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Paredes blancas, terapias, medicamentos, pasillos silenciosos es lo que me ha tocado vivir desde que tengo memoria prácticamente, a la edad de 5 años me diagnosticaron paciente con cáncer precisamente yo no entendía a lo que me iba a enfrentar pero mi madre si, recuerdo aun su cara cuando llegue por primera vez a un hospital nunca la he borrado de mi mente; angustia, tristeza pero cuando me veía una pequeña sonrisa se formaba en su rostro quizá con la intensión de que yo no sospechara pero sabía que algo iba mal por las lágrimas que de sus ojos salían, recuerdo también el fuerte dolor en mi cuerpo algo que sin duda alguna ni a mi peor enemigo se lo desearía parecía que taladraban mis huesos con brusquedad mis gritos eran terriblemente desgarradores, hoy tengo 10 años y entiendo todo mejor que antes he vivido 5 años en un hospital, recibo clases privadas en mi casa porque mi madre teme que recaiga y no estar ella a mi lado, las quimioterapias es lo más fuerte y doloroso que he experimentado todavía las recibo eso es lo que alarga mi vida ¡eso me han dicho!. Pero aun así no dejo de pensar que la muerte alguna vez llegara a mí.
Cuando recibo la quimioterapia trato de imaginarme estar en otro lugar que no sea el hospital esta terapia trajo consigo efectos secundarios colaterales, mi cabello se ha caído por completo, y las ganas de vomitar al terminar la terapia es irreversible, al principio de todo esto lloraba sin parar pero ahora me he acostumbrado que lo he tomado como rutina, el fuerte sonido de la maquina me altera así que trato psicológicamente de cantar para no escuchar el ruido.
- Ya acabamos Estrellita- así solían llamarme, las enfermeras siempre usaban diminutivos para llamarnos ya que nos conocían desde muy pequeños, abrí mis ojos; los mareos y nauseas empezaron a aparecer como ya era usual, estuve sentada por unos minutos mientras Sonia una de mis enfermeras me ayudaba a pararme.
- Gracias- dije con muy baja voz, la terapia me dejaba agotada como si hubiera corrido un maratón de 20 Km.
Me llevaron con mi madre, ella siempre me recibía con una enorme sonrisa tranquilizadora, pero creo que más para ella.
- Como siempre, pero me voy acostumbrando más mamá- sonreí.
- Me alegra escuchar eso mi niña- me estrecho en sus brazos, dándome un cálido abrazo mis hermanas se unieron, tengo dos hermanas Sofía y Violeta ellas son mayores que yo somos muy unidas y creo que más ahora, tratan de siempre darme lo mejor ellas saben que yo algún día moriré. Pero todo hasta el momento iba bien así que no tenían que preocuparse siempre tenía un diagnostico reservado pero el cáncer en mi cuerpo estaba controlado gracias a los medicamentos y quimioterapias que había recibido desde muy pequeña.
Era domingo y me desperté con un dolor fuerte en mi pierna derecha, le grite a mi mamá en realidad era muy fuerte, ella inmediatamente llego a mi habitación.
- Que pasa mi vida, que tienes- dijo asustada y alterada a la vez.
- Mi pierna mamá me duele muchísimo, no aguanto el dolor ayúdame a calmarlo- dije llorando y retorciéndome sobre mi cama.
- Cual es Estrella- quito de mi la sabana que me cubría, yo solo señale con la mano mi madre salió rápidamente de mi habitación pidiéndole a Sofía quedarse conmigo, mis lágrimas salían descontroladamente de mis ojos el eco de mis gritos resonaban en toda la habitación mientras que mi hermana sostenía mi mano con fuerza lloraba conmigo era como si ella sintiera mi dolor.
Estábamos en el hospital, donde inmediatamente me colocaron una dosis de morfina para el dolor, se había ido solo un poco.
- Programaremos una radiografía- menciono el doctor a Sonia mi enfermera, sé que algo no estaba bien por la cara que el tenia, salió de la sala a hablar con mi madre la morfina me ponía somnolienta era como una droga para que a los pacientes que padecíamos de cáncer especialmente osteosarcoma no sufriéramos tanto dolor, cada segundo que pasaba mis ojos se iban cerrando hasta que me hundí en un profundo sueño.
Desperté un poco mareada no tena idea de la hora que era, mi madre y mis hermanas estaban al lado mío ellas lloraban y yo no entendía por qué lo hacían “ya despertó” susurro Violeta a mi mamá ella volteo hacia mí y sostuvo mi mano.
- Porque lloras, ya me siento mejor- le dije con mi respiración entrecortada, observe a Sofía el cual no paraba de llorar. -Que pasa por que todas están llorando- mi madre se acercó a mí y deposito un beso en mi frente –me están asustando, díganme porque lloran– Violeta salió de la sala casi corriendo y eso me hizo pensar que todo estaba mal.
- Mi niña, mi Estrellita pase lo que pase nosotras siempre estaremos contigo ¡sí!- me dijo volteando hacia otro punto de la sala, aun no entendía nada pero estaba asustada por el comportamiento de mi madre y hermanas, en eso el doctor llego el cual se colocó a mi lado y pregunte.