El Próximo Viernes.

Primera Parte:

<<—¿Crees en las almas gemelas?-Preguntó ella con la voz entrecortada.

Creo que hay una persona que estamos destinados a conocer, aunque puede tomarte mucho tiempo el descubrir quien es y a donde esta...>>

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El primer trimestre había pasado volando para Lezza quién se encontraba ahora en la búsqueda de universidades. Sus padres le habían casi obligado a elegir Princehill, una universidad a las afueras de Jiferhill pero no se sentía segura aun. Ella quería libertad, deseaba irse de casa y rehacer su vida sin el acoso de los fotógrafos ni nadie de los medios. Deseaba estudiar en Gumbergall, la primera universidad especializada en fotografía, en la cual, se rumoreaba que estaba el paraíso para cualquier aspirante a fotógrafo.

Hay que rescatar algo de la relación que había entre sus padres y ella misma; con el tiempo, su madre vio la afición que tenia por la fotografía por lo que le regalaron una cámara profesional y le concedieron el "honor" de tomar las fotografías oficiales de las reuniones de su padre y, en general, de todo lo relacionado con Hyper Dreams. Lezza, quién consideró que era una gran oportunidad, aceptó. Aunque tiempo después dejó de serlo y pasó a convertirse en la chica que posaba para las cámaras en todas las cenas, bailes y cócteles a los que debía ir.

Dos palabras podían definir su vida, según ella: aburrida y monocromática. Lezzandra Hyper solo asistía a fiestas de la empresa de su padre, y no a fiestas particulares en donde se tomaba cerveza y vodka. Estaba acostumbrada a una rutina diaria, la cuál se basaba única y exclusivamente en estudiar y mantenerse con vida. Diferente a sus compañeros, quienes aprovechaban para emborracharse un viernes por la noche, en lo que Lezza asistía a una fiesta con champaña y quesos deliciosos. 
Su guardarropa era inmenso, tantos vestidos y zapatos la mareaban, por lo que siempre estaba Marline para ella, quien se manejaba entre su ropa de manera cuidadosa y pulcra. No había recurrido nunca a una fiesta con un vestido repetido, aunque habían ocasiones en las que después de meses se volvía a colocar el mismo vestido pero con sutiles cambios, todos efectuados por su estilista profesional. Si embargo, Lezza sabía que esa vida era ordinaria, sin mucho sentido al final, una vida donde el dinero se manejaba como dulces y la vida de las personas que estaban involucradas, solamente servían de títeres para aparentar perfección. Como esos anuncios que tanto amaba su padre, en donde mostraban a la típica familia de cuatro integrantes, todos perfectos y guapos, con una situación económica para envidiar.

Lezza había tenido desde pequeña muchas normas que cumplir. Cada mes debía acudir al nutricionista de la familia a pesarse y calcular que su masa corporal era la adecuada, sino, debía acostumbrase a las dietas rigurosas para estar en el peso indicado. No habían chocolates, ni dulces ni perros calientes que alegraran a su estómago. No habían chocolatinas, panqueques o hamburguesas que la hicieran engordar. Tal vez ahí dejaba de ser perfecta su vida, Lezza no lo sabía ni lo supo, pero nuestra protagonista había decidido dividir su vida en dos: La primera consistía en esta vida controlada y "perfecta". Incluía los cocteles y fiestas, los vestidos y zapatos pero sobretodo, su familia de prestigio.

La segunda era su favorita. En donde dejaba de ser Lezzandra y se convertía en Lezza, únicamente Lezza. Una chica registrada en Friendline donde podía estar en los grupos de música que deseaba y mayoritariamente pertenecía a grupos amantes de BorderTwins, su dúo favorito que consistía en un par de gemelos que cantaban de maravilla. Habían locas fanáticas como ella, personas que la querían a pesar de una pantalla y más de distancia, chicas que hablaban por privado con ella. Y un pequeño detalle que se nos olvidaba, Friendline no era la típica red donde mensajeas y escribes, era una red de llamadas. Para los grupos, todos tenían un turno en el cual podían hablar para evitar confusiones, porque la política de Friendline era: La voz es el mejor instrumento de comunicación.

Las chicas con las que más se relacionaba eran Frankie y Teddie. Dos chicas que eran primas y alegraban la vida de Lezza. Hablaban por más de tres horas, y las chicas anhelaban conocer a Lezzandra, pero la inseguridad de esta misma y las repercusiones que podía traerle el quedar con dos amigas que aunque, odiara aceptarlo, eran desconocidas la tenían muy preocupada e insegura. Teddie había sido más clara en cuánto a conocerla, sin embargo, colocó excusas para salvar su amistad y al parecer había funcionado, pero no de la manera correcta. Ya habían pasado varios días desde que no habían hablado y ninguna de las dos había respondido a sus más de veinte llamadas en total. Se sentía sola, porque no habían otras chicas con las que hablara de la manera en que ocurría con ellas.

Querido lector, hay cosas que son temporales y otras que permanecen con el tiempo y la soledad es una de esas cosas que permanecen y duran por mucho tiempo hasta que en algún momento el vacío desaparece. Lezza se sentía sola desde hace bastante tiempo. Al no tener amigos, se refugió en la fotografía y luego, en Friendline, pudo sentirse mas acompañada aunque no menos sola. Se sentía como una cría y odiaba aceptarlo, no le gustaba saber que necesitaba ayuda, pero no de un profesional o un psiquiatra, sino de alguien que le brindara una buena conversación. Alguien que se interesara en sus gustos e intereses, alguien que le hablara sin ningún compromiso, alguien solo un poco atento, que valorara los colores que habían en su interior.




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