La verdad es que tuvieron bastante suerte con el médico que les atendió, ya que se creyó la mentira de que uno de los tigres les había atacado y también se creyó que habían usado mal la morfina que se encontraron en uno de los botequines que tenían. Así que tras dejarla con los cuidados del hospital y avisar a sus padres, el médico no dejó que tuviese visitas hasta el próximo día, por lo que cada uno se fue a su casa hasta la mañana siguiente, donde David fue el primero en salir hacia allí.
En cuanto accedió por la puerta del hospital, se fue directamente hacia la recepción para preguntar en que habitación se encontraba Valeria. Pero de nuevo hizo acto de aparición la suerte y se cruzó con el médico que les atendió ayer.
– Está bien – le dijo el doctor antes de que David pudiese decir algo –. Hemos limpiado la herida y se la hemos vendado – se fue hacia un mostrador para apuntar algo en un papel –. Ha tenido suerte, llegáis a tardar más y se moriría desangrada… La herida era tan profunda que hemos tenido que sedarla para limpiarla – firmó un documento –. Tendrá que quedarse al menos durante unas horas más, tan solo para comprobar que el cuerpo elimina todo el sedante y eso – una señora vino corriendo para avisarla de una emergencia en otro lado –. Habitación 131 – agregó antes de marcharse pitando hacia la otra urgencia.
A David ni si quiera le dio tiempo a decirle gracias, cuando el doctor ya se había marchado de allí, así que miró a su alrededor en busca de las habitaciones, aunque la chica que estaba tras la recepción, le señaló hacia unas escaleras que había justo enfrente, así que se fue hacia allí y las subió lo más rápido que pudo, dirigiéndose directamente hacia la habitación que le había dicho el doctor. Como se trataba de espacios cerrados, se llevó una sorpresa al abrir la puerta cuando se encontró con los padres de Valeria.
– ¡David! – La madre se levantó de su sitio para dirigirse hacia él –. ¿Se puede saber qué mierda estabais haciendo? – Soltó muy enfadada –. ¿Tigres? ¿En serio?
– Podíais haber muerto todos – agregó el padre.
– Ocurrió todo tan deprisa que yo me quede paralizado, lo siento – se disculpó David inventándose todo mientras miraba como Valeria estaba dormida.
– ¿Y se puede saber qué hacíais ahí afuera?
– ¿No se supone que había toque de queda? – El padre le miró fijamente –. ¿O es que os queríais hacer los héroes?
– ¿No me digas que los tigres estaban relacionado con algo sobrenatural? – Le preguntó la madre –. No me valen excusas, dime la verdad – le exigió.
– Sabemos lo importante que es ella para ti, así que por favor, no nos mientas – añadió el padre.
– Yo…
– Fue culpa nuestra – Matilda apareció junto con Jhon.
– Llegamos del viaje y propusimos hacer un camping en el bosque sin saber lo que realmente estaba ocurriendo – comentó Jhon –. Así que nos estábamos dirigiendo hacia allí por la carretera principal cuando nos atacó un tigre.
– ¿Y cómo conseguisteis que se alejase de vosotros? – Les preguntó la madre.
– Con esto – Matilda sacó una especie de gas pimienta que llevaba siempre encima por si acaso –. Nunca se sabe cuando lo vas a necesitar en este mundo… – Pausó –. Y parece que a los tigres tampoco les gusta mucho… – Se lo guardó de nuevo.
– Me sorprende que hayáis tenido tanta suerte… Os podía haber devorado a todos – reconoció el padre, que no estaba convencido del todo.
– De hecho… Fui muy lenta… – Matilda se puso triste –. Cuando quise sacarlo, el tigre ya había dado su primer zarpazo… Perdón – soltó.
– No hace falta que te pongas así – le dijo la madre –. No es culpa tuya que unos tigres se hayan escapado de un transporte… Cuando nos enteremos de los responsables… Se van a enterar – masculló.
– El que me quedé paralizado fui yo, Matilda – David siguió aquella excusa inventada –. Podía haber hecho lo que sea, pero me quedé tan en shock que…
– ¡Chicos! Basta ya de echaros la culpa los unos a los otros – comentó Jhon ahora –. Lo importante es que estamos aquí y estamos bien – reconoció –. O casi bien – se refirió a Valeria.
– Al menos estabais ahí y no en la gasolinera… – Susurró el padre –. Al parecer han encontrado dos cuerpos completamente derretidos y del que no podrán sacar nada…
– Y el cuerpo de un animal – agregó Jhon –. Se dice que puede que fuese algún tigre, aunque al igual que los cuerpos, no podrán sacar ninguna conclusión…
– Me pregunto quienes podrían ser – habló el padre –. Los propietarios al parecer estaban ya en sus casas…
– Supongo que alguien que quería protegerse de los tigres – respondió Jhon –. Con tan mala suerte de que les siguió uno al interior, aunque me pregunto el cómo pudieron acceder dentro.
– ¡Dejemos de hablar de estas cosas, por favor! – Soltó la madre –. Estamos en un hospital y estamos por nuestra hija, ¿así que por qué no nos centramos en ella?
– Estas un poco estresada – le dijo su marido –. El doctor nos ha dicho que estará bien y que no hay nada del que preocuparse. Está curada y fuera de peligro, nos deberíamos de quedar con eso, ¿vale? – Pausó –. De hecho… ¿Por qué no vamos a por un café mientras aprovechamos que han venido ellos? – Señaló a los tres –. Se quedaran vigilando, ¿a qué si? – Les miró detenidamente, a lo que ellos respondieron asintiendo con la cabeza –. ¿Ves? – Miró ahora a su esposa –. Venga, vamos. Nos vendrá bien tomar algo – abandonó la habitación seguido de su mujer, que les miró fijamente una última vez antes de marcharse.
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Editado: 09.07.2023