Rachel.
Llegamos al sótano donde él tenía estacionado el auto, yo estaba cabizbaja, la verdad estaba muy incómoda cómoda con el hecho de que él pretendiera llevarme a mi casa, entonces le dije:
—Aún pienso que no debería llevarme.
Me miró fijamente a los ojos, sentí un calor que arropó todo mi cuerpo, sus ojos me impresionaron, su mirada profunda enigmática y a la vez tierna, tenía casi un año trabajando con él y jamás había anotado que tenía una mirada hermosa; atrapante, medio de todo me fascinaba.
Me pregunté en mis adentro si ese doctor me estaba empezando a gustar, ya no podía mirarlo como antes, me ponía muy nerviosa siempre que lo tenía tan cerca.
—La llevaré a su casa y me cercioraré de que nada malo le pase, no quiero sentirme culpable si le llega a suceder una desgracia.
Sonó frío y distante con sus últimas palabras, él se iba a encargar de hacer que jamás volviéramos a cruzar la línea, eso me hacía preguntarme el por qué su capricho y su insistencia de llevarme a mi casa.
—Mi apartamento queda realmente lejos, no creo que sea conveniente que lleve su auto al barrio donde vivo.
Pareció no escucharme y abrió la puerta del copiloto.
—Sube.
No me lo pidió, sino que fue una orden la que me dio, la cual no pude desobedecer y subí como niña disciplinada.
Salimos del hospital, me preguntó hacia dónde debía dirigirse, le indiqué el nombre del barr donde yo vivía, a una hora de donde estábamos. El condujo, a mí me pareció irreal el hecho de estar en su auto, recosté mi cabeza contra el asiento y me quedé mirando hacia la ventanilla contemplando todo lo que mi vista pudiera ver y me distrajera, porque realmente no me sentía bien al lado del doctor Sánchez, aunque a su vez ya me había dado cuenta de que él me gustaba, desde que me miró fijamente a los ojos y envolvió mi cuerpo en un fuego que no consume, pero que sí conmueve todo y puede doblegar cualquier muro que yo pudiera poner entre los dos.
—¿Te sientes bien?
Me preguntó de repente cuando íbamos a mitad de camino.
—Estoy perfectamente bien, no se preocupe.
No volvimos a entablar una sola palabra el resto del camino, ese fue el viaje más incómodo que había hecho en mis veintidós años de vida.
Llegamos al barrio y entramos al complejo residencial donde yo vivía alquilada con Patricia. Procuré que no entrara a mi apartamento, Pero igualmente lo hizo, me di cuenta que era un hombre necio que no escuchaba las razones de los demás. Entramos a la sala, en eso entonces yo estaba empezando a sentirme molesta.
—No sé si sea conveniente que siga aquí. —Le dije, él se mordió el labio inferior.
—no vine hasta aquí para marcharme de una vez.
Entrelacé los dedos de mis manos y di algunos pasos hacia el centro de la sala.
—¿Qué es lo que quiere?
—Ya te lo dije desde temprano, necesito que hablemos.
—Entonces hable y luego váyase, no quiero que llegue alguien del hospital de repente.
—¿Quién?
—Patricia, o Camilo.
Resopló.
—Está bien —Se acercó y se paró frente a mí.
—No pretendo que se vaya del hospital, menos ahora que la doctora Grace piensa que estamos saliendo juntos.
—Bien, no me voy a ir, me gané ese trabajo siendo la mejor. —Sus labio se arquearon levemente hacia arriba, me miró con algo de admiración me dijo:
—Si, te lo ganaste, el doctor Burton te recomendó, no por nada, eres una profesional altamente calificada. —agaché mi rostro, me sentía cansada física y mentalmente.
—No quiero más consecuencias de ese error que cometimos.
Él no dejaba de mirarme, yo sentía que sus ojos eran como imanes atrapantes que me atraían hacia él.
Cielos —me dije por dentro— el doctor Sánchez no me mira como antes, siento que cada vez que sus ojos se posan sobre mí, me desnuda, solo podía evadir su mirada por momentos.
Tragué saliva, estaba en una situación incómoda, no sabía cómo comportarme con mi jefe, con él que había pasado una noche, no podía tener confianza con él, pero tampoco podía olvidar que tuvimos intimidad y que amanecí en su habitación. Pero decidí que debía aclarar esa situación, él me había dicho que quería hablar, precisamente para eso, para dejar todo claro, quizás él también estaba tan incómodo y por eso quería tratar de ese asunto que yo deseaba no mencionar.
Respiré hondo y le dije:
—Usted quiere hablar, ahora yo también.
—Escucho. —levanté mi mirada, me quedé viéndolo a los ojos.
—Todo esto es incómodo, jamás creí que algo así pudiera pasar.
—Yo tampoco lo pensé, ni siquiera me había fijado en… solo eras la enfermera Rachel, nada más.
—Y usted solo es el doctor y jefe del área de cardiología de ese hospital, quiero que ya dejemos ese asunto atrás, como si nada hubiera sucedido.
—Eso también es lo que quiero.
Se acercó a y continúo con esa mirada sobre mí que decía mil cosas, pero yo no imaginaba la reacción repentina que iba a tener el doctor Sánchez en ese momento, de pronto me agarró y me sujetó de la cintura, nuestros cuerpos quedaron muy juntos; yo sentí escalofrío, estaba anonadada y comencé a temblar, pero a la vez me agradó su tacto, algunas imágenes de aquella noche llegaron a mi mente. Después sin dejar de mirarme me dijo:
—Deseo poder olvidar ese error que cometí al llevarte a mi cama, eso jamás debió pasar, soy tu jefe y tú mi empleada, pero no puedo sacarme de mi cabeza lo que hicimos, lo recuerdo una y otra vez; lo peor es que me gusta
Me agarró un mechón del cabello, vi que de manera muy sutil pasó su lengua en medio de sus labios, de repente me vi atrapada, me tenía envuelta con sus brazos alrededor de mi cintura, mí mente me decía que debía evitarlo, pero también quería estar cerca de él, mis ojos solo se quedaron viendo los suyos, los dos estábamos haciendo lo contrario de lo que habíamos dicho que pretendíamos hacer.
De repente inclinó su cabeza y acercó sus labios a los míos, yo estaba paralizada, luego sentí cuándo nos tocamos, me besó suave y delicadamente.
El tacto de sus labios húmedos me hizo estremecer, mi cuerpo por dentro tembló, todos mis mecanismos de defensa quedaron en otro plano.
Me gustó que me besara, pensé por un momento en lo que vendría después, ¿qué iba a pasar entre nosotros? ¿Qué pretendía el doctor Sánchez y qué significado tenía ese beso?
Mis manos estaban en medio de los dos, Pero no sé opusieron, sino que cedieron a la voluntad del doctor Sánchez, también lo hicieron mis labios, porque lo besé por un momento, era una locura lo sé, ese fue el siguiente error que cometí con él, no pasó mucho tiempo cuando de repente dejó de besarme, yo abrí mis ojos, me encontré con los suyos mirándome con una expresión de arrepentimiento, despacio me soltó, luego habló y me dijo:
—No volverá a pasar, le pido disculpas. —Yo me quedé callada, no sabía qué decir, él se alejó de mí, sus pies apuntaron hacia la salida.
—Ya no la molestaré más, tampoco le causaré más confusión, espero que no mal intérprete las cosas, usted sigue siendo una enfermera de mi equipo y yo soy su jefe, nada más. —Me dio rabia que me dijera eso.
—No se preocupe doctor, no soy la doctora Grace, no estoy enamorada de usted, no tengo intereses sentimentales en su persona, por eso le pido que se vaya de inmediato.
—Un par de líneas horizontales se dibujaron en su frente, no le gustó la manera como le hablé, eso me hizo sentir que tenía el control, al menos en mi territorio.
Caminó hacia la puerta, giró la manivela y abrió, antes de salir volteó a mirarme y me dijo:
—Puede tomarse una semana de reposo. —Erguí mis hombros.
—Mañana me presentaré a trabajar, solo haga que la doctora Grace no vuelva a reclamarme nada, la próxima vez no pienso quedarme callada.
—Esta bien, señorita Rachel.
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Editado: 31.07.2024