Dividida entre dos corazones

capítulo 6

Callie contempla los paisajes de Petite Villa con admiración. En este pueblo, aún puedes visualizar como el brilla con tanta intensidad, las nubes no son tan oscuras. Percibes la oscuridad en el aire, pero no es tan grave como en Grand Sunlite. Petite Villa es tranquila, diminuta y muy acogedora.

De sus labios, sale un bostezo. Callie siente como sus ojos son tan pegajosos. A pesar de que en el tren ha dormido bien, aún siente como el cansancio cala en sus huesos. No le apetece quedar admirando la belleza de este pueblo, solo necesita llegar al hostal donde vivirá y echarse una buena siesta. El cuerpo solo le pide un largo descanso, sin interrupciones, sin esos sueños extraños.

La estación de trenes de Petite Villa es un poco más grande comparada con la de la ciudad de Grand Sunlite. Tiene un aire moderno y juvenil. No está ubicada dentro del pueblo, sino a las fueras, en concreto en el campo.

Callie tiene entre sus manos el mapa que le ha dado Irina. Ella es pésima leyendo e interpretando mapas. Gruñe impaciente. La paciencia no es una virtud de Callie. Odia esperar, más cuando lo necesita ahora. Es demasiada impulsiva. Siempre actúa antes de pensar. Pero en los últimos años, supo controlar esa impulsividad.

Fuera de la estación, hay un gigantesco agujero en el suelo. No está tan profundo. Al estar tan enfocada con el mapa, Callie no se percata de él y su pie izquierdo lo pisa. Por la presión y la profundidad, Callie grita de dolor. Su pie empieza a dolerle de una manera exagerada. Se muerde el labio inferior, sintiendo como sus ojos se cristalizan.

¿Qué karma ha cometido en su otra vida para tener tanta mala suerte? Se pregunta la joven, harta de ser tan torpe.

—Oye, ¿estás bien? ¿Necesitas ayuda?

 

Jerome sigue por detrás a su hermano Nikolas. Como de costumbre, suelen adentrarse en el campo cercano a la estación de tres. A ambos les gusta pasar el rato tumbados en la hierba. Si caminas un poco, hay un arroyo de río. Su agua es cristaliza y transparente. Es el lugar favorito de Jerome. Suele darse chapuzones en cuanto puede. Aunque ahora los tiempos han cambiado. El peligro acecha en cada rincón del pueblo, pero las personas siguen tranquilas, como si nada raro ocurre. Desea tener esa mentalidad, pero no puede ignorar esa sensación de oscuridad controlando poco a poco la felicidad característica de Petite Villa.

Nikolas era el mayor, y el más maduro de los dos. Su personalidad es tranquila, tímida, demasiada aburrida para la mayoría de las chicas del pueblo, y dulce. Pero él no piensa eso de él mismo. No es aburrido ni tampoco tímido. Solo que le cuesta sentir ese sentimiento de apego por alguien más que no fuese su madre o su hermano gemelo.

Ambos hermanos son totalmente diferentes en muchos aspectos como sus actitudes hacia la vida, sus gustos musicales, uno es popular y el otro es un don nadie. Pero hay algo que los une como un perfecto puzle: ese amor por la naturaleza. Nikolas le gusta disfrutar de la tarde con Jerome, sentados en el suelo mientras cuenta cuantas nubes hay en el cielo. Jerome cierra sus ojos y aspira el agradable aire de las flores. Ese es su pequeña zona de confort y jamás, pasase lo que pasase, la cambiara por nada.

Los hermanos escuchan un grito femenino. Por el sonoro sonido, deducen que la desconocida estará muy cerca donde ellos. Corren hacia esa dirección. Hallan a la joven comprobando su pie, intentando caminar pero de una manera lenta casi cojeando.

—Creo que necesita nuestra ayuda.

—No creo, Niko. Estará bien. ¡Vamos!

—Venga ya, Jero. Se ve que es nueva en el pueblo, necesita ayuda y está perdida. No seas malo y vamos a ayudarla.

Jerome asiente a regañadientes. Odia cuando sus planes no salen como él desea, como en este instante. Maldice a Nikolas por tener un corazón tan blando y caritativo. Siempre lo utilizan, y eso hace arder su sangre. Él es buena persona, pero suele ser selectivo cuando debe ayudar a alguien. Antes solía echar una mano a cualquiera —sean conocidos o no—, pero lo ha dejado de hacer porque nadie es respetuoso y agradecido cuando los ayuda. Él sabe con perfección que cuando ayudas a alguien, lo debes hacer porque te ha salido del corazón, no porque no vas a recibir algo a cambio.

 

El corazón de Callie da un respingo al oír una voz desconocida masculina. En frente de ella, están dos jóvenes. Son idénticos. ¿Serán gemelos? Callie se queda mirándolos con asombro. Pero uno de ellos, le trasmite rebeldía y peligro. Es el típico chico malo donde tarde o temprano, te romperá el corazón en pedazos.

—¡Oh, sí! Solo es un pequeño golpe. Estoy bien. Solo que soy torpe y eso. Bueno gracias…

—Ves, hermanito. Te dije que estará bien, ¿no? —dice entre gruñidos. Como si estar ayudándola es lo peor del universo.

Ha sido en ese mismo instante donde Jerome y Callie ignoran todo su alrededor, solo existen ellos. Se quedan mirando el uno al otro con desagrado.

—Lo siento por lo de mi hermano. A veces es idiota —interviene el otro gemelo pero ni Jerome ni Callie le hacen caso.

Jerome es sociable, divertido y carismático. Tiene una buena relación con todo el mundo. Todos lo idolatran. Pero hay algo en esa joven que simplemente no puede soportar. Por culpa de su torpeza, no ha podido disfrutar de su chapuzón en el río.



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En el texto hay: amorodio, enemistad, veganza

Editado: 19.07.2021

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