El enigma

Capítulo 12: La búsqueda

Al amanecer el día y tras los rezos de prima, el Gran Maestre llama a su presencia a sus dos hombres de confianza, el joven templario, que ya había demostrado que su juicio en el análisis de las situaciones no tenía rival y a su amigo, el maestre del joven, ya que ambos se salvaron la vida en muchas e inolvidables ocasiones.

El Gran Maestre tenía la cara desencajada, algo parecía no ir bien. Sus informadores decían que las fuerzas islámicas estaban planificando el ataque a Jerusalén con una gran fuerza militar que no podrían para los cruzados y los templarios juntos.

El joven, lejos de venirse abajo, dijo que, si no se podía vencer en una batalla con el grueso de las fuerzas porque no se les mermaba en pequeñas batallas, donde elegiríamos el terreno, el día y las condiciones de la batalla. El Gran Maestre, abriendo los ojos, le grito que era un genio, había unos pequeños poblados que podrían asaltar, haciendo escarmientos y cortándole la línea de suministro de alimentos y agua. Estaban pensando como militares, pero nada más terminar de decirlo, el joven pensó que también habría mujeres y niños inocentes y que no era justo. Le pidió que le dejara unos mapas con las ubicaciones de las fuerzas enemigas y que él le haría una propuesta de ataque para minimizar las perdidas inocentes y que no sufriera el pueblo más de lo necesario en una guerra como esta.

Los dos compañeros, impresionados por la piedad del joven, le facilitaron lo que pidió y esperaron su propuesta.

El joven analizo tranquilamente la situación, dándose cuenta que tenía, cerca de su posición a los turcos y los selyúcidas del run, pero al lado de Jerusalén estaba el califato fatimí del Cairo, quizás allí se encontrará la caja y así poder matar 2 pájaros de un tiro. Pronto, y a modo de distracción monto unas escaramuzas en el norte con los selyúcidas mientras que ellos con una pobre escolta viajarían a Jerusalén, para así atacar a las zonas donde estaban las mejores tropas islámicas, propinándoles unas pérdidas difíciles de recuperar en breve tiempo.

Esa misma tarde le explico el plan a sus dos jefes y ellos no podían creer que en tan poco tiempo, un jovenzuelo hubiera planificado algo tan complejo, ataques de distracción, golpear en el corazón del enemigo y encima buscar la caja todo con el mínimo desgaste posible. Sus explicaciones dejaban perplejos a los dos templarios y no sabían nada más que asentir con la cabeza, sin saberlo le estaba dando una clase magistral de guerra moderna, que llegaría hasta nuestros tiempos, con innumerables ejemplos de guerras de guerrillas, de distracciones y demás artimañas que hasta la segunda guerra mundial fueron ejecutadas con tanta minuciosidad como inteligencia por parte de este joven.

Las escaramuzas en cesárea contra los selyucidad y Harrán contra los turcos propiciaron lo que el joven quería, que su viaje a Jerusalén pasara inadvertido.

Una vez en Jerusalén, reclutaron un nutrido grupo de cruzados con diferentes habilidades, arqueros de arco largo, caballeros teutones con su famosa caballería pesada, la caballería ligera correría a cargo de los templarios y los hombres de a pie los pusieron los españoles con unos incipientes pero afamados piqueros que ya habían sembrado el miedo entre las filas musulmanas. No eran más de 200 pero partieron hacia su destino. Nadie sabía el destino salvo los tres templarios.

Elarish era su destino, según sus espías, había llegado unos 10 jinetes almorávides a toda prisa, y estarían allí poco tiempo ya que su destino era el Cairo y posiblemente llevaran la caja, lo que si era seguro que llevaban un presente muy valioso para el califa.

Aprovecharon que había un pequeño estrechamiento, podríamos decir que era una especie de cañón, sitio perfecto para una emboscada. Tres templarios a caballo tendrían que dejarse ver y salir al galope hacia atrás como si fueran rastreadores que lo habían visto las tropas enemigas por error así atraerían bastantes tropas que serían derrotadas sin mucho esfuerzo en esa zona.

Tal como lo planeo, salió, los jinetes templarios imitaron perfectamente a los rastreadores sorprendidos, las tropas islámicas salieron al galope tras ellos, al llegar al cañón, los arqueros lo estaban esperando arriba, los piqueros españoles en el suelo  y detrás de ellos aparecieron cincuenta caballeros teutones perfectamente pertrechados, cayeron más de doscientos soldados de las tropas del islam, cruzados no llegaron a veinte, la estrategia había salido perfectamente, ahora solo quedaba ir al poblado terminar con las tropas que se quedaron atrás y buscar la caja.

La caballería ligera templaria dio una pasada, no tenían muchos arqueros los musulmanes así que fueron pasando a cuchillo a toda la milicia, los piqueros entraron en el poblado rematando a los supervivientes que llevaran un arma en la mano, fueran hombres, mujeres o niños. Después llegaron los tres templarios que ofrecieron comida y agua a las mujeres y niños que no habían sido beligerante contra ellos. Los jinetes fueron apresados por los templarios ya que poco antes de llegar se marcharon con una caja de grandes dimensiones.

Cuando abrieron la caja solo vieron unos restos de un esqueleto, los jinetes solo decían que eran huesos santos para ellos, que no lo destruyeran. Indudablemente no era lo que iban buscando, dejaron marchar a los jinetes con el presente para el califa, y con una advertencia, que no marcharan contra Jerusalén, que el respeto por la religión tendría que ser algo que no se pisoteara, por eso le dejaron pasar.

El joven, cabizbajo, no podía creer que las fuentes de información se hubieran equivocado tanto, e intento ver donde podría estar escondida esa caja.




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