Otro día más, David se preparó para ir a clase, aunque para sorpresa de él, anoche descansó muy bien a pesar de todo lo que ocurrió ayer. Sobre todo se enfatizó en el hecho de que la familia de Valeria era algún tipo de ser o monstruo. Lo que hizo preguntarse una y otra vez, si ella lo sería también.
Con los nervios a flor de piel y sin saber muy bien cómo actuar en cuanto la viese, David se fue a la clase con la cabeza llena de pensamientos, tal y como le ocurría últimamente.
Tras despedirse de sus abuelos y enterarse de que hoy vendrían a arreglar la ventana del trastero, se dispuso a recorrer su ya repetitivo camino. Llegando a la escuela justo a la hora de la entrada, por lo que los pasillos hervían de movimiento. Aunque hoy, por el motivo que fuese, había más revuelo, así que fue esquivando a toda la gente hasta que llegó a las escaleras.
– ¡David! – Le gritó alguien por la espalda.
Al principio pensó en que se trataba de Valeria, pero aquella voz no era de ella ni de ninguno de sus amigos, así que extrañado, se giró de golpe, llevándose una sorpresa al ver que era su tutora.
– ¿Ibas camino de clase, no? – Se acercó esquivando a un grupo de alumnos que estaban al lado de la escalera.
– Sí, claro – asintió obedientemente.
– Por favor, sube y diles a tus compañeros de clase que vayan de manera inmediata al salón de actos. Al parecer el director tiene algo que contar – le explicó.
– ¿Ocurre algo? Está el ambiente un poco…
– Ya os enterareis – añadió la profesora y al instante se marchó de allí en busca de otra clase.
– Genial… – A David no le gustó nada aquello, así que con mucha intriga, se dispuso a subir las escaleras cuando alguien le detuvo al completo al agarrarle el brazo derecho –. ¿Qué ocurre ahora? – Se giró y se llevó una sorpresa al ver que Valeria.
– Dímelo tú – respondió ella –. Te he visto hablar con la tutora, aparte de que hay un ambiente un poco agobiante por aquí.
– Al parecer el director va a dar una charla en el salón de actos o algo así, por lo que debería de avisar a nuestra clase – se soltó de ella y subió los escalones hasta llegar al segundo piso, donde se respiraba un aire mucho más tranquilo.
– ¡David, espera! – Valeria le había seguido, agarrándole de nuevo para pararle otra vez –. Siento mucho lo de ayer. Mi madre no tiene límites… No sabe cuando apartarse del tema…
– No pasa nada – David se sorprendió al escuchar eso –. Si vieses a mi abuela… Es completamente distinta a tu madre, pero te entiendo a la perfección – le entró las ganas de preguntarle si su familia era algo, aunque mejor se lo calló, ya que entonces le debería de contar que él era un cazador –. Tienes que darla una segunda oportunidad.
– Da igual las oportunidades que las dé, siempre acababa actuando igual… En fin… – Suspiró –. Que lo siento mucho y ya está – pausó –. Por cierto, ¿investigaste algo ayer?
– No hace falta que lo sientas, ya entrará en razón – la miró fijamente –. Y de lo otro… Pues no, no miré nada, la verdad.
El ambiente en el salón de actos era de todo menos lo que tenía que ser, de hecho, había tanto barullo que David apenas escuchaba hablar a Jhon y Matilda, así que asentía a todo lo que le decían sin tener ni idea.
– ¡David! – Valeria le golpeó en al brazo para que este se acercase a ella –. ¿Por qué está la gente tan expectante? – Gritó para que le pudiese escuchar.
– ¡En todo lo que lleva el director en el mandato, no ha dado ni una charla en el salón de actos! – Respondió él quedándose casi afónico.
– ¿Y por…
– Silencio, por favor. Silencio – se escuchó de los altavoces, haciendo que todas las personas de aquella sala se callasen de golpe, aliviando por fin los odios de David.
El director, con su traje negro, accedió al escenario por unas escaleras por el lateral derecho y se fue hasta el antiguo atril.
– Buenos días a todos – fue lo primero que dijo ante la atenta mirada de todos –. Sé que esto no estaba planeado, pero debido a las consecuencias, hemos decidido tomar una serie de medidas. ¿Qué consecuencias os estaréis preguntando? – Pausó –. Durante este mes se han colado en nuestro recinto escolar varias personas. Y no es solo una vez, la de ayer fue la séptima. Por lo que tras aprobarlo con la junta, vamos a reforzar las medidas de seguridad en la escuela. Y eso implicará la instalación de cámaras de vigilancia – pausó –. ¡Pero tranquilos! No se instalaran dentro de los pasillos ni en las aulas, tan solo se hará en el recinto exterior. Si vuestros padres o madres tienen alguna pregunta al respecto acerca de vuestra seguridad, que por favor lo hagan en secretaria, os atenderemos encantados.
– ¿Y si usáis las imágenes contra nosotros? – Preguntó un chico que fue imposible de localizar.
– ¡Los estudiantes tenemos nuestros derechos! – Gritó Jhon.
– ¡Y no vamos a permitir que unas cámaras nos lo quiten! – Agregó ahora una chica desde la última fila.
– ¡Hay otros métodos que poner cámaras de vigilancia! – Comentó otro chico y a continuación todo el salón de actos se puso en pie de guerra contra esa medida, provocando más barullo que antes y haciendo que todos se levantasen para gritar y quejarse. De hecho, dio igual las veces que el director intentó silenciar la sala, ya que aquello se convirtió en una protesta.
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Editado: 09.07.2023