Brie está enfadada conmigo, eso no me gusta nada. Además, no sé por qué y eso me gusta menos. Los dos meses después del sorteo nuestra relación se enfrió, pero seguíamos hablándonos. Los últimos tres ya ni nos miramos y yo he dejado de intentar hablar con ella. Es como si su cabreo hubiera aparecido paulatinamente.
Tampoco pasan desapercibidas para mí las miradas lastimeras de mis otros compañeros de partida o de mi padre, ellos notan que estoy desanimado. Víctor y yo nos hemos acercado bastante estos meses y él es de los que más preguntan si me encuentro bien. Eloise no deja de decirme que tengo que comer más porque se me ha ido el apetito o porque estoy muy delgado. La única que está contenta con esto es Ágatha, por fin uno de sus estorbos va a largarse de su vista y la deja tranquila. Ahora se pasa el día revoloteando por la casa con una sonrisa de oreja a oreja, al menos hasta que recuerda que va a tener que seguir soportando a los otros miles de personas que viven en la ciudad y vuelve a encerrarse en su dormitorio como hacía cuando aún no estaba embriagada por la felicidad.
Cuando Brighid y yo empezamos con nuestro arreglo, prometimos que no íbamos a involucrarnos sentimentalmente con el otro más allá de una amistad. Parece que a ella se le ha dado bien, pero yo he fallado de forma estrepitosa. Antes ya tenía mis sospechas, sin embargo, a partir de que dejamos de hablarnos a mayores de lo imprescindible en clase o en las reuniones semanales con el Gobernador me di cuenta de la falta que me hace. Mi día a día parece vacío sin ella, es aburrido, no es uno de esos amores con los que sientes que no puedes respirar sin la otra persona o que lo único en lo que piensas es en ella, bueno un poco como lo último sí que es, pero no en el sentido obsesivo y acosador, ¿sabéis?
El tema es que no sé por qué está así, no entiendo qué he podido hacer en estos meses para causar su nuevo rechazo hacia mí. Siempre que la veía charlando con alguien e intentaba acercarme me ignoraba o directamente se iba tan pronto como veía mis intenciones. Sé que Azila y Lauren se han hecho muy cercanas a Brie, pero también sé que no van a soltar prenda, así que suelo preguntarle a Víctor sobre ella. A pesar de que no me quiera cerca yo sigo preocupándome por lo que le pase.
No sólo les he preguntado cómo se encuentra, además de si saben por qué está así conmigo. Azila y Lauren no me han dicho nada, pero creo que eso es porque no saben nada seguro, las únicas personas a las que se ha abierto del todo eran su abuela y su mejor amigo, Ellyon, sin embargo, ambos están muertos ahora. Aunque las chicas tienen sus sospechas, las cuales tampoco me han dicho. Algo de lo que no me cabe duda es de que Víctor sí lo sabe, ella se lo ha contado. Por mucho que le pregunto por el tema me dice que no puede contarme nada, que tengo que hablar con Brighid. Y eso es precisamente lo que yo quiero hacer, pero ella se niega.
Varias veces he ido a su casa tratando de convencer a sus padres de que hablen con ella o para conseguir conversar con Brighid yo mismo. Todo esto sin tener éxito. Patrick y Lourdes intentaron hablar con su hija al principio, pero no les quedó más remedio que ceder ante su hermetismo.
—Es lo suficientemente mayorcita como para que sus padres le obliguemos a contarnos sus secretos, si ella lo quiere así, así será —me dijo Lourdes uno de los primeros días que fui a su casa.
Actualmente llevo una hora tirado en mi cama detallando el techo del dormitorio dándole vueltas al mismo tema. Hace tres semanas que no me presento en la casa de Brighid para intentar hablar con ella. Sé que esta vez va a suceder lo que las otras veces, pero por intentarlo de nuevo no pierdo nada. Me levanto del colchón ya en principio desanimado por que sé cómo va a acabar esto y voy directo a su puerta.