Despierta, Kira.

Dieciséis

Hola, mi amor.

El día de hoy no tengo nada para contarte. Ninguno de los acontecimientos de los últimos días es interesante como para relatártelos.

Esta vez te escribo porque te extraño. Hoy es uno de esos días donde el deseo de hablarte me ahoga. Uno de esos días en los que mis labios lloran por los tuyos, mis ojos suplican por volver a ver la belleza que posees y mis oídos piden a gritos volver a oír la dulce melodía de tu voz.

Te extraño, Kira. Y lo peor es que aún sabiendo que te extraño más que ayer, estoy seguro de que no lo hago más de lo que te extrañaré mañana.

Extraño nuestros cuerpos volviéndose uno. El suave tacto de tu mano acariciándome y el dulce aroma de tu piel. Extraño besar cada centímetro de ti y tus susurros contra mi oído que tan loco me vuelven. Decirte que soy completamente tuyo y que respondas que tú eres mía. También extraño ser el provocador de tus gemidos y que tú seas la culpable de los míos. Extraño tu sabor.

Todo mi cuerpo te extraña en cada uno de los sentidos.

Solía esperar con ansias la llegada de la noche. Era el único momento en el que contábamos con privacidad porque mamá trabaja en el hospital durante la noche. Nuestros últimos dos meses juntos me había acostumbrado a que mi habitación se convirtiera en nuestra. Había normalizado tanto dormir abrazados en mi cama, que a la primera noche sin ti no logré conciliar el sueño por la sensación de estar incompleto.

No sé si pueda seguir viviendo así, Kira. Tampoco sé si quiero. Me cuesta imaginarme una vida sin ti.

Por favor, amor… te lo suplico, vuelve a mí.

Despierta, Kira.




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