A medida que David iba acercándose al lago, pensó en la forma más rápida y correcta de cruzarlo, ya que no se iba a poner a nadar, por lo que la opción más factible era la de ir al club náutico del pueblo.
Así que tras recorrer el camino hasta allí y comprobar que no había nadie por los alrededores, se coló en el interior de la pequeña caseta y sacó de ahí dentro una pequeña canoa roja que puso a flote de inmediato, ya que cada segundo cuenta. Aunque fue a montarse encima, cuando se dio cuenta de que se olvidaba de lo más importante, los remos, así que se metió de nuevo en la caseta corriendo y cogió los dos primeros que se encontró por ahí, empezando ahora sí, a remar hacia la isla.
Desde tierra firme parecía que estaba cerca, pero en cuanto comenzó a surcar el agua, el recorrido le pareció eterno, ya que remar requería de tener un buen físico, lo que obligó a pararse un par de veces en mitad del lago para recuperar su fuerza, tardando así más de lo previsto.
En cuanto llegó a la isla, quería tumbarse para descansar unos minutos, pero aquello era una imprudencia, así que subió la canoa a la playa de rocas que había y se aseguró de que no se moviese, ya que era el transporte de vuelta. Así que tras amarrarlo con dos rocas grandes, se giró hacia la casa, dándole una primera impresión de que aquel lugar desprendía algo raro. Por lo que no perdió ni un minuto más y recorrió los pocos metros que lo separaban de la puerta principal llevándose la mano a la daga para sacarla.
– ¿Valeria? – Gritó abriendo la puerta, quedándose de piedra al ver que el interior se mantenía en perfectas condiciones –. ¿Estás ahí? – La habitación que tenía a su izquierda se encontraba abierta, por lo que accedió a ella con la daga en alza.
Por la pinta que tenía aquello, era un salón de bailes al más estilo siglo XIX. Pero no se entretuvo más y vio que desde allí se podía acceder a la siguiente habitación a través de una puerta abierta. Así que fue allí y accedió al siguiente sitio, un comedor pequeño con una zona en la que relajarse. Tras esto, observó que también había una puerta para acceder a la habitación contigua, aunque esta vez estaba cerrada. Así que con mucho cuidado la abrió lentamente hasta darse cuenta de que ese sitio era donde sucedió todo el incendio, ya que los muebles e incluso las paredes y el suelo, estaban completamente quemados.
– Mierda – aquel lugar le dio mala espina, así que cerró la puerta y regresó por donde vino hasta llegar al pasillo principal, dónde se metió primero en la cocina y luego en una pequeña despensa sin encontrar nada. Por lo que se fue hasta el fondo para subir al piso de arriba.
Lo hizo con miedo, ya que ese sitio parecía que escondía algo que en el cualquier momento le iba a atacar, pero no fue así y subió sin problemas, observando que era un pasillo en el que había cinco puertas, yendo uno a uno investigando. Siendo ser finalmente un baño y cuatro habitaciones, tres simples y un dúplex, en las que no encontró absolutamente nada.
– Pero si... – Salió al pasillo y volvió a la habitación grande para comprobarlo una última vez –. Dijo que viniese a la casa del lago – echó un vistazo al cuadro y se fue de nuevo hacia abajo –. Si no están aquí, ¿en dónde están? – Estuvo tentado de entrar en la habitación quemada otra vez, pero lo esquivó y salió del interior de la casa, quedándose de piedra al ver que el exterior había cambiado.
El lago se encontraba completamente inmerso en una niebla baja y densa en la que apenas se podía ver algo, y eso no fue todo, ya que su canoa desapareció y ahora había un bote de madera frente la casa. Un bote que su instinto decía que se montase en él y que remase, ¿pero hacía dónde?
Lo descubriría ahora, ya que se fue hacia allí, empujó el bote al agua y se subió en cuanto estuvo a flote, agarrando los remos para comenzar a dirigirse hacia la niebla en línea recta. En teoría, si fuese en esa dirección durante unos diez o quince minutos, llegaría al extremo más alejado del lago, pero a medida que fue remando, nunca llegó al hipotético final, de hecho, la niebla cada vez era más espesa y comenzaba a hacer bastante frio.
– ¿Estaré dando vueltas? – Masculló él al ver que no llegaba a ningún sitio –. De ser así, debería de haber pasado por la isla alguna vez… – Y de repente, de entre la niebla comenzaron a aparecer seres fantasmales que estaban estáticos encima del lago y que no les importaba la presencia de David –. Esto da mal rollo… – Susurró al pasar a escasos centímetros de una mujer embarazada que le miró fijamente –. Sigue remando, David. Sigue – los brazos le comenzaban a arder de tanto esfuerzo físico, pero aquellos fantasmas le daban bastante repelús, así que se esforzó y al cabo de unos minutos dejó de ver a esos seres, momento en el que se detuvo unos segundos para descansar un rato –. Valeria… Llegaré pronto – suspiró y de nuevo empezó a remar.
Aquello le pareció lo más eterno de su vida, pero era buena señal que no se encontrase de nuevo con los fantasmas, ya que eso significaba que no estaba dando vueltas en círculo, lo que le motivó para continuar durante un rato más. Solo hasta que algo chocó contra la parte inferior del bote que casi hizo que volcase.
– ¿Una piedra? – Guardó los remos y se asomó por el lado derecho del bote tomando todas las precauciones posibles, aunque no vio absolutamente nada, así que se giró de nuevo hacia delante para continuar remando, cuando de repente, una chica de pelo moreno estaba apoyada en la proa del bote mirándole –. ¿Pero qué? ¿Hola? – David esperó a que ella dijese algo, pero vio de reojo, como una especie de cola azul golpeó en el agua, entendiendo al instante lo que era –. ¡Sirenas! – David cogió el remo y le dio un golpe en toda la cabeza, haciendo que se cayese al agua bruscamente, momento en el que comenzó a remar de nuevo a toda pastilla, ya que las sirenas no eran buenas precisamente. Y tal y como pensó, sucedió, ya que varias sirenas comenzaron a rodear el bote y empezaron a realizar su canto –. ¡Mierda! Céntrate en ti, David. No hagas caso a la música – miró al suelo del bote y se perdió en sus pensamientos mientras seguía remando. Y tanto que se perdió, ya que después de un rato, encalló bruscamente contra algo –. ¿Qué ocurre ahora? – Alzó la mirada y vio que delante de él tenía un bosque de árboles completamente secos que daba bastante mal rollo. Aunque analizó lo que le rodeaba y se dio cuenta de que no era un bosque como tal, sino que estaba en una especie de pantanal con bastante maleza a su alrededor –. Pero… ¿A dónde me ha llevado la casa del lago? – Se preguntó mientras se ponía de pie, dándose cuenta de lo cansado que tenia los brazos.
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Editado: 09.07.2023