Habían pasado casi la mayor parte del día dentro de la cabaña encerrados con la luz de la única lámpara en el techo. Ángela, Alisa y las niñas estaban a la derecha cerca de la puerta sentadas en el suelo. La trabajadora que trajo la familia de Nelson estaba al lado de la meseta donde estaban la bolsas de la comida. Nikolais y Francesca estaban del otro lado casi frente a ellas.
—El presidente del país volverá mañana temprano, es importante que salgamos hoy joven alteza —Comentó el señor Nelson sentando en la cama junto a su esposa junto a sus nietas, anteriormente le había suplicado al principe que se sentará él y Francesca pero Nikolais dijo que la cama solamente era para dormir y otras cosas, no quiso si quiera sentarse cerca. No estaba siendo exagerado con eso, se había acostumbrado a entrar y salir de la cama de noche a mañana.
—¿Y no podemos irnos lloviendo? —Cuestionó el joven mirando su celular, no tenía señal.
—No, es peligroso. El camino suele llenarse de agua y hay mucho fango. A parte sin el camino perfectamente libre no sabría cómo volver. Le pedí a Álvaro—Su hijo mayor—Que arreglará el camino hace un mes.
—Dijo que lo haría al final del mes —Contestó su esposa.
—Pero de este? Porque se lo pedí el mes pasado y no hizo nada.
—De este, seguro será de este. Est bien no te preocupes. Estaba muy ocupado pero lo hará ahora.
—Después de que se lo había pedido tantas veces sin estar ocupado.
—Miren, el lago creció un poco más —Dijo la trabajadora. Alisa, Ángela y las niñas se levantaron de golpe. Todos se pegaron a la única ventana.
—Madre mía! —Exclamo el señor Nelson—. Está muy alto. La lluvia lo está llenando —Tomó el celular e intentado marcar a la casa pero la señal no le permitía.
—No hay señal desde hace rato —Contestó Nikolais al verlo marcar con preocupación.
—No entiendo, la antena está cerca de aquí, si no tenemos señal aquí no podemos comunicarnos con ellos en la hacienda.
—Hay que salir para ver qué ha pasado.
—Es muy peligroso —Comentó la esposa del señor Nelson.
—Pero tenemos que salir señora, así podemos pedir ayuda con el celular —Prosiguió el principe poniéndose algo de ropa, abrigo y un gorro.
—Pero es peligroso —Comentó Ángela, se cruzó de brazos mirando a Nikolais el cuál sostuvo su mirada.
—Es peligroso cariño, es mejor que esperen a que campe la lluvia —Dijo Francesca rodeándolo com sus brazos.
—Podriamos esperar, estoy segura que la señora Mercedes se va a preocupar y hará algo. Ella siempre lo hace —Continúo Ángela, levantó a las niñas del suelo y las sentó en la cama señaló a la princesa una esquina para que se sentará al lado de las niñas.
—Es verdad eso. Cuál es la señora Mercedes? — Cuestionó Nikolais. Se separó de Francesca y se puso al lado de Ángela con las manos metida en los bolsillos. Francesca se sentó en la cama frente a él.
—Sí, ella siempre se preocupa por mí, más que mi propia madre de hecho, estoy segura que pedirá ayuda —Angela sonrió mirando al suelo.
—¿Cómo se llama tu madre?
—Angela tengo hambre —Vocifero Darling agarrándose el estómago. Hasta ese momento nadie había pensado en comer, la lluvia suele dar mucha hambre pero la preocupación del encerramiento sin señal los había debiado. Nikolais se pasó para el lado de la niña y la tomó en sus brazos. Darlin a su frente podría ser una mujer miniatura se veía en sus brazos tan pequeña y delgada.
—Es la primera vez que cargo a un niño —Dijo llevándola a dónde estaba el área de las bolsas con comida.
—Se nota —Contestó Ángela, la forma en que la carcaga no era normal.
—Debes tomarla así —Comentó la esposa del señor Nelson cargando una de sus nietas.
—Así la siento menos, es muy delgada y pequeña.
—Delgada sí pero en tus brazos se ve pequeña. Eres muy alto —Continúo Ángela sonriendo, Nikolais sonrió mirándola y Ángela sintió que se moriría en este momento. Mientras Darlin se comía un sándwich en los brazos de Nikolais empezaba a llegar la noche, la lluvia empezó a apaciguarse pero el problema de ahora era la oscuridad del camino.
El señor Nelson salió hasta la puerta para ver si podría ver qué daños tenía la antena. Uno de sus enormes brazos de metal estaba desviado y esto podría ser por las fuertes lluvias con viento de un momento a otro.
—Me gusta la lluvia. No suele llover tanto en Dinamarca —Habló por primera vez la princesa después de largos ratos.
—¿En serio, no llueve tanto? Aquí llueve hasta en los días soleados. De repente llueve y vuelve a salir el sol.
—¿Y eso a que se debe? —Cuestionó la joven con curiosidad.
—Este país es tropical, además está en el centro. Todas las pequeñas y grandes tormentas tienen que pasar por aquí antes de llegar a otro.
—Me gusta este país. Me gustaría vivir aquí — Comentó la joven princesa.
—En serio? Podría vivir aquí también, vivimos juntos — Comentó Nikolais llamando la atención del señor Nelson y la de Francesca.
—Si, me gusta esa idea —Alisa se mostró entusiasmada aunque Nikolais sabía que la reina no le permitirá a su hermana vivir muy lejos se había sentido bien al verla tan feliz.
—Ya cambiaste de opinión con México. Me dijiste que querías vivir conmigo en México —Contestó Francesca.
—Así es, pero cambie de opinión, si Alisa quiere vivir aquí es la oportunidad de su vida que solo yo puedo dársela y sí no es mala idea me gustaría vivir —Miro al suelo—. Seguro que ya lo pensaste.
—Aquí no Nikolais, en México es mejor.
—Vivire aquí con Alisa —La joven parmeo victoriosa. Aunque convencer a la reina sería algo difícil esto le hacía ilusión, estaría cerca de Ángela y las niñas seguir siendo su amiga le encantaba la idea.
—Hablaste con el presidente de México —Prosiguió Francesca.
—El entenderá.
—No lo puedo creer Nikolais, te dejas convencer por una ilusión de tu hermana —Francesca se cruzó de brazos.
—No te voy a obligar, sé que ni siquiera querías estar en México y supongo que este país tampoco te gusta. Y también —Respiro profundo—. Realmente no creo que quiera casarme ahora Francesca —La mujer se levantó de golpe de la cama.
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Editado: 10.08.2022