De La Sierra La Pasión segunda parte

¡Felicidades!

Todos estaban detrás de la vidriera del retén de niños recién nacidos. La enfermera llegaba con el bebé y decía el nombre del pequeño o pequeña; y a que familia pertenecía.

—¡Ahí viene Rafael, ese es, es!...

La enfermera levantaba al bebé.

—¡Les presento al niño Luis Alberto Palacios!

—¡No, no, ese no es!

¿¡Enfermera el niño Henry Alberto, cuando lo traen!?

—¡Un momento tienen que esperar!

—¡Ya lo van a traer, ya viene Rafael, decían los sobrinos de Rafael!

De nuevo apareció la enfermera, y con un bebé vestido de rosado intenso…

—¡Felicidades a la familia Serrano Colmenares Jaramillo, les nació una bella princesita!

—¡¡¡Es una hermosa niña!!!...

—¡Felicitaciones Tío!!!

Don Rafael se quedó mirando a través del vidrio, y se le iluminó la cara y sintió algo especial y. el corazón dió vuelcos, miraba absorto a la bebé. 

—¡No es varón!..., pero que linda es mi muchachita!...

¡Por mi niña!...—Don Rafael levantó la botella.

—¡Felicidades!

Melba y Teresa estaban abrazadas llenas de alegría.

Miranda no veía el momento de entrar.

Reinaldo y Alfonso estaban allí, llenos y contagiados de la alegría del momento.

Cuando por fin entraron algunos a la habitación de Angélica, empezaron a preguntar…

—¿Cómo se llama?

El médico dijo…

—¡Les digo algo, acaba de nacer una Miss Venezuela!...La niña va

va a ser muy linda.

—¡Se llamará Pasión!—dijo Don Rafael.

—¿Cómo?

—¡Cómo oyeron Pasión Serrano!...y punto. 

Angélica estaba rodeada de Rosas, ramos multicolores, que le habían enviado;  de Don Rafael, de Reinaldo, de los sobrinos, cuando le trajeron a la pequeña Pasión y se la pusieron en los brazos.

—¡Felicitaciones Señora Angélica!

—¡Qué linda es mi niña!

Carlos Alberto Serrano estaba afuera brindando y levantaba los brazos hacia arriba con las manos entrelazadas…

—¡Quedé invicto, soy el único varón!

Don Rafael lo escuchó. 

—¡Bueno si, usted es el único varón, pero así como va, se está dejando dominar, sea macho de verdad, no se deje montar la pata!

—¡Ay pues ya va a empezar!

Al día siguiente dieron “de alta” a la señora Angélica de Serrano, y llegó a la casa cargando a su bebé. Todas las muchachas veinteañeras estaban turnándose el momento de cargar a Pasión. 

—¡Bueno bienvenida Pasión a su casa!

Don Rafael de cincuenta y dos años y Angélica de treinta y nueve años de edad sellaron su amor con esa rosita pequeñita que acaba de llegar a sus vidas llamada Pasión.

En estos menesteres Miranda fue la mujer clave, Teresa estaba muy feliz cargando a Pasión, Melba le cantaba canciones,   Miranda la dormía en el patio sobre una almohada;  y antes de que cumpliera el año, algo nuevo empezó suceder...Teresa estaba arreglando su ajuar de novia. Por fin se casa con Reinaldo. 

La reunión de la boda de Teresa y Reinaldo fue muy sobria, no hubo fiesta, pero su ceremonia fue hermosa, tuvo un buen fotógrafo que captó las imágenes de aquellos momentos. 

Los novios llegaron a la casa y los recibió la campana llena de arroz que halaban la dama de honor y la madrina de la boda, las mejores amigas de Teresa, junto con Melba y Elsa la prima.

Todo fue muy sencillo.

La familia Malpica se dió a conocer en pleno.

Reinaldo presentó a todos sus dos bellas hermanas Cristina y Esperanza, su hermano mayor Andrés, y su hermano menor Aníbal.Y por supuesto su madre la señora Adela.

Todas personas muy humildes, muy trabajadoras y muy decentes.

Reinaldo soñaba con llevarse corriendo a la novia de la reunión. Pero tenía que esperar. Hasta que por fin había llegado el momento de la despedida.

—¡Bueno papá, mamá ahora sí nos vamos!

Angélica sintió un vahído y sintió algo de tristeza.

—¡Bueno hija Dios me la bendiga!...¡Ya usted es una señora!...¡Sépalo llevar, que es un buen hombre!...Dios me los bendiga, los bendijo a los dos!

Teresa besa a su papá y lo abraza, ya se había despedido de sus hermanas, de los primos y amigos.

—¡Se van los novios!

La señora Adela, la suegra de Teresa lloraba como si se le hubiera muerto alguien y su hijo mayor Andrés la regañó….  

—¡Ah pues mamá deje la lloradera que es eso!

—¡Es que Reinaldo es muy buen hijo, de un gran corazón, ese muchacho si es bueno de verdad!

—¡Dejé de llorar mamá!—le decía Esperanza su hija menor.

Los novios se montaron en su carro y arrancaron con un poco de latas sonando por las calles.

—¡Adiós Teresa, que les vaya bien!...

Un poco de nostalgia dejó en el ambiente el casamiento de Teresa. La vida seguía su rumbo junto a los cambios de la vida política del país.

Los Serranos ya no eran los hacendados del Cacao, pero seguían mandando en el comercio a pesar que el gran amigo Marcos Pérez Jiménez ya no estaba para apoyarlo. Don Rafael era amante de las playas, y mandó hacer una buena casa en la playa de Ocumare que colindaba con la costa cerca del Limón. Más adelante mandó hacer otra casita más pequeña frente a la playa.

Y se preparaba para irse todo el carnaval, toda la semana santa y por supuesto vacaciones escolares y parte del comienzo de año.

Y le fascinaba un río.

Nadaba a pesar de ser de la sierra andina; nadaba como un campeón olímpico.

Y precisamente por ese motivo comenzó a crecer lentamente dentro de él, lo cual ignoraba, un gran mal, se contaminó de bilharzia, un parásito habitante de los ríos y lamentablemente se entera de su existencia cuando ya es demasiado tarde.

Pero mientras no había ningún indicio, Don Rafael sin saberlo, seguía su vida, como era su costumbre, los negocios, la playa, sus familia y sus amistades.

Teresa y Reinaldo se fueron de luna de miel, para una playa caraqueña, y ajustada ahora a la vida que Reinaldo le pudiera brindar, nada de estar pidiendo ayuda a papi ni a mami, ella tenía que conformarse con lo que su marido le podía dar.




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