Cicatrices

Cicatrices

Mis cicatrices. No sé si sea buena idea hablar de ellas. Me he poblado de tanto dolor y de esperanzas escasas que, ahora me da temor no sobrevivir lo suficiente. Siento coraje por no derribarlo, por esconder mi verdadero yo, por no gritarle al mundo lo que siento para sentirme libre por primera vez. Hay tanto ruido dentro de mí que te lo aseguro, realmente trato de convertirlo en silencio. Hace mucho no sé cómo encontrarme, no he dejado piedras para volver a casa, y regresar a esos brazos que alguna vez prometieron eternidad, a lado de un breve silencio para escucharnos sin juzgarnos, sin jugar a las preguntas y a quien es más culpable que el otro. Lo extraño, da igual, pero lo extraño.

Tal vez hubiese podido guardarme un poco de lo que te di, solo por precaución. Tal vez si hubiese mencionado menos su nombre, ahora lo olvidase todo el tiempo y me provocase menos dolor del que ya antes de él he sentido. Tal vez si lo hubiese besado poco, ahora no extrañaría la agresividad con la que podía escapar del mundo, solo por el simple contacto de sus labios.

Pero no, hice todo lo contrario. Y le di más de lo que me hubiese dado a mi misma.

Yo no sé si era amor, pero era muy parecido a eso. Con él yo no sabía nada, porque todo fue nuevo, porque todo fue creado por él y creído por mí. Aún sigo sin saber, qué habíamos sido, antes de ser ese algo que nunca llegamos a ser.

Estaciono la camioneta frente al bar, es una tarde calurosa a pesar de que el invierno está muy cerca de llegar. Mis tacos hacen ruido dentro del lugar en el que él ya está esperándome con una bebida. Le hago una seña con mi mano para que pueda percatarse de mi presencia. Me sonríe, maldita sea, me sonríe. La piel se me eriza y trago en seco. Se levanta del asiento para envolverme en un abrazo y de paso, invade mis fosas nasales con su perfume para ocasiones especiales. Me susurra que estoy maravillosa y asiento con la cabeza en señal de agradecimiento.

 

Guardamos silencio. Observo a mí alrededor y el ambiente se mantiene tranquilo.

-Gracias por venir –fijo mi mirada en la suya y asiento de nuevo-. De verdad, necesitaba verte.

Sus ojos brillan y los míos, puedo asegurar, están apagados. Ya no puedo sentir nada más, de lo que él me enseño.

-¿Qué necesitas, Alejandro?-cuestiono.

Otra vez se formula un silencio entre los dos. No puedo sostenerle la mirada por mucho tiempo, nunca pude. Tal vez hoy sea la última vez que nos veamos, y la última oportunidad que él tenga para decirme lo que no pudo por temor al resto.

-Supe que te vas –inició-. Y quería despedirme.

No emito palabra, otra vez asiento. Sus manos tocan las mías y una electricidad invade mi cuerpo. No soy capaz de alejarlo, porque la calidez que me invade, es tan perfecta como mis ganas de querer marcharme de ahí. Querer y no querer, ese siempre es uno de mis problemas con Alejandro. Espero a que prosiga, y aunque demora unos segundos, evito observarlo otra vez.

-Siempre voy a querer que estés bien, y que por sobre todo vivas con tranquilidad.

Río en pensamientos. Suena a casi mentira lo que dice pero trato de controlarme. Mis ojos se cubren ahora de una fina capa de lágrimas y reacciono para detenerlas.

-¿Acabaste? –Prosigo en su lugar y alejo mis manos de su alcance-. Tengo que irme –intento levantarme para marcharme pero él hace lo mismo para detenerme.

-Esto no tiene sentido –agrego.

-Solo quería verte por última vez. Sé que después de esto no volverás.

-Siempre las personas esperamos despedirnos de otras, cuando sabemos que no las volveremos a ver. Eso mismo sucede con los objetos, los cuidamos cuando están nuevos, con el tiempo los olvidamos, y al notar que están caducando, los volvemos a cuidar porque sabemos que pronto ya no estarán. Como yo ahora. No estare mas cerca de tii –alejo despacio mi mano, nuevamente de su alcance-. ¿Recuerdas cuando todo esto inició? Querías tenerme, amarme, protegerme. Con el tiempo todo se desvaneció, no querías volver a sentirme cerca pero, ahora, me llamas, y dices que, quieres verme porque sabes que será la última vez –una lagrima se desliza por mi mejilla per la seco rápidamente-. Al diablo con las despedidas.

No alcanzo a grabarme su última reacción.

Escapé de ese bar a las tres de la tarde y durante el trayecto a casa, no deje de pensarlo. Fue poco el tiempo que lo vi, lo escuché y lo sentí, sin embargo vive eterno solo para mí.



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En el texto hay: dolor, desilucion, desamor y amor

Editado: 09.10.2018

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