Cuenta conmigo.

Capítulo 2.

JOSEPH.

 

Me despierto por el jodido ruido de la alarma de mi celular, el cual se encuentra en la mesita de noche que está junto a la cama, lo alcanzo tratando de no despertar a Kat y apago el sonido.

 

4:00 am.

 

La aplazo a las 5:00 am ya que no iré al gimnasio por hoy, y sinceramente me siento muy cómodo en cama, antes de cerrar mis ojos observo a Kat unos momentos, duerme plácidamente enrollada a mí cual koala, se ve chistosa y tierna al mismo tiempo, tiene algunos rizos dorados en su cara, sus rosados labios levemente abiertos y suelta unos ronquidos pero son tan bajos que parecen suspiros, le beso la coronilla y me vuelvo a acomodar para seguir durmiendo. Cuando vuelve a sonar mi alarma me dispongo a hacer de comer, haré el desayuno favorito de Kat para animarla un poco, además de que anoche no quiso cenar, no me dio ni una jodida gracia pero estaba tan triste que decidí no insistir. Después de al menos media hora ya tenía listo el desayuno, pancakes bañados en arequipe y mantequilla junto a una taza café negro y jugo de naranja, tal como le gusta a Kat, debo admitir que me daba pereza hacerle tal comida, mucho trabajo para lo que suelo desayunar pero es para ella así que lo vale.

 

De repente siento unos brazos alrededor de mi cintura, me volteo y consigo unos ojos mieles cansados mirándome, tiene su cabello recogido en un moño desordenado y todavía trae puesta su pijama, que consiste en un mini short de algodón que no se deja ver por la enorme camiseta, la cual es de su banda favorita "Queen" y esta le llega hasta la mitad de sus muslos.

 

—Buenos días, campeón.

 

—Buenos días, Kat— la abrazo a lo que ella me corresponde y me regala un sonoro beso en la mejilla —¿Te encuentras mejor?

 

—Sí, pero lo estaré aún más cuando vea a Jeremiah.

 

Asiento.

 

—Te hice el desayuno.

 

Me mira con ternura y susurra un "gracias" mientras me regala una sonrisa, nos sentamos en la encimera que divide la cocina de la sala, la cual es el único sitio disponible para comer ya que el apartamento es pequeño y no cabría un comedor, sin embargo, no quita que el piso sea acogedor y de buena pinta; charlamos mientras disfrutamos del desayuno y al terminar intento recoger pero se niega rotundamente diciendo que ella lo hará, camina hacia la entrada de la cocina que está justo al lado de la encimera hasta llegar en frente de mí, es decir, del otro lado de esta, recoge las cosas y yo observo cada uno de sus movimientos, ahora se encuentra a espaldas de mi lavando los trastes y tararea una canción, me alegra verla más animada, tal vez sea el hecho de que hoy verá a su hijo, ayer fue mi turno de visitarlo y a pesar de que estaba algo pálido nunca desaparece su hermosa sonrisa que me recuerda tanto a su madre, y sé que hoy será más grande cuando la vea a ella.

 

—Joseph, ¿Te podrías quedar conmigo mientras Jeremiah se encuentra en la clínica? No soporto esta soledad.

 

—No me molestaría, pero mejor en mi apartamento, tengo mucho trabajo y a veces suelo adelantar en el despacho de ahí.

 

—Claro.

 

—Mi duda es porqué me lo pides hasta ahora— inquiero —Te conozco, Kat, sé que a penas duermes, y que la ausencia de Jeremiah te mata.

 

De repente detiene lo que está haciendo y en eso dirige su vista a la mía y frunce sus labios hasta que por fin se digna a contestar.

 

—No te lo niego, Joseph, estar sin Jeremiah me tiene mal, no te pedí tu compañía antes porque pensé que podría con esto sola, y sí, tengo muy presente que te tendré a ti en cualquier circunstancia pero sabía que te preocuparías, y no sé, no quería molestarte ahora que estás en un nuevo puesto de trabajo y en plena planificación de un proyecto bastante prometedor... yo... simplemente...— suspira —Lo siento, es que esto es muy difícil.

 

—Está bien, comprendo, preciosa, yo solo quiero ayudarte porque no te imaginas lo importante que son para mí.

 

—Lo sé.

 

Me da una media sonrisa y vuelve a lo suyo; después de terminar de secar los platos y guardarlos me mira de nuevo.

 

—No me contaste cómo estaba ayer Jeremiah— camina hacia mí y recarga sus codos en la madera de la encimera.

 

—Lastimosamente, igual, Kat— suspira, sus facciones se endurecen, así que acerco mi mano a ella para acariciar su mejilla y se relaja —Él va ha mejorar, lo sé, es digno hijo de su madre.

 

Asiente y se camina a su habitación, desde ahí me grita que tome una ducha mientras ella busca algún que otro cosmético de higiene personal, no será necesaria ropa ya que ambos mantenemos prendas del otro en nuestros apartamentos, de hecho, en el mío hay hasta una habitación tanto para Jeremiah como para Kat, ya que el piso donde vivo es bastante grande, hasta diría que demasiado, al menos ahora que Kat se quedará conmigo ya no se sentirá tan solo. Le hago caso a lo que me dijo y al terminar voy a su cuarto con una toalla rodeando mi cintura, cuando estoy enfrente de su puerta entro sin tocar.

 

Carajo.

 

Creo que ahora sí me va a enterrar su tacón en la yugular.

 

—¡JOSEEEEEEEEEHP!

 

Grita y me lanza un zapato que no logro esquivar porque me quedo embobado viendo su esbelto y bien dotado cuerpo ¿Qué? Puede ser mi mejor amiga pero sigo siendo hombre y cuando algo está bueno no me niego el gusto de admirarlo.

 

Rápidamente busca algo con que taparse y opta por sus sábanas, cuando sus ojos se topan con los míos solo me manda una mirada de odio y vergüenza mientras que yo una seductora junto a una arrogante sonrisa para molestarla más, lo cual funciona y la hace ponerse aún más roja, si es que eso es posible ya.

 

—¡¿Por qué carajos entraste sin tocar?!

 

—Pensé que solo estabas recogiendo y decidí entrar sin más— me encojo de hombros —Además, no es la primera vez que te veo desnuda, ¿Cuál es el problema?



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En el texto hay: pasado, romance, amistad

Editado: 08.05.2020

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