En Las Noches De Luna Llena

Sensualidad

Allí estaban ellos, un grupo de cinco hombres en total, cada uno estaba enfrascado en una conversación consigo mismo, pensaban en la linda pelirroja que vieron pasar hace unos segundos.

—Es muy atractiva—dijo uno de ellos rompiendo el silencio, los demás lo miraron y sonrieron dándole la razón.

—Es cierto—dijo otro, recordando las voluminosas curvas de la pelirroja, todos y cada uno de ellos empezaron a fantasear con la hermosa mujer que con tan solo pasar por donde estaban ellos, provocó un gran desorden tanto en sus mentes como en sus cuerpos. Poco a poco cierta anatomía de sus cuerpos empezó a reaccionar, sus mentes ya estaban empezando a fantasear con el cuerpo desnudo de tan preciosa dama en sus camas.

De repente como si hubiera sido invocada por ellos, la mujer en la que pensaban apareció de nuevo, pasando por un lado de donde ellos estaban, el contoneo de sus caderas los volvían locos. —Quiero tenerla— dijo uno — ¡Primero yo!—exclamó el otro— y así uno tras otro empezaron a disputarse sobre quién sería el que se acercaría a la bella joven.

¿Y si vamos todos?— propuso uno de ellos— Al que le haga caso se la queda, y los demás aceptaran su derrota— aparentemente todos estuvieron de acuerdo, pero cada uno por dentro pensaba en no dar su brazo a torcer y quedarse con la chica sí o sí.

La joven dama de cabellos rojos, consciente del plan de los hombres sonríe para sus adentros, habían picado y habían caído en su juego, fingiendo desconcierto los miro cuando todos se acercaron a ella rodeándola.

Hola guapa— dijo uno, ella lo mira y baja la mirada tímida, el hombre sonríe mientras los otros aprietan la mandíbula enojados, ellos no dejarían que él se quedara con ella, todos eran apuestos, pero eran unos sucios y guarros.

Sin el permiso de la joven, uno de los hombres puso su mano en su cintura, ella no dijo nada, no lo alejo pero tampoco se veía muy cómoda a los ojos de los demás, con el toque del hombre aquel. El mayor entre ellos sabía que ninguno daría su brazo a torcer, así que, ideando un plan propuso.

Queremos invitarla a tomar algo con nosotros— la miró fijamente sonriendo de la manera más amable e inocente, los demás captaron la idea de inmediato y sonrieron complacidos, —Si, queremos invitarla a que tome algo con nosotros, nosotros pagamos— le sonríe otro, ninguno se imaginaba que aquella chica estaba jugando con ellos y que nada sería como ellos pensaban...

E-esta b-bien—tartamudea ella con una timidez absoluta, sus mejillas adquirieron un tono rojizo, combinando con su cabellera, el vestido que llevaba era rojo igual, todo en ella gritaba placer, pasión y sexo, y aquellos hombres querían eso para ellos.

La guiaron hasta una "cantina" a simple vista eso parecía, pero ella bien sabía que era la casa de uno de ellos, no dijo nada y solo dejo que la guiaran, no le pasaban desapercibidas las miradas que se lanzaban los hombres entre sí, la iban a compartir según ellos, pero ninguno sabía el destino que les esperaba...

Una vez dentro el primer hombre que se acercó a la joven no pudo contenerse y le agarro de la cintura pegándola a él, ella lo mira sorprendida y asustada, pero eso no lo detuvo y ataco sus labios con un desesperado beso, al principio ella se resistió pero poco a poco fue cediendo al beso que aquel hombre le daba, los demás solo miraban mientras sus miembros se empezaban a poner erectos.

La joven se alejó del hombre cortando el beso y los miro a todos— ¿Q-que pretenden?— se podía escuchar el miedo en el timbre de su voz, pero ellos estaban demasiados excitados mirándola, parecía un cachorro indefenso, se sentían como leones con su presa y ellos se querían comer a su presa ya.

Te vas a divertir preciosa— murmuró uno lamiendo sus propios labios mirando a la joven de pies a cabeza, la rodearon y ella se abrazó a sí misma, un escalofrío la recorrió al sentir como uno de ellos metía su mano debajo de su vestido, se alejó y los miró cambiando su expresión de susto por una divertida.

¿Creen que pueden conmigo acaso?— susurró divertida y soltó una gran carcajada, los cinco hombres sintieron como de repente el ambiente cambiaba en la casa, se tornó pesado, oscuro y tenebroso, se miraron entre si y sonrieron.

Usa esa valentía y salvajismo, para complacernos— dijo uno de ellos acercándose a ella, no se dieron cuenta que ella tenía una de sus manos escondida en la espalda pero cuando reaccionaron el hombre que se había acercado a ella yacía en el suelo desangrándose con una cortada precisa en el cuello, los demás al verlo se escandalizaron y miraron a la joven que ya no se veía tan inocente como antes.

Su pelo brillaba como si estuviera prendido, y sus ojos resplandecían, parecía una diabla, una sexi diabla, los hombres restantes estaban paralizados en su sitio, asustados y excitados a la vez, ninguno se atrevió a decir algo más, ella empezó a cantar mientras bailaba al ritmo de la extraña melodía que se empezó a escuchar.

En las noches de luna llena, sale la princesa a cazar, si no quieres ser su presa, es mejor que no te portes mal— ellos tragaron saliva nerviosos, no podían mover sus cuerpos, estaban hipnotizados por la pelirroja.

Vengan chicos vengan, un dulce sueño tendrán, los mandare al infierno donde a satanás conocerán, creyeron poder conmigo, pero que equivocados están...—en un parpadeo otro de los hombres cayó al suelo desangrándose, las cuencas de sus ojos estaban vacías, y en las manos de la pelirroja descansaban los ojos del hombre aquel, la pelirroja procedió a llevárselos a la boca embutiéndolos y masticándolos, si, se comió los ojos de aquel tipo.

Dos menos, faltan tres ¿Que debería de hacer?— replicó ella con voz dulce y calmada, el hombre que dio la idea de llevarla allí temblaba mientras los otros dos se habían orinado encima del miedo, todos tres estaban pálidos, temblorosos, estaban sudando y respirando agitados, ¿por qué no hacían algo?, pues les era imposible moverse, estaban paralizados ni ellos mismos entendían porque no podían moverse.

El hombre que tuvo la idea de llevarla allí cerró sus ojos y empezó a rezar, los otros dos intentaban moverse, huir, pero sus esfuerzos fueron en vano, en un parpadeo los dos hombres que intentaban moverse se empezaron a desangrar mientras gritaban de dolor, la bella pelirroja les había rebanado los brazos a los dos, estaban sintiendo tanto dolor que ni siquiera pensaron en el cómo pudo ella haber hecho tal cosa. La pelirroja reía a carcajadas mientras en sus manos sostenía las cuatro extremidades de los hombres que yacían en el suelo gritando de dolor, mientras poco a poco se desangraban, por su parte el hombre restante en ningún momento había abierto los ojos y seguía rezando como si su vida dependiera de ello.

De nada te sirve que reces— la voz de la pelirroja hizo que el hombre restante abriera sus ojos y la observará, ella soltó una pequeña risa mientras notaba cómo le temblaban las piernas a aquel sujeto, la mirada del hombre se desvió a los que en el suelo se desangraban, ya no gritaban, no tenían fuerzas.



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En el texto hay: muertes, sangre, dolor

Editado: 13.07.2020

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