Eres Mi Sueño©

CAPÍTULO 25

—¿Y… cómo te fue?

Respira hondo, Elizabeth. Ya casi, ya casi. Uno, dos, uno, dos. No es tan difícil. Puedo hacerlo, sé que puedo.

—Bueno, hola ahí. Acabo de hacerte una pregunta.

Ugh... El no querer contestar es algo muy obvio, pero al parecer la, en estos momentos odiosa, rubia no lo entiende.

Por lo que para darle una respuesta concreta solo la miro como si quisiera matarla. Bueno, mejor olvidemos el quisiera, porque yo, en verdad, quiero hacerlo, muy... lenta y dolorosamente.

—Bueno, olvidémoslo, al parecer estas de muy mal humor.

Bueno, hola, señorita sabia, por supuesto que lo estoy. Nadie me despierta muy de mañana y después me obliga a salir a correr por todo Londres, pero claro, estamos hablando de Alice, por lo que es muy obvio que ella sí se iba a tomar ese atrevimiento de su parte. Y es por esa misma razón que siento que la odio ahora mismo. Mis pulmones queman horriblemente dentro de mí y mis piernas me piden a gritos que pare con horribles piquetes. Así que sin más energía me obligo a detener mi carrera y me doblo por la mitad sosteniéndome de mis rodillas, ya que siento que desmayaré en cualquier momento.

Ugh, cuanto te odio rubia.

Intento tragarme todo el aire que sea posible, me importa un comino si dejo a los demás sin aire. Ahora mismo lo necesito más que cualquiera, así que lo siento humanos, esta mortal necesita de su puro aire, por lo que necesita que se sacrifiquen un momento por ella.

—Oye, no puedes detenerte ahora, ni siquiera llevamos la mitad del camino recorrido, aún queda un buen tramo por delante—su actitud me está comenzando a irritar, ella parece que tiene aún aliento y energía para recorrer todo Londres, hasta trota en su lugar mientras habla y mira a su muy cansada amiga morir delante de sus ojos, y ella como si nada. Desgraciada.

La ahorcaré ahora mismo. Bueno, no, mejor dentro de unos cuantos minutos más, ya que recupere nuevamente mi aliento y las piernas me dejen de parecer gelatina.

—En serio, ¿no piensas contestar ninguna de las tantas preguntas que te he hecho?

—Alice... linda... en serio, ahora mismo quiero ahorcarte porque en todo el... interminable... ugh...—rayos, ¿qué pasa con este aire que lo único que hace es lastimar aún más mis pulmones? —camino, no has parado de hablar... ¿acaso no ves que estoy entrando a un estado de muerte en vida? Al menos dame un momento para recuperarme, por favor. Sí, creo que eso sería muy amable de tu parte, gracias.

La muy mendiga suelta una risa despreocupada. Ella se está riendo de mí. Sip, anoten, por favor, en mi lista negra de 'siguiente víctima a matar'.

—Solo necesitas acostumbrarte. Tu tranquila, que con el tiempo tomarás resistencia.

Bueno, que me aspen, esta chica definitivamente necesita un poco de cordura, o mucha, como mínimo.

—Estás demás loca si piensas que habrá una siguiente vez— sintiendo una vez mis pulmones en su lugar, me levanto y trato de estirarme un poco a ver si con eso las punzadas en mis hermosas piernitas dejan de ser—. Ni loca me apunto para volver a correr contigo. Casi destrozas mi pequeño cuerpo.

—Créeme, habrá una segunda vez, y puede que de esa le siga una tercera y una cuarta, y te apuesto que habrá una gran sumatoria después.

Volteo mis ojos. Bueno, lo admito, tal vez tenga un poco de razón, siempre encuentra la manera de hacerme parte de sus planes. Siempre que se trata de hacer sufrir a Elizabeth, ella nunca queda de lado, está directamente involucrada. Por lo que no lo niego, porque sé que, aunque trate de zafarme, terminará arrastrándome.

—Bueno, en vista de que ya no puedes seguir, seré una chica agradable y me apiadaré de ti— me agarra del brazo como si intentara ayudarme a mantener el equilibrio—. Vamos al departamento a recuperar esas pocas calorías perdidas y multiplicarlas por diez— dice guiñándome su muy azulado ojo.

Eh, creo que mejor la borramos de esa lista negra. Ahora como que siento que la amo.

«Sí, tu como que definitivamente cambiarás tan rápidamente de opinión.»

Me encojo mentalmente de hombros.

Siempre y cuando la gente lo recompense, no tengo ningún problema con cambiar de opinión. Así que bueno, Alice tachada de la lista negra de Elizabeth, por ahora.

—Ahora, eso puede aún darme la energía suficiente como para correr hasta el apartamento.

—Genial, ¿unas carreras para ver quién llega primero?

La perforo con la mirada.

—¡Alice! —Me alejo un momento de su brazo—. Tan solo bromeaba. Estás viendo que con trabajo puedo mantener mi cara fuera del asfalto.



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En el texto hay: pasado, amorymusica, londres

Editado: 27.07.2018

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