¿de quién es el bebé?

25. Nuestro último día juntos.

Los dos pidieron el día libre y salieron a pasear con Camilo en el portabebés. 

— Ya estoy. — Dijo Álvaro, que salió de un supermercado del barrio. 

— ¿Qué has comprado? — Le preguntó Rubén, mirando la bolsa que trajo de la tienda. 

— Hace buen día, podemos aprovechar para ir al parque y hacer un picnic. 

— No tenemos manta. 

Álvaro lo agarró del brazo y echó a caminar tirando de él. 

— Compraremos algo en el bazar. 

Rubén sonrió y miró a Camilo con su chupe en la boca. 

— ¿Quieres hacer un picnic, Camilo? — Le puso una mano sobre la cabeza y le comentó a Álvaro. — Necesitamos una gorra o una visera para Camilo. 

Álvaro miró al niño y lo vio con los ojos entrecerrados por las molestias del sol.

— En el bazar habrá. 

Quiso protegerlo también del sol con su mano, pero Camilo alcanzó tiernamente su mano. Álvaro sonrió por fuera mientras por dentro se le formó un nudo en el estómago. 

— Eh. — Rubén llamó su atención empujándolo en el hombro. — Es el último día, nada de ponernos a llorar. 

— No iba a llorar. 

— Puedes engañarte hasta a ti mismo pero no a mí. 

— ¿Crees que me vas a impresionar por conocerme bien? No soy una chica. 

— Una chica no me haría lo que me hiciste anoche. — Musitó Rubén, y Álvaro sonrió. 

— ¿Te gustó, verdad? 

— Estuvo bien. 

Rubén le frotó el cabello y Álvaro pasó de la satisfacción a la saturación. 

— ¡Para! ¿Por qué siempre me tienes que hacer eso? 

— Porque me gusta. — Respondió Rubén, siguiendo con más ímpetu frotándole el cabello. 

Camilo se rió mirándolos y Álvaro paró de quejarse. 

— ¿No has pensado que es tan pequeño que no se acordará de nosotros? — Le preguntó Álvaro. 

Rubén bajó su mano y la colocó en la espalda de Camilo. 

— Prefiero no pensar en algo que me pondrá triste. Es mejor sonreír y atesorar estos momentos con él.

Álvaro suspiró y sus ojos se llenaron de lágrimas. 

— No estoy pudiendo hacer eso. Cada segundo pienso que es el último… — Camilo todavía agarraba su mano y aunque quiso sonreír, terminó llorando. 

Rubén le pasó un brazo por encima de los hombros y se lo acercó por un lado, dándole un beso en la frente. 

Álvaro extendió una pequeña manta en el césped del parque, no eran los únicos allí. Muchos jóvenes, aún en vacaciones, pasaban el rato en grupo o algunas madres o padres en solitario con sus hijos pequeños. El día era soleado e invitaba a disfrutar de él. 

Rubén dejó su mochila con las cosas de Camilo en una esquina de la manta, así como la bolsa del supermercado, y desabrochó después el portabebés. 

— Ayúdame con Cami. — Le pidió a Álvaro y éste se acercó cargando con el niño. 

Camilo se puso feliz en los brazos de Álvaro y comenzó a hacer balbuceos. 

— Me quiere más que a ti. — Se burló Álvaro. 

— Eres cruel. — Le recriminó Rubén, dejando en la manta el portabebés y sentándose. 

Álvaro sonrió y besó muchas veces a Camilo en la cara. 

— Ve con papá. — Se lo entregó a Rubén y se sentó luego junto a ellos. — Hoy hace buen día… — Disfrutó del sol que le daba en la cara y cerró los ojos por un rato. 

— ¿Qué has dicho en el trabajo? 

— Problemas personales. Hablaré con Elliot cuando vaya mañana. — Miró a Rubén. 

— ¿Quién es Elliot? 

— El jefe de la inmobiliaria. Es bastante guapo, pero está casado. — Sonrió pícaro y Rubén se puso serio. 

— Decir eso era innecesario. 

— Tu hermano Derek también está bastante bueno. 

— Déjalo. — Rubén apartó la mirada de él y la centró en Camilo que se quería bajar de su regazo para tocar el césped fuera de la manta. 

Álvaro sonrió por la cara de molestia que se le quedó a Rubén. 

— ¿De verdad no te gustan otros hombres? 

— No. 

Álvaro se inclinó hacia él y lo sorprendió con un apasionado beso en los labios. Rubén lo correspondió, cerrando los ojos y abriéndolos una vez Álvaro paró de besarlo. 

— Fijarme físicamente en los hombres es algo nuevo para mí, por supuesto voy a mirar a otros… — Le explicó Álvaro y lo agarró con la mano de la nuca. — Pero no he sido nunca un mujeriego y no lo seré ahora… — Le sonrió y le apretó la nuca. — Al único a el que le tengo ganas es a ti. 

— Me va a estallar el corazón. — Confesó Rubén y Álvaro sonrió. 

Camilo lloró de pronto y los dos lo vieron intentando bajarse del regazo de Rubén sin que él se lo permitiera. 

— Suéltalo. Tiene que aprender a moverse. 

Obligó a Rubén a dejarlo y Camilo se sorprendió tanto que los miró a los dos con ojos muy abiertos. Ellos se rieron y Camilo se contagió de la risa, riéndose feliz y echándose encima de Rubén. 

Rubén levantó a Camilo entonces, haciéndolo reír todavía más al subirlo y bajarlo en el aire. 

Álvaro se echó atrás mirándolos con tristeza. 

— No lo pienses tanto. — Le dijo Rubén y lo hizo cargar con Camilo. — Saquemos unas fotos. — Se le ocurrió y Álvaro asintió de acuerdo. 

Mientras el abogado Orlando Giménez abría la carta con los resultados de la prueba de paternidad, la pierna de Rubén no dejaba de moverse nervioso y Álvaro se la paró con una mano. 

— Para. — Le ordenó Álvaro, que tenía a Camilo en su regazo. 

Fernando, sentado en un sillón, los vio hablarse bajo entre ellos y suspiró mirando a su abogado. 

— Orlando, ¿puedes darte prisa en abrirla? — Le solicitó Fernando. 

— Sí, disculpen. — Respondió Orlando y terminó de abrir el sobre. 

De dentro sacó una sola hoja y la leyó él primero antes de hacerles saber el resultado a los demás. 

— ¿Y bien? — Instigó Álvaro. — ¿Es el padre de Cami o no? 

— Lo es. — Contestó Orlando y le pasó la hoja a su cliente. 

Fernando la miró y Rubén se levantó para verla también.  

— A ver. — Pidió Álvaro, extendiendo su mano hacia Rubén y Fernando. 



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En el texto hay: romance, drama, gay

Editado: 17.05.2024

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