Café a media tarde

CAPÍTULO II

      ― No puedo creer que siga pensando que soy un completo desastre en la cocina.

      ― Bueno Beca ― empezó su abuela soltándose de ella para dirigirse a las hornillas ―, tomando en consideración que una vez lo convenciste de mezclar el ceviche de camarón con yogurt, no está exagerando en sus precauciones.

Rebecca observó indignada a su abuela, y, al verla sonreír no pudo evitar lo que salió de su boca.

      ― Abuela, no puedo creer que te estés divirtiendo a mi costa ― exclamó con falsa indignación y una gran sonrisa en sus labios.

La mujer solo rio cortamente y se puso el delantal para empezar a cocinar.

Aun riendo, se dirigió a la barra de desayuno y se sentó sobre el grafito, y se puso a observarla, por primera vez, observarla de verdad.

Viéndola así, el cómo su elegante cuerpo danzaba alrededor de la cocina, con un delantal que se ajustaba a su figura y sus hábiles dedos moviéndose por encima de las ollas, se preguntó que pudo haber sido esa mujer de no haberse casado, de no haberse enamorado de aquel hombre de rasgos duros y serios. Se atrapó a sí misma pensando en todo lo que la mujer al frente de ella no era, viéndola como todo lo que pudo haber sido en lugar de lo que era.

      ― Abuela, ¿te arrepientes de algo?

La pregunta escapó sus labios antes de que ella pudiese pensárselo mejor.

      ― No, de nada ― respondió sin dejar de cocinar, notó lo pausadas que se veían sus manos al pelar las papas.

Una vez más, las palabras escaparon sin meditarlas.

      ― Nunca te preguntas lo que pudo haber sido, ya sabes, de no haberte…

Sus manos por fin se detuvieron y la regresó a ver.

      ― ¿Casado?

Su mirada no mostraba molestia por la pregunta, tampoco era cálida, solo estaba ahí, como si se encontrase viendo a un animal herido, intentando no abrumarla.

Rebecca asintió lentamente.

      ― Es solo que, al irme, conocí muchas cosas diferentes, y no pude evitar preguntarme si talvez, de haber nacido en esta época…

      ― ¿Hubiese hecho algo diferente?

Ella volvió a asentir.

      ― Rebecca, escucha bien lo que te voy a decir, porque no quiero que te queden dudas ― tomó una respiración profunda ―. Lo importante no es la clase de aspiraciones que tengas, lo importante es no fallarse a uno mismo y alcanzarlas. Sé lo que estás pensando, y quiero que entiendas esto: yo decidí casarme y formar mi familia, no porque mi época me lo dictaba, no porque no tenía otra opción; sino porque así lo desee, y el hecho de que lo hubiese querido no hace que mis ambiciones fuesen menos válidas o importantes que las de las mujeres de ahora o aquellas que no escogieron el mismo camino que yo. Sé que para ti va a ser difícil creerlo, pero yo quería una vida tranquila, siempre pensé que los grandes actos son aquellos que pasan desapercibidos. Nunca quise ser nada diferente de lo que soy hoy.

      ― ¿Nunca tuviste más ambición que una familia? ― preguntó incrédula. Por un breve momento se sintió decepcionada, pero la mirada gris cansada de su abuela le formó un nudo en la garganta, haciéndola sentir culpable.

      ― No se trata solo de formar una familia, se trataba de criar a seres humanos que pudiesen aportar a la sociedad. Yo no buscaba resaltar, nunca me ha gustado, pero quería hacer mi aporte, a la vez que podía ser feliz. Quería tocar la vida de otras personas de forma personal, de forma que siempre recordasen aquello que les enseñé. Puede que yo nunca hubiese querido hacer más, pero por lo menos estoy segura de que existen cinco seres humanos correctos, educados y que se preocupan por los demás, y que yo soy, en parte, responsable de ello. Claro que también me enamoré de tu abuelo y, bueno, lo demás ya lo sabes.

Por un momento se observaron en silencio, y Rebecca no pudo evitar el sentimiento amargo que se le había formado al darse cuenta que, por muy pequeño que fuese el momento, se creyó superior a la mujer frente a ella, aquella que había sido una segunda madre para ella. Sintió un terrible disgusto por sí misma.

Se hizo el silencio y la mujer de canos cabellos volvió a entretenerse en la estufa, su rostro un tono más bajo que el de unos momentos atrás.

      ― Pero claro, yo no cumplí completamente con lo que deseaba.




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