De Un Sueño a la Realidad

Capítulo diez: Soy un asesino, perdóname.

Pasó una semana. Christian había estado durmiendo un poco más, pero, aun así, cuando las pesadillas no le dejaban, Matt siempre estaba ahí para él. No habían sido días agitados, así que no había tenido cambios de humor repentinos o ansiedad, mucho menos estrés.

      Los resultados de la obra de teatro habían sido publicados y los ensayos estaban en marcha. Cassandra resultó ser Julieta, específicamente como ella le había mencionado y Jeffrey alcanzó el puesto de Romeo. Christian lo felicitó y Jeffrey le había pedido disculpas las cuales aceptó, aunque ya le hubiera perdonado tiempo atrás. Así también como se perdonó él mismo.

      En algún día de los inicios de febrero, Christian se encontraba solo en casa. Su padre estaba trabajando en el periódico, su madre estaba al este de la ciudad, visitando a su padre, quien se encontraba algo enfermo. Brad se había marchado a dar un paseo en bicicleta, él le había preguntado a Christian si quería acompañarlo, pero se había negado a esa vez. Se quedó viendo un documental que pasaban en National Geographic, había hecho palomitas y, por último, tomaba de lo que quedaba de la soda en la nevera.

      Todo estaba tranquilo, hasta que le interrumpieron todo cuando el timbre se escuchó.

      Miró a la ventana, eran mayores probabilidades de que se tratara de Brad, usualmente solía olvidar las llaves, pero cuando vio que no era él, su expresión se volvió seria.

      Seth Cook estaba frente a su casa, sin Cassandra.

      Christian se apresuró a buscar las llaves y corrió hacia la puerta, abriéndola, bajando las escaleras y llegando hacia la cerca para quitar el candado y dejar pasar al hombre.

      —Buenas tardes, Christian —se acomodó las gafas circulares antes de extenderle la mano, una sonrisa nerviosa apareció en el rostro del hombre.

      —Hola, señor Cook —respondió y le dio la mano, la de él estaba tibia comparando la de Christian.

      Seth hizo una ligera mueca antes de volver a hablar, pasándose la mano suavemente por la nariz.

      —Necesito… ah —levantó la mirada, poniendo sus ojos en él—. Necesito hablar contigo. ¿Puedo pasar?

      —Claro, señor. ¿Cassandra está…? —no pudo finalizar la pregunta.

      —Ella está bien, no te preocupes —asintió y puso las manos en los bolsillos de su traje. Probablemente venía del trabajo—. Es sobre otra cosa.

      —Está bien, señor Cook, adelante —murmuró Christian y se dispuso a cerrar la cerca mientras que Seth subía las escaleras.

      Para cuando ambos estuvieron dentro de la casa, Christian apagó el televisor, se disculpó y luego le pidió que se sentara en los muebles de la sala. Se sentó frente a él, justo en el mueble que estaba detrás de la ventana, donde el sol de la tarde los reflejaba a ambos.

      —¿Estás… solo? —preguntó el señor Cook con curiosidad.

      —Sí, ¿es eso un problema para lo que vamos a hablar?

      —No, claro que no —sonrió—. Es sólo que pensaba que tus padres estarían aquí. Isabelle rara vez deja la casa…

      —Están trabajando, así que estoy acostumbrado —dijo.

      Seth soltó un suspiro, se notaba nervioso a los ojos de Christian. El hombre juntó las manos y miró al castaño, el sol se reflejó en sus ojos azules, sonriéndole un poco.

      —Christian, he venido porque quiero… —vaciló un poco— quiero hablar sobre Matt… y Angel.

      Christian apretó la mandíbula, tragando en seco.

      —Sé que es un tema muy difícil de mantener —se detuvo un momento y suspiró—. Lo entiendo. Aún es difícil… para mí, pero necesito, por favor, necesito que ambos lo hablemos.

      —Muy bien —el chico inspiró hondo y asintió—. ¿Qué quiere que diga?




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