Llegar sin previo aviso, solo preocupo a su hermana al verlo con sus ojos de angustia, Sergio la saluda y busca con la mirada a Felipe, su mejor amigo y, esposo de su hermana, solo él, es la solución. Pero, se consigue con una jovencita de cabello crespo que salta a sus brazos.
—Tío, ¿qué haces aquí? ¿Mi tía y mis primos han venido contigo? Estoy muy aburrida— le hace pucheros y hala de su brazo para que tome asiento—, tío, estoy estudiando ruso, mi padre dice que cuando sea mayor viajaré a vivir con mi hermano.
Sergio ríe al ver lo imperativa que es Maia, sonríe y Samantha que nota que nada está bien, con una mirada Maia comienza a hacer berrinches. Y su tío, acaricia su cabello rizado sonriendo con melancolía al viajar al pasado.
—Mami, pero…
—Cariño, vine solo por trabajo, pronto verás a tus primos.
Maia termina por levantarse y mira a su madre con súplica, Sergio al verla que desea quedarse interviene.
—Sam, déjala, solo quiero hablar con Felipe. ¿Está en casa? —Maia chilla y toma asiento de nuevo sonriendo de oreja a oreja.
—¿Pasó algo con Alma y los niños?
—Es Alana… Se ha comprometido— decirlo solo le causa rabia y dolor.
—¿Qué? ¿Comprometido? ¿Con el árabe? ¡Ay, me muero! — chillo Maia saltando del sofá.
—¡Maia, cuento tres y no está ni un solo mechón de tu cabello aquí! — ordenó su madre y esta corre escalera arriba rápidamente para llamar a su prima Melissa que contesta al segundo tono del móvil.
—¡Alana se casa! ¿Cuéntame todo? ¿No puede ser? ¿Ya no quiere a mi hermano? Yo, jamás compartiría a mi esposo, ¿está de acuerdo con ser una más de las esposas?
Melissa no está de ánimos y mira a su madre, como se devuelve con la bandeja de comida de la habitación de Alana, sus hombros caídos y su cabeza casi besando sus pies.
—Eso escuché, las cosas no están bien aquí en casa…— suelta con tristeza—, mis padres están muy tristes. Matías solo espera que Alana abra la puerta de su habitación, piensa que como el hombre de la casa debe hacerle caso y la verdad, Maia, no sé nada de lo que pueda sentir mi hermana, sabes que es muy reservada.
Maia guarda silencio y siente tristeza también.
—Mi papi, no dejará que eso suceda. Alana es mi cuñada y cuando venga a jugar conmigo hablaré con ella — Melissa ríe y niega por lo infantil que todavía es su prima y termina por despedirse para unirse con su hermano mellizo con la esperanza que Alana los deje entrar.
Samantha escuchaba todo lo que le contaba su hermano y no podía creer que Alana le dijera esas palabras tan hirientes. Lo abraza, dándole todo su apoyo, el dolor que debe sentir es incomparable. Alana es su vida, su todo, fue su luz en medio de la oscuridad que vivía cuando perdió su familia, Alma y sus hijos son todo para él. Le dice dónde encontrar a Felipe y, Sergio sube al coche que le ha prestado su hermana y no duda ni un segundo en ir tras la única persona que quitara el problema de raíz.
Felipe está en su oficina, leyendo la propuesta de su hijo, los años llegaron de golpe y su edad avanzó en un abrir y cerrar de ojos, y necesita evaluar todo, siente un pálpito que las cosas no están bien como le hace creer; pero su éxito es evidente, su hijo a su corta edad es uno de los mejores diseñadores de automotriz y su marca le ha quitado el puesto número uno.
La puerta se abre con fuerza. Felipe levanta la mirada de su computador y acomoda sus gafas, y se queda sorprendido al ver a Sergio.
Su rostro desesperado y sus manos temblorosas indican que algo grave estaba sucediendo, llaga frente a él apoyando sus puños en el escritorio.
Felipe, quita sus gafas y arquea una ceja, antes de quedar sin palabras con lo que diría su amigo:
—¡Quiero que elimines a Jasiek! — sus ojos se llenan de lágrimas, ni él mismo puede creer lo que ha dicho, lo pensó toda la noche, pero no se atrevía a decirlo en voz alta.
Felipe, mira como limpia su rostro con rabia y se pone de pie, para darle un abrazo a su mejor amigo, Joseph, el gerente de su empresa y amigo de ambos, entra en ese momento.
—Hermano, cálmate y toma asiento, necesito que me expliques qué sucede.
—¡Joder, Felipe! ¡Alana se comprometió…!
—Joseph, trae algo fuerte— ordena sin mirarlo y coloca la mano en el hombro de Sergio.
—Para mí un jugo de manzana, por favor — pidió mientras toma asiento y pasa las manos con frustración por su rostro.
Felipe ríe y le ordena a Joseph que traiga lo que pide.
—¿Me pides que elimine a Jasiek y luego quieres jugo de manzana? — bromeó.
—Eso no es nada para ti, tienes contactos. Eres tú, Felipe, está en ti…, ayúdame, me quieren quitar a mi pequeña. ¡Está a punto de cometer el mayor error de su vida! — exclama y limpia las lágrimas, sé sus ojos, lo que menos desea es que su hija sufra como su madre—, quiere casarse con ese hombre y, ¡no puedo permitirlo! ¡No puedes permitirlo, es tu sobrina!
«Mi nuera»— se reprime por lo que piensa en ese momento y sacude sus pensamientos.
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Editado: 19.06.2024