¿de quién es el bebé?

11. Mi chico favorito.

Aunque esa era su creencia y estaba convencido, el paso de los siguientes días no apuntaban nada favorable a una mejora para Rubén. 

Álvaro paseaba por el salón del piso con Camilo en brazos, el niño lloraba incansable hasta el punto de que su carita se ponía roja. 

— ¿Te queda mucho? — Le preguntó Álvaro a Rubén y éste apareció desde su habitación. 

— Ya estoy. Derek está ya abajo. — Habló Rubén y al acercarse besó la cabeza de Camilo. — Ya está, tus papás van a llevarte a ver al tito Julián. 

Álvaro se apartó de Rubén caminando hacia la puerta y Rubén suspiró. Lo siguió después y los dos salieron del piso. 

Derek miró al niño que lloraba en el asiento trasero de su coche. 

— ¿No tendrá hambre? — Les comentó Derek a Rubén y Álvaro. 

— Ha comido y si fuese eso no estaría tan irritado. — Respondió Álvaro, con Camilo echado en su pecho y sosteniendo una de sus manitas cerradas. 

— Ya. — Derek miró a su hermano en el asiento del acompañante y le preguntó. — No tiene seguro. ¿Qué váis a hacer? 

— El tío de Álvaro lo atenderá en su casa. — Dijo Rubén. 

— ¿Podemos irnos ya? — Preguntó Álvaro, también irritado por el llanto de Camilo. 

Rubén le asintió y Derek puso el coche en marcha. 

Álvaro miró expectante a su tío cuando terminó de revisar a Camilo. 

— ¿Y bien? ¿Qué le pasa? — Fue Rubén el que preguntó a su lado y con la misma preocupación. 

A un lado del salón de la casa de Julián, Derek los miraba. 

— Cólico. — Respondió Julián y sonrió al niño que lloraba. — Seguramente ha tragado mucho aire tomando su leche. 

— ¿Ya está? — Desconfió Rubén. 

— No deja de llorar. — Señaló Álvaro. 

— Chicos. Es realmente normal. — Los calmó Julián y le dio indicaciones a su sobrino. — Cuando se ponga así, prueba a pasear con él en brazos o en cochecito por la calle. — Miró a Rubén para aconsejado también a él. — Un baño también ayuda, o tumbarlo boca abajo en tus piernas y frotar su espalda. — Suspiró y les preguntó. — ¿Queréis un té? — Se levantó yendo a la cocina y Derek lo acompañó pidiéndole una taza de café. 

— Dejamelo. — Le pidió Rubén a Álvaro y le quitó al niño. 

— ¿Qué vas a hacer? — Le preguntó Álvaro, que se levantó siguiéndolo. 

— Lo que tu tío ha dicho. Mi madre lo hacía mucho con Dalton cuando era más pequeño. 

Rubén se sentó en un sofá y tumbó a Camilo en su regazo boca abajo, luego comenzó a acariciar circularmente su espalda. Álvaro se sentó junto a Rubén y miró la carita de Camilo. Rubén miró a Álvaro y observó sus labios recordando haberlos besado. 

— Deja de mirarme. — Le dijo Álvaro sin necesidad de mirarlo. 

— Supongo que Irati besa mejor que yo. — Musitó Rubén, dejándolo de mirar y centrándose en Camilo. 

— No tiene nada que ver con quién besa mejor… 

— ¿Es entonces por qué soy hombre? 

Álvaro lo miró serio. 

— Es porque no lo entiendo, eres mi mejor amigo y siento que he sido engañado. 

Rubén sonrió. 

— ¿Habría cambiado algo decírtelo antes? 

— Ni te lo tomas en serio. — Suspiró Álvaro. 

— Me lo tomo en serio, pero si lo hago frente a ti solo va a empeorar todo. Antes de lo que yo sienta, esta nuestra amistad y eso no lo cambio por nada. — Respondió Rubén y se atrevió a tocarle la cabeza. — Perdóname. 

Álvaro se quedó mirándolo serio y Rubén levantó su mano. 

— No quiero que esto acabe con nuestra amistad, espero que podamos superarlo y seguir como siempre. — Dijo Álvaro. 

— ¿Eso incluye seguir viviendo juntos? 

— No lo sé. Sí te gusto no quiero hacerte daño sí me ves con Irati. Ella me gusta y voy a seguir viéndola. — Respondió Álvaro y miró a Camilo al notar que ya no lloraba. 

Lo cargó entonces echándolo en su pecho y sonrió viéndolo relajado. 

— No es la primera vez que tengo que verte con una mujer. — Habló Rubén y Álvaro lo miró. 

— Pero nunca has tratado a ninguna como haces con Irati. 

— Te besé y te acostaste con ella. Tengo motivos para sentirme molesto. — Álvaro sonrió al parecerle gracioso y Rubén lo empujó en el hombro. — No tiene gracia. 

A Álvaro se le escapó un bostezo y se acomodó en el respaldo del sofá. 

— Estoy agotado. 

— Duerme un rato, esos dos parecen que están de charla en la cocina, te llamaré cuando nos vayamos. 

— Es una estrategia de ligue. — Se burló Álvaro de él.

— Sí quisiera ligar contigo haría otra cosa. 

— ¿Cómo qué? 

— Ahora mismo podría hacer algo así. — Rubén se acomodó en el respaldo junto a él y le empujó la cabeza para acostarlo en su hombro. Álvaro se sintió cómodo en su hombro, tanto que tuvo pudor. — ¿Qué tal? 

— Ahora entiendo porqué no ligas nunca. 

Álvaro incorporó su cabeza, pero Rubén lo volvió a tumbar en su hombro. Aquello sorprendió a Álvaro. 

— Va en serio. Duerme un rato ahora que Camilo también duerme. 

Álvaro bajó los ojos al niño y asintió. 

— Sí. Debería dormir un rato. 

Estaba cómodo usándolo de almohada, quizás se debía a lo buenos amigos que eran… Aunque se sentía distinto. Sea como fuese, tenía demasiado sueño para pensar en ello.

Rubén le acarició el cabello un par de veces y Álvaro lo miró sin levantar la cabeza de su hombro. Cuando sus miradas se cruzaron los dos estaban tan cerca que Rubén tuvo que hacer un esfuerzo para no besarlo. 

— ¿Qué? — Le preguntó. 

— No me acaricies así en público. 

Rubén endureció el rostro. 

— ¿Por qué no? Siempre lo he hecho y nunca te ha molestado. 

— Era antes de saber… 

— ¿Saber qué? Ni has querido oír lo que siento o dejo de sentir. 

Álvaro arrugó la nariz y se cubrió con la mano un estornudo. Eso lo hizo levantar la cabeza, pero no dejar de lado la conversación. 

— Porque si oigo demasiado será más real. Y ya me cuesta no pensar en el beso. —Le explicó Álvaro y Rubén sonrió. — No pienso en él de esa forma. — Le tuvo que asegurar.



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En el texto hay: romance, drama, gay

Editado: 17.05.2024

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