Corazón Mentiroso

Capítulo 17

***

Sebastián

Miro la pantalla de la portátil intentado vencer el bloqueo de escritor que poseía para continuar redactando el artículo relacionado con los Ashford, una familia que ha dado mucho de qué hablar en los últimos meses por un mínimo descuido en las inversiones del casino perteneciente al Grupo Deluxe.

Los Ashford siguen un mecanismo de educación y social idéntico a los Ross con una diferencia en que ellos evaden los contratos matrimoniales al considerarlos anticuados permitiendo a sus ascendientes relacionarse libremente sin limitación, aunque tienden a demostrar una personalidad distinta, aunque su negocio turbio es dedicarse a la trata de blancas indirectamente.

Tecleó en el documento de word la información relacionada con la desaparición de Catalina Herrera, una joven que asistió a El Dorado en una noche de festejo con sus compañeros de la facultad ¿Qué relación tiene El Dorado con las otras desapariciones? Fácil de encajar, su raptor Marcos Salazar, se dedica a asistir aleatoriamente cada mes en búsqueda de una presa para no levantar ninguna sospecha ante las autoridades ni el dueño del establecimiento.

Pero, ¿Qué relación tiene con los Ashford? Esa conexión fue complicada de hacerlo, por lo que, tuve la necesidad de recurrir a un contacto de la estación de policía donde manejaban una investigación por sobornos y corrupción en los juicios; mi contacto terminó siendo Fanny Morales, una muchacha que se encarga de ser la asistente de Mauricio. Ella logró descubrir una pista importante que hace una conexión, la cual es que Marcos y los Ashford son amigos íntimos, es decir son socios de los negocios que poseen eso incluye el casino donde las víctimas pasan un filtro de selección.

Un poco complicado el filtro de selección, aún no logro entender lo que ocurre en el casino con las muchachas que son engañadas con fines de explotación.

—Qué onda, wey —dijo César, mientras ingresa a la habitación que compartimos desde hace dos años atrás—, ¿estás de travieso con esa computadora?

Rodé los ojos.

Compartir habitación con César puede ser incómodo y agotador al mismo tiempo por la falta de privacidad, pero no me quejo porque apreció mucho el apoyo dado de sus papás cuando termine saliendo del closet, además termine regresando al hogar de mi infancia que había olvidado gracias al accidente que tuve en la adolescencia.

—¿Puedes dejar tus pensamientos impuros? —pregunté

César se recostó en su cama y sostiene una lata de duraznos en almibar. Su mirada se enfocó hacia mí y conozco que dirá una bobería como cualquier noche de desvelo que tenemos juntos a pesar de que mi hermano adoptivo no estudia una carrera universitaria por cuestiones personales.

—No fue mi intensión haberte encontrado en un momento sexual —se defiende César

Sacudo la cabeza y niego su comentario son cosas de naturaleza masculinas en hacer esa parte pervertida, pero no entraré en detalles.

—Olvidemos ese asunto —comenté

—Cómo quieras —dijo César

César prendió el reproductor de música y puso sus canciones de rock metalero que invocan demonios por las distintas letras de cada grupo musical. Con el pasar de los segundos el sonido se volvió tan fuerte que no logro concentrarme en la terminación del artículo que debo subir.

Para mí, es importante exponer a esta familia porque confió en que finalizarán los rumores falsos sobre César y podrá disfrutar de una vida mejor afuera donde la sociedad lo va a aceptar sin problemas.

—¿Puedes bajarle? —cuestioné

Mi hermano adoptivo hizo una mueca de disgusto. Aceptó la petición hecha sin insultarme con su pésimo vocabulario como acostumbra hacerlo cuando muestra desacuerdo en algunas ocasiones.

—¿Por qué tanto interés en esa familia? —preguntó César—. Sólo traen problemas a tu vida y creeme lo digo en serio.

Solté un suspiró.

—Quiero ayudarte a salir de esta prisión que vives —respondí

César se rió.

—Mau, intentó demandar a Rachel por difamación, pero salió intacta por un soborno que hizo su padre —mencionó César, y posó su mirada en su móvil que no deja de sonar en todo el día—. Ash, es este wey.

A veces compadezco a Santiago con los gestos de desprecio que hace César en negarle ese sentimiento tan hermoso llamado amor sincero que los humanos llegamos a sentir por una persona.

—Deberías responderle los mensajes y las llamadas —añadí

—No, fue un hijo de puta esa noche —argumentó cínicamente—. Hemos sido buenos amigos hasta esa noche, así que no pienso volver a verlo ni hablarle porque termino jodiendo mi puta vida en un abrir y cerrar de ojos—, ¿crees que me gusta vivir encerrado? Me gustaría volver a tener mi vida de antes donde era feliz y nadie comentaba mis malas decisiones.

No tengo ni la menor idea de que decir en este momento de crisis. Es difícil sufrir acoso virtual cuando padeces un trastorno mental por los problemas psicológicos que va dejando en esa persona con dificultades para adaptarse a un modo de vida.

—No, deberíamos ver una película —dije




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