—¡Muy bien, bola de hormonales caras de poni, llegó la hora de la verdad! Como se habrán dado cuenta, sólo ustedes veinte quedaron del montón de insufribles mal olientes que estuvo aquí ayer. Habrá un grupo de profesionales encargados de enseñar a sus perezosos traseros a moverse y a pulir su estilo —hace comillas con sus dedos—, hacer que este aparezca o incluso bajarles su autoestima a niveles que harán que quieran morir antes que salir de este lugar sin dignidad alguna. Ahora mismo, tendrán una prueba de baile —«Oh, no»—, la que será la primera etapa oficial del concurso. Quiere decir que a pesar de que pasaron las audiciones, esta que comienza es la competencia real. —Camina de un lado al otro y nosotros no hacemos más que seguirlo con la mirada—. Si creían que las audiciones en vivo fueron lo suficientemente terroríficas, les advierto que será mejor que se busquen un par de pañales y los usen bajo sus pantalones por si se orinan o llamen a sus madres para que les canten canciones de cuna porque ahora sí se viene lo interesante, más interesante que un capítulo de Pretty Little Liars y respeto mi heterosexualidad pero reafirmo mi posición como padre ejemplar viendo ridículas series de televisión con mi hija.
¿Cómo carajos pudo decir todo eso sin tomarse un respiro?
Estoy pensando seriamente tomar la palabra de este tipo. Jamás he bailado, quiero decir, no como en una pista de baile, ni en una fiesta, o en la escuela, de hecho tampoco bailo cuando estoy cantando... Sip, acabado. Estoy demás de acabado.
—Y tengo el placer de anunciar que sus instructores de baile serán... Ta, ta, ta, tan... ¡Mike Brand y Savanna Christoph!
«FATALITY» canta mi cabeza con voy monstruosa.
Estoy galácticamente condenado. Pasaré mi mayor vergüenza a mis diecinueve años frente al amor de mi vida dentro de al menos media hora. Escucho comentarios como "Seguro Savanna tiene buenas piernas; que me baile todo lo que quiera encima, imagina su culo moviéndose y en shorts..." de parte de algunos chicos.
Malditos todos.
Lo gracioso es que las chicas no se quedan atrás con sus comentarios, diciéndole "Papi" y otra cantidad de cosas al imbécil de Mike. Pues, papi rico mis pelotas. El tipo es un verdadero hueco de la cabeza que tiene su pelo rubio echado para atrás y fijo en su lugar con kilos de gelatina. Hasta creo que es pintado. Se la pasa hablando de sí mismo, sobre sus horas de gimnasio, su cabello, su dinero y un sin fin de idioteces que por alguna razón atrae a las chicas. Está bien, el chico tiene lo suyo, pero no es para tanto.
«Pensó un completo enclenque que ni va al gimnasio…»
En una ocasión, desperdicié veinte minutos valiosos de mi vida viendo una entrevista que le hicieron en la que se dedicó con fiereza a hablar de como el azúcar dietética era lo que consumía para no subir su consumo calorías y rendir más en sus horas de ejercicio. Sólo diré que desde entonces recuerdo religiosamente la fecha del pago del servicio de TV. Pero, vamos. ¿Qué mierda?
Se dice que tuvo algo con Savanna, o quiere algo con ella, yo que sé, cosas de farándula. Pero me niego a creer que una chica tan dulce realmente se fije en semejante grano en el trasero.
—¡Y lo mejor de todo es que esta etapa no solo se verá a nivel nacional, sino también en varios países de América Latina! —Oh, ¡sí! ¡Seré el hazme reír a nivel internacional!
Bueno, podría ser peor.
«No es cierto».
Mejor no darle más vueltas al asunto. La voz de chico teñido me saca de mi ensimismamiento.
—¿Qué hay, cachorro?
—Zack, ya hablamos de esto. —Masajeo mi sien.
—Vamos, amigo. No puedes simplemente pararte ahí, con cara de que nos odias a todos y pedirme que no te llame cachorro. Todavía recuerdo esos ojitos brillosos y dulces como los de un cachorrito que pusiste en tu presentación cuando veías a Savanna Christoph... sólo imagínatelo. —Pasa un brazo por encima de mis hombros y me invita a ver algún punto del espejo con mirada soñadora mientras mueve su mano, como si señalara con ella la escena perfecta—. Ella y tú, en una casa, con cuatro hijos y un perrito, cantando villancicos en navidad mientras hornean galletas y pasteles.
—Ella y yo, en una casa, con cuatro hij... —Zack interrumpe mi fantasía con un manotazo en mi cuello. ¡¿Qué carajos le pasa a la gente conmigo?! —¡Oye! —Él se revisa un bolsillo de su pantalón, luego el otro, gira alrededor de sí mismo y abre un morral pequeño que lleva en su espalda. Lo observo con curiosidad—. ¿Qué buscas?
—¿Amigo, las has visto?
—¿Qué cosas? —inquiero, sin entender a qué se refiere.
—Tus bolas. —Suelta una carcajada.
Le lanzo dagas con mis ojos y luego ambos nos giramos hacia donde se encuentra Mack, quien se acerca mientras se ríe a carcajadas también, obviamente porque escuchó al imbécil de Zack.
—Esa fue por mucho tiempo la mejor broma que he escuchado.
«¡Disfrute de más bromas así sólo hoy! Día internacional de avergonzar a Thiago Chase».
—¡Ho, ho, hola, bonita! —Zack sonríe con galantería.
—Hola, soy Mackenzie, puedes llamarme Mack. —Le extiende la mano para darle un apretón a Zack, pero él se la toma y deposita un beso en ella.
—Soy Zack. Para servirte, preciosa.
—Y yo soy Thiago, ¿me recuerdas?
—Ehm, no lo creo. —Jadeo y me llevo una mano al pecho.
—Me quemas, ¡me lastimas!
—No seas tonto, Thiago —interviene Mack.
—Lo siento —digo y hago un puchero.
—¿Están nerviosos?
—Para nada, nací con el baile en la sangre —fanfarronea Zack.
—¡Qué genial! Yo estoy muy emocionada. Quiero decir, no soy Jennifer López, pero no lo hago tan mal y adoro dejarme llevar por la música. ¿Qué hay de ti, Thiago? ¿Emocionado? —Intento sonreír, pero no me sale bien.
—Define emocionado.
—Experimentar un sentimiento intenso.
—¿Exactamente qué sentimiento?
—¡Thiago! —exclama Mack con fastidio.