Cuenta conmigo.

Capítulo 3.

KATHERINA.

 

Me encuentro en frente de la puerta perteneciente a la habitación de Jeremiah y hago como cada vez que vengo aquí, tomo el pomo, observo el número del cuarto, suelto un largo suspiro mientras cierro mis ojos y luego, cuando por fin me siento lista, me dispongo a abrir la puerta lentamente para que me reciba una habitación de paredes color blanco que, entre ellas, simplemente se encuentran una cama de hospital con cobijas de Superman, a la derecha de esta una silla de metal tapizada en vinotinto, mientras que a su izquierda un mueble de madera de cinco gavetas que guardan ropa junto a una cesta llena de juguetes, delante de mí está una ventana rejada con cortinas blancas que se mueven cada tanto a causa del viento, frente a la cama hay otra puerta que da a un pequeño baño, y finalmente, guío mi vista hasta conseguirme a un pequeño y delgado niño con ojos color chocolate y con el cuero cabelludo sin rastro del que antes era un cabello dorado de rizos, entreteniendose con unos pequeños autos de carrera junto a una pista color naranja encima de la cama, al notar que estoy aquí me regala una brillante mirada y maravillosa sonrisa soltando con alegría aquella palabra que me llena más que nada.

 

—¡Mami!

 

Me acerco rápidamente para abrazarlo.

 

—Hola, mi principito— digo estrechandolo contra mi cuerpo y dejándole varios besos alrededor de su cara —¿Cómo está mi persona favorita?

 

—Muy bien.

 

Las ojeras que se encuentran debajo de sus ojos junto a su piel sin color me dicen lo contrario pero simplemente le regalo una sonrisa cariñosa porque Jeremiah me ha demostrado lo fuerte que es a su corta edad y eso me da esperanza.

 

—¿Y a qué juegas?

 

—Es nuevo, el tío Joseph lo trajo ayer para mí, es una nueva pista de autos, y mira el carro que trae— me dice mostrándome un pequeño Ferrari F40 color amarillo —¿Te gusta?

 

—Sí, es muy bonito, cariño.

 

Me quito mi gorro, abrigo y guantes para ponerlos en la silla y me dedico a jugar con mi hijo hasta que se hace su hora su almuerzo.

 

—¡Hola, hola!— saluda Gretta que entra junto a la enfermera que lleva la comida de Jeremiah.

 

—Hola, Gretta— la recibo con un cálido abrazo.

 

—Hola, Katherina, ¿Y hoy cómo está nuestro principito?

 

—¡Bien! ¡Mira la nueva pista que me regaló mi tío Joseph!

 

—¡Es fabulosa, Jeremiah!

 

—Cariño, ven, es hora de almorzar.

 

Guardo los juguetes en la cesta para que puedan acomodar la pequeña mesa móvil y colocar su comida en esta, cuando ya está todo puesto Jeremiah se queda mirando expectante la comida.

 

—¿Qué pasa, cariño?

 

—No está la gelatina de fresa que me prometió Gretta, hoy es viernes de gelatina— frunce el ceño.

 

—Claro que te voy a dar gelatina, pero sabes que ya no te la ponemos porque sueles comerte el postre primero.

 

En ese momento Jeremiah coloca su mejor cara de "Yo no hice nada" y contesta:

 

—No sé de que hablas— y se dispone a comer haciendo que Gretta y yo riamos.

 

—Katherina, necesito que vengas conmigo.

 

Asiento.

 

—Espero que te comas todo, Jeremiah.

 

—Sí, mami.

 

Lo dejo con la enfermera y la sigo hasta fuera de la habitación.

 

—Bueno...— empieza Gretta —¿Y cómo estás?

 

—Bien, bien ¿Y tú?

 

Gretta me observa seria y niega la cabeza.

 

—Estoy bien, Katherina, lo contrario a ti, acabo de recibir tus últimos exámenes generales, tus defensas están bajas y tu peso también...— me observa con suma seriedad —a este paso no podrás estar acta para la operación y no es la primera vez que tenemos esta conversación, ya no hallo cómo decírtelo.

 

—A ver, si tienes algo que decirme, dilo y ya— respondo a la defensiva.

 

—Solo te estoy pidiendo que comas bien, Katherina, entiendo que para ti es más importante cumplir con tus obligaciones pero eso no quiere decir que dejes como segundo plano el alimentarte.

 

《Tiene razón》.

 

Me abrazo a mí misma y unos segundos después de pensarlo exhalo una bocanada de aire.

 

—Está bien, pondré más de mi parte.

 

—Quiero que esta vez sea en serio, me preocupas— acaricia mi brazo.

 

Sutilmente me alejo un poco para que lo retire lo cual hace junto a una expresión de tristeza.

 

—Estoy bien, relájate.

 

—Sé que es difícil, Katherina, comprendo que es devastador y estresante tener a un hijo en estas condiciones, pero además de cuidar a Jeremiah debes cuidarte a ti misma también. Ten...— dice dándome un sobre manila —es la guía de la dieta que debes seguir, sé que ya tienes una pero...

 

Deja la frase al aire y se encoge de hombros.

 

—Gracias, Gretta.

 

—No hay de qué, sabes que siempre cuentas conmigo.

 

Percibo por su tono de voz que eso último lo dice para recordarme que no estoy sola haciendo que me dé una incomodidad en el pecho, me conmueve que le importe mi bienestar pero también me molesta un poco que desde que mi hijo se vio en estas condiciones todos me tratan como si fuera muñeca de porcelana que en cualquier momento se romperá, el que está en una cuerda entre la vida y la muerte es Jeremiah, no yo, la única persona importante en estos momentos es él y es algo que todos deberían tener más que claro.

 

Decido romper el momento de tensión que se acaba de formar cambiando de tema.

 

—¿Y cómo está Sam?

 

Al nombrar a mi amigo a Gretta se le iluminan los ojos inmediatamente haciendo que deje atrás la incomodidad de mi pecho. Me enternece verla así, después de un año de noviazgo su amor por él sigue estando tan vivo como al principio, o tal vez más, y Sam no se queda muy atrás, está tan colado por ella que aprendió a cocinar solo para recibirla en casa con una rica comida después de sus largas jornadas en el hospital.



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En el texto hay: pasado, romance, amistad

Editado: 08.05.2020

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