El Próximo Viernes.

IX

9. El sábado en donde Lezzandra Hyper cae por primera vez.

El sábado en donde Lezzandra Hyper cae por primera vez        

Sus sábanas se sentían como el mismísimo cielo.

A ratos, nuestra protagonista se movía entre ellas y le encantaba sentir la suavidad del algodón que la cubría. Dormía plácidamente mientras sonreía con encanto ante lo que fuera que estuviera soñando, aquí hay que recordar que Lezza era una chica soñadora y posiblemente, eran el único escape de su demasiada perfecta realidad.

Cuando Lezza era solo una niña, acostumbraba a escribir sus sueños en una libreta que guardaba bajo su almohada, era de color lila y contenía muchos mundos que a lo largo de los años había imaginado. Pero todo se acabo cuando su hermano entró a su habitación, hace unos dos años, cuando Lezza estaba a unas páginas de terminar de escribir ese preciado diario de sueños que tanto lo ilusionaba. Tomó su diario sin permiso y se dedicó a leerlo sin importarle la privacidad de su hermana.

Para cuando Lezzandra se entero de que Samuel poseía uno de sus bienes materiales más preciados, este no tuvo otro remedio que confesar que lo dejó en algún lugar en el que se detuvo a comer ya que, por aquellos días, Samuel estaba comenzando con su ciclo universitario en Princehill, y viajaba todos los días hacia allá hasta que luego consiguió un departamento en el área. Pero lo que conviene aclarar es que luego de lo sucedido con su hermano, Lezza jamás volvió a escribir algo que no fueran reportes para la escuela o redacciones para sus clases de historia de la lengua que no profundizaba más allá de simples resúmenes.

Samuel quedó impactado por la mente de su hermana, aunque esto nunca se dignó en confesarlo.

La alarma sonó como todos los días, a la misma hora. Una somnolienta chica volvió a caerse de la cama, enredándose nuevamente con las sabanas y golpeando su cabeza contra su mesa de noche. Lo típico, ya saben.

Bajó a los quince minutos sintiéndose cansada y hastiada de obedecer. Caminó por la casa hasta llegar al gimnasio y procedió a sus estiramientos. Varios huesos se encontraban fuera de su lugar habitual por lo que su madre la miró atónita ante el ruido que sus emitían ante el estiramiento.

—Lezzandra. Deberás volver a clases de etiqueta si sigues con esa mala postura.

Suspiró y siguió con su ejercicio en la caminadora. Varias veces se había preguntado por qué no podía salir a correr libremente por todas las extensiones que tenía su casa y las de sus vecinos, seguramente recorrería más que con esa máquina sin ninguna vista de los hermosos parajes de Jiferhill.

Después de ducharse, peinarse el manojo de cabellos que tenía y vestirse, bajó hacia el comedor en donde su padre leía una revista de negocios, su madre revisaba el celular y su hermano escribía en la notebook. Tomó una manzana y se arregló el bolso que llevaba en su hombro; los sábados tenía entrenamientos con las chicas del equipo de volleyball femenino quienes eran en su gran mayoría, chicas con un alto nivel y estatus que asistían a estos ellos por obligación de sus padres. A algunas les gustaba, otras como Lezza, simplemente seguían órdenes.

No era mala jugando, pero rara vez la incluían en algún partido debido a que era muy baja en estatura y sus saltos no llegaban ni a la mitad de la red.

—El chofer parte en unos minutos señorita, ¿Desea llevar alguna merienda?

Los ojos le brillaron a Lezzandra y estaba a punto de responder que se moría por una de esas tartas que la cocinera hacía para su cumpleaños, supuestamente baja en azúcares y grasas, sin embargo, su madre se adelantó a esa respuesta.

—Marline, ella no puede comer eso. Debe trabajar en esos kilos que tiene de más. Por favor, limítese a seguir mis órdenes. ¿Entendido?

—Entendido señora Hyper.

—Con respecto a ti Lezzandra, vete antes de que el chofer te deje. Cuando vuelvas debemos ir a comprarte nuevos vestidos para la temporada de eventos que se vienen. ¿Por qué llevas ese mantel? Tienes muchísimos más vestidos con los cuales verte mejor.

Lezza suspiró. ¿Qué había de malo en que escogiera un vestido viejo para ir a su entreno de volleyball en el que no haría absolutamente nada? Era verde con rayas amarillas, unos centímetros arriba de la rodilla, no había nada malo en él, las mangas llegaban a los codos y tenía un estampado de flores. Ella no veía lo horrendo en esa vestimenta.

Luego de la lección sobre que colores combinaban mejor con su piel, salió de su casa mientras el chofer esperaba con una sonrisa que a leguas se veía falsa. Ella se preguntó qué marca de dentífrico utilizaban para que su sonrisa se vislumbrara tan blanca y sin imperfecciones.

Cuando pisó la entrada al campo de volleyball, se siente estúpida en esos mini shorts de tela azul y una remera blanca de algodón        

Cuando pisó la entrada al campo de volleyball, se siente estúpida en esos mini shorts de tela azul y una remera blanca de algodón. Deshizo la coleta que sujetaba su cabello y lo trenza con mesura. Una chica corre hasta Lezza y hala de su brazo mientras ella termina de sujetar su cabello.




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