Hola, princesa.
Hoy no fue un gran día para ninguno de los dos. Bueno, de hecho ningún día es bueno desde que perdiste el conocimiento y entraste en coma. Lo maravilloso de la vida ha desaparecido desde entonces, porque sin ti nada es lo mismo.
Siguen sin permitirme entrar y visitarte. Me duele, no te das una idea de cuánto llevo sufriendo sin tu compañía ni sin poder verte al menos cinco minutos al día. Aunque créeme cuando te digo que ese dolor no se compara con el miedo que me invadió cuando Evelyn, tu hermana, me dijo que no estás progresando mucho. De hecho, por un momento te desestabilizaste y casi te perdemos para siempre.
Creo que jamás he estado tan agradecido con la medicina y quienes se encargan de estudiarla, ya que si no fuera porque uno de los enfermeros logró tranquilizarte a tiempo, toda esperanza en un futuro mejor a tu lado se habría hecho añicos ante la desilusión y el dolor de perderte.
Discúlpame si las letras salen algo ilegibles, pero las lágrimas no me permiten ver con claridad.
Nunca creí que estaríamos pasando por esto, no nosotros. Es increíble cómo la vida puede dar giros inesperados y acabar con tu burbuja de felicidad. Cuando esto sucedía en las películas lo sentía muy irrealista, pero tú tenías razón: uno no valora la suerte que tiene hasta que está a punto de perderla.
Pero tranquila, cariño. Nosotros no perderemos la suerte. Tú te despertarás y ahí estaré yo para poder acompañarte en tu proceso de recuperación. Luego podremos continuar con nuestras vidas y ser felices como nos merecemos. Simplemente debes despertar, amor.
Despierta, Kira. Por favor.
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Editado: 07.11.2020