La madre de Diego besó a su hijo por todo el rostro mientras las niñas la veían riendo, en cambio el adolescente estaba con una cara de pocos amigos sintiendo que su madre lo avergonzada en frente de todas las personas que entraban al aeropuerto y los miraba.
—¡Mamá! Yo también te amo pero ya.
—Pero ya que mi hombresito acabas de llegar el lunes y ya te vas hoy miércoles, no es suficiente días para mí.
—Volveré pronto.
—Quiero darte muchos besos de todos modos.
—¿Mama no creés que estoy lo suficientemente grande para eso?
—No, porque para mí siempre serás un bebé.
—Ya llegó nuestro avión —Avisó Gabriel viniendo de algún lugar dentro del aeropuerto.
—Bien, dele otro beso —Comentó Nikolais sonriendo.
—¡Mamá ya!
—Esta bien —La mujer se separó de él riéndose y le dió un abrazo—. Nos vemos pronto cariño, te voy a extrañar.
—Sí, hasta luego —Ángela abrazó a la madre de Diego y se despidió de las niñas caminando junto a su madre la cuál visitaría Dinamarca por motivo de la boda de Ángela y Nikolais cosa que la joven tenía muy lejos ya que, en ese momento no lo recordaba. No se le había olvidado, pero tener tantos recuerdos como un río de aguas vivas con ímpetu en tan solo un día hizo que, algunas de las cosas que pasó en Dinamarca se fuera de su mente brevemente hasta que vuelvan a tener su protagonismo en su cerebro.
—Rafael y Diego, otra vez; los dejaré a cargo por segunda vez del pelotón y la mansión, lo han hecho bien hasta ahora así que, confío en ustedes.
—No se preocupe teniente todo estará bajo control. Cualquier cosa le avisaremos.
—Volveré pronto con mi novia, de acuerdo; portense bien.
—Desde luego señor —Respondió Diego, les hizo salido militar y se despidió de ellos yendo detrás del grupo, al llegar al avión se sentó cerca de la madre de Ángela, en el asiento de al lado, Diego estaba más adelante solo.
—Es la primera vez que viajo en avión, estoy un poco nerviosa. Mírala —Señaló a su hija—. Pareciera que está acostumbrada hacerlo.
—Pues yo diría lo contrario. Aunque usted no lo crea cada uno de nosotros se pone nervioso cuando esto empieza a moverse, por ejemplo ahora que está despegando —La mujer agarró el cinturón de seguridad y se apegó al asiento como si su vida dependiera de ello.
—Sí, Dios mío. Debí pedir pastillas para dormir creo que me dará un ataque nervioso.
—Tranquila Antonia, respire profundo que esto es solo por el despegue —La mujer afirmó con la cabeza no tan segura, pero confiada en que este avión llegaría a su destino sin ningún problema.
—¿Ángela que sucede? —Preguntó Nikolais mirando a su novia la cuál cerraba los ojos con fuerza.
—Quiero vomitar —Nilolais llamo a una de las azafatas.
—¿Que sucede alteza real? —Habló en Danés ya que, el avión pertenecía a la realeza de Dinamarca por esa razón solo iban ellos en el vuelo.
—Traeme unas pastillas para las náuseas que le está atacando ahora, también trae una bolsa por si vomita —La chica sacó una bolsa de un estuche que traía y se la pasó al joven.
—Vuelvo enseguida con las pastillas —Dijo y salió de su presencia.
—No entiendo, desayuné bien antes de subirme —Dijo la joven sintiendo todavía las náuseas en su estómago.
—Es por el estrés y todo lo que está pasando cariño. No te preocupes, vas a mejorar con las pastillas.
—Gracias —Dijo ella, la joven azafata llegó y le pasó las pastillas con una botella de agua, Nikolais abrió y saco una piedra y se la pasó. Ángela se la bebió y se recostó de su asiento sintiéndose aún mareada.
—Ya verás como mejora —Dijo él recostando su cabeza cerca de la de su novia.
Las horas pasaron y llegó la noche; y por último cerca de las ocho y media el despegue del avión en el aeropuerto privado en Dinamarca. Cuando el avión se detuvo cada uno de levantó de su asiento, la madre de Ángela iba a sacar la maleta pero Gabriel la detuvo.
—Ellos están encargados para eso, pasa adelante —Dijo él, ella sonrió amable y salió después de Diego.
—¡Dios mío que frío! —Exclamó la madre de Ángela al salir de la avión. La chica miró a su madre riendo.
—Acabo de recordar este frío —Dijo Ángela saliendo detrás de ella. Nikolais le pasó una chaqueta a la mujer y está se la puso deprisa.
—¿No sabías que debías traer chaqueta? —Preguntó el adolescente ya en tierra, Antonia negó con la cabeza cuando bajo el último escalón de la escalera del avión.
—Nadie me dijo nada —Se quejó mirando a su hija.
—Pequeño detalle que se me olvidó decirte —Contestó Gabriel.
—Pequeño, me estoy congelando.
—Y eso que no ha llegado el tiempo de nieve, no querrás imaginar —Robin los esperaba en la salida con sus brazos cruzados. Pero este no traía chaqueta.
—¡Por Dios te vas a congelar! —Volvió a exclamar la madre de Ángela al ver al joven sin chaqueta.
—No te preocupes, está acostumbrado a este frío —Respondió por él Nikolais el joven afirmó con la cabeza y los saludó a todos.
—Te recuerdo perfectamente —Dijo Ángela al verlo, Robin miró a Nikolais y este afirmó con la cabeza.
—Así es, ya recuerda todo —Prosiguió Nikolais.
—Santos cielos, eso me alegra mucho escucharlo —Robin la abrazó de la emoción y Ángela se echó a reír, el joven le abrió la puerta y se montaron en el carro llegando hasta el palacio de Glücksburg dónde se habían quedado las adolescentes con Alisa hasta que llegarán del viaje. Al llegar al palacio como siempre había personas a los alrededores, pero no tanta como de costumbre por la hora de la noche, el carro se estacionó en frente de la puerta y Robin salió primero del carro para abrirle la puerta a Ángela.
—Robin no tienes que hacer eso ya lo iba hacer —Dijo Ángela al salir.
—Es mi deber —Contestó él, la madre de Ángela salió viendo todo a su alrededor con asombro, Diego entró al palacio dejando a todos en la entrada.
—Dios mío Ángela, pero que es todo esto —Dijo su madre en medio de su asombro cuando entró al palacio, observando los lujos y los detalles.
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Editado: 10.08.2022