Unos minutos más tarde llegaron dos personas con platos en bandejas, ambos las pusieron delante de ella y delante de él abriendo la tapas de ambos platos.
—Wow camarones. Se ve apetitoso —Dijo Ángela mirando el plato, lo había probado en el restaurante pero viendolo de este modo, ya en el plato se veía más apetitoso.
—Prueba a ver qué tal —Dijo él, el chico que le había quitado las tapas a los platos le sirvió champaña en las copas que ambos tenían en frente y se retiró fuera de la galería a una esquina junto con el otro compañero, allí había una carpa donde estaba otra persona más.
—Bien —Ángela probó el marisco y el sabor de los condimentos se le hizo conocido, arrugó el rostro tratando de recordar quién podría ser que habría cocinando estos camarones.
—Tranquila no tienes que adivinar conoces muy bien esa persona, solo disfruta la velada —Ángela lo miró con una sonrisa y él empezó a comer, ella bebió un trago de la champaña y se dió cuenta que no era tan alcoholizada como pensó en otros momento y se preguntó ¿Por qué aquel hombre había actuado de esa manera en el restaurante? Tal vez no sé trataba del alcohol en ese momento. Uno de los jóvenes que estaba sirviendo volvió con un vino.
—Recomendado por la cocinera —Dijo cambiando las copas y echándole al mismo tiempo el vino.
—La señora Mercedes —Dijo Ángela cuando vio la etiqueta—. Es ella —Ángela alzó la cabeza intentando ver en la oscuridad pero su mirada estaba en el lado incorrecto de la dirección a donde ellos estaban pero que todos modos a la distancia no se podía ver la tercera persona que los acompañaba, Nikolais sonrió encogiéndose de hombros.
—Tal vez sea ella. No lo sé; o tal vez no.
—Se que fue ella quien cocinó estos Camarones, no hay nadie que lo haga como ella —Respondió riéndose, un minuto más tarde termino de comerse los camarones y ambos jovencito se llevaron los platos sucios y más tarde llegaron con tazas.
—El sancocho de la señora Mercedes —Exclamó Ángela cuando ambos jóvenes destaparon los platos, la chica miró al principe y este sonrió.
—Sabía que te hacía falta —La joven le puso la manos en el rostro acariciándolo; ambos empezaron a disfrutar del plato con muchas ansias luego de varios minutos los dos jovencitos se llevaron los platos y la tercera persona apareció delante de Ángela y Nikolais.
—Lo sabía, lo sabía —Dijo Ángela cuando la vió, la mujer la abrazó sonriendo.
—Ya me hacías falta muchacha y cuando esté hombre me hizo la oferta no pude decir que no, además sé que me vas a ayudar.
—Aah? Pero ya terminó o no? — Respondió Ángela mirandola.
—No amorcito —Respondió él.
—Seré la cocinera real cariño, él quiere que trabaje para ustedes y realmente ya quiero salir de este país —Respondió la mujer, Ángela se tapó la boca de sorpresa.
—Pero...
—Pero nada ya te dije, no puedo dejar de trabajar esto, me gusta cocinar y no soy una anciana desfuerzada que necesita ayuda, además el señor Nelson fue quien me recomendó con el príncipe — Interrumpió la señora, Ángela la volvió abrazar.
—Claro que sí, usted sabe que le daré una mano siempre, usted siempre a sido muy considerada conmigo no sé cómo agradecerle.
—Yo si sé, dejándola trabajar en tu casa tranquilamente —Respondió Nikolais, ambas mujeres sonrieron.
—Y me gusta mucho la casa y la habitación que me dieron está demasiado bonita parezco una reina en su palacio —Contestó la mujer.
—Eres un ángel señora Mercedes —Comentó Ángela dándole otro abrazo.
—Vamos que aún no termina la noche —Dijo Nikolais, la tomó de las manos y se despidieron de la señora Mercedes, la casa quedaba a varias cuadras de la galería y había una persona encargada de llevar a la señora con los ayudantes hasta la casa. Nikolais había sido muy precavido al escoger las personas que trabajaría en la casa, no le molestaba que hayan chicas allí pero prefería una mujer de confianza y chicos que necesitaran el empleo.
—Dime, ¿A dónde vamos ahora? —Preguntó Ángela caminado junto a él, la noche estaba un poco fría, vió algunos carros entrar y estacionarse al frente de la casa ellos no se podían ver porque estaban muy alejados pero podían ver las siluetas de ambas niñas, bueno la de una porque al parecer alguien tenía en sus brazos a Darlin. La princesa entró con Darleni abrazada mientras Robin cargaba a la niña llevándola junto a su hermana hasta la habitación.
—Me voy a dormir estoy medio ebrio —Aviso Robin, Gabriel echó una carcajada mientras los tres salían de la habitación de ambas niñas, ambas le habían dicho a Nikolais que no podían dormir por separados porque no estaban acostumbradas y que se sentían más cómodas en la misma habitación aunque tuvieran camas diferentes, de igual manera Darleni se acostó con su hermana en la misma cama no se acostumbraría de la noche a la mañana aún sabiendo que estaban en la misma habitación. Pero con el paso del tiempo lo haría.
—¿Cómo vas con la mudanza? —Cuestionó Gabriel a la princesa.
—Todas mis cosas están en el ferri, tardará algunos dos meses para llegar, tendré que ponerme la ropa que tengo hasta que llegue.
—No importa que debas ponerte la misma ropa tres veces, igual te ves hermosa, además yo no dejaré que mi princesa repita ropa si no quiere —La abrazó dándole un beso en la mejilla.
—Deberíamos contarle a Nikolais que empezamos a salir oficialmente. ¿No crees?
—Baby él ya lo sabe pero está bien, es bueno decírselo. No te preocupes quien tiene la soga al cuello soy yo si cometo un error —La chica se echó a reír jugueteando con su cabello, ambos caminaron hasta el parquesito que había mandado hacer Nikolais para las niñas, se sentaron en un banco uno al lado del otro.
—Bien, en eso tienes razón así que, te suplico que hagas las cosas bien — Respondió ella mirándolo fijamente, él la rodeo con sus brazos acercándose a su cuerpo para combatir el frío.
—¡Nikolais no! ¡Nikolais no! ¡Está fría! —Ángela corrió lejos de la orilla.
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Editado: 10.08.2022