Harry rodó los ojos pero asintió.