Euphemia se encargó de llevar a Airu y Yuu con un médico que trató sus heridas. La cabeza de Airu no tenía más que un pequeño corte así que bastó con untar un poco de alcohol para desinfectar la herida. Euphemia no se separó de ellos en ningún momento, ni siquiera cuando sintió las incomodas miradas de quienes la observaban.
Yuu parecía ser el más confundido con respecto a la situación pues Airu había fijado ya toda su atención en el atractivo médico que los atendía.
Una vez que terminaron con las atenciones médicas, un automóvil blindado de color negro pasó a recoger a Euphemia y a sus dos nuevos amigos para trasladarlos de vuelta a aquél enorme sitio del hermoso jardín.
Euphemia comenzó con las preguntas incomodas una vez que estuvieron dentro del vehículo.
—¿Puedo preguntar cómo es que llegaron a mi residencia?
Airu y Yuu intercambiaron miradas y fue el chico quien dio la respuesta.
—Ha sido una equivocación —dijo—. Creo que estamos perdidos.
Se mostraba receloso con la amable actitud que Euphemia tenía con ellos así que prefirió guardarse la información acerca del DigiQuartz y la luz cegadora que los había transportado.
—Bueno, deberían tener más cuidado —sonrió Euphemia, aquella cálida sonrisa se borró casi de inmediato cuando añadió—: Las cosas en Britannia no son fáciles desde que Zero apareció, están matando a todos los Elevens y es casi imposible protegerlos a todos.
Nuevamente, Airu y Yuu intercambiaron miradas.
—¿Elevens? —preguntó Airu robándole a Yuu la palabra.
Euphemia volvió a mostrarse confundida.
—Ya saben, japoneses —respondió la mujer.
—Estamos aquí para buscar a mi hermana —comentó Yuu para intentar cambiar el cariz de la conversación—. Nene Amano, ¿la conoces?
—Me temo que no conozco a nadie con ese hombre —respondió Euphemia—. ¿Cómo es? ¿Dónde fue el último sitio donde la vieron?
Yuu se encargó de darle la descripción más detallada posible de su hermana y explicó sin muchos detalles el asunto de la desaparición. Excluyó toda la información referente al DigiQuartz y a la forma en la que ellos habían llegado a aquél sitio. Cuando finalizó su relato, Euphemia lo meditó por un momento.
—No he visto a nadie similar en los últimos días —dijo a modo de respuesta—. Pero puedo pedirle a mi caballero que busque a tu hermana y ustedes dos podrían quedarse en mi residencia mientras la encontramos.
El muchacho volvió a mostrarse receloso, ¿por qué se empeñaba tanto esa mujer en ayudarlos?
—Preferiría dormir en un hotel si hemos de quedarnos aquí mucho tiempo —se quejó Airu en voz baja.
Yuu entornó los ojos al descubrir que la chica sólo quería estar a solas con él.
—En ese caso, yo misma buscaré un sitio donde puedan alojarse —sonrió Euphemia—. Le pediré también a mi caballero que se encargue de buscar a esa chica desaparecida.
Los dos muchachos no tuvieron más opción que aceptar la ayuda. Yuu se desparramó en su asiento y soltó un bufido. Por alguna razón adivinaba que esa mujer quería evitar a toda costa que recorrieran aquella extraña ciudad por su propia cuenta.
Una vez que el Gawain y el Guren volvieron a la bodega, Lelouch le tendió una mano a Nene para ayudarla a bajar del Knightmare. Ella aún no borraba su enorme sonrisa.
Cuando se encontró de vuelta en tierra firme, sacó su Xros Loader y liberó a Sparrowmon para asegurarse de que se encontrara en una pieza. Lelouch retrocedió aterrado cuando vio a aquella máquina salir del Xros Loader y lanzarse sobre Nene para enredarse en un abrazo.
—¡Me alegro tanto de verte, Sparrowmon! —decía Nene emocionada.