La semana siguiente estuvo salpicada de encuentros casuales con Virgil que estaban sacando de quicio a Lil, pues lo mismo se lo podía encontrar en un pub que en el supermercado o en la lavandería, y lo más desesperante para Lil, era que Maureen había comenzado a tejer toda una historia de amor que derrochaba cursilería por todas partes.
Lil en realidad no necesitaba que se lo recordasen, pues ella también había notado aquello y de hecho el viernes anterior cuando había invitado a Andras a unirse a ellos en el pub, él había rechazado de manera muy cortés la invitación aduciendo que tenía un trabajo pendiente y que no podía retrasarlo más. Aquello había removido la vieja herida de Lil y pensó que, aunque Andras había demorado un poco más que los anteriores, al final estaba actuando del mismo modo.
El caso de Kenny era más extraño aún, porque este sujeto parecía su sombra, pero una sombra especialmente antipática que o bien no decía nada, o lo que decía era muy irritante. De manera que con este estado de cosas, Lil estaba tensa y malhumorada.
El viernes decidieron cambiar la tranquila noche en el pub por ir a bailar a una disco, pero antes de salir, Lil intentó hablar con su padre, pues tenía más de dos semanas sin saber de él y aquello era extraño, sin embargo, su móvil seguía enviándola al buzón, así que dejó aquello y se marchó.
Aunque teóricamente iban a encontrarse con un nuevo amigo de Maureen de nombre Johan, como él no había llegado, Tony se las arreglaba para bailar con ambas, aunque ya Maureen había bailado con otros chicos también, pero cuando se tomaban un descanso, Tony lanzó una maldición.
El ánimo de Lil desmejoró mucho al ver a Kenny que se acercaba, pero lo que llamó la atención de Lil fue verlo caminar directo hacia su mesa, porque por lo general él fingía ignorarla, y si no sucedía nada que lo molestase, entonces ni siquiera le hablaba.
Las cejas de Maureen casi llegaron al inicio de su cabello mientras que Tony escupió su cerveza en todas direcciones.
No obstante, con invitación o sin ella, Kenny agarró una silla y se sentó para asombro de los tres.
Lil iba a decir alguna otra cosa igualmente pesada, pero Kenny colocó la botella de cerveza sobre la mesa, apagó el cigarrillo y tomó la mano de Lil.
Maureen aferró el brazo de Tony y no porque él hubiese tenido intención de intervenir, sino porque estaba segura que iba a caerse de la silla.
Entre tanto, Lil se peleaba con el chiflado en la pista de baile.
Kenny rio y Lil notó que era la primera vez que lo veía reír de aquel modo, pues por lo general solo sonreía y de forma muy odiosa en opinión de Lil.