Flores A Juliana

CAPITULO 22

Regresar a la casa fue tranquilizante, ese tiempo que paso con su mamá y su abuela en Acámbaro le ayudo a Juliana a pensar.

—Voy a ir con Fernando mamá –dijo después de dejar todas sus cosas en su habitación –tengo que ponerme al corriente con muchas cosas.
—Esta bien Juli, ve con cuidado.

Al llegar a la joyería Fernando estaba atendiendo a una señora y con un ademán lo saludo, al verla no pudo evitar sonreír y con rapidez despacho a la cliente.

—Muchas gracias por su compra –dijo mientras le entregaba un estuche con una pulsera de plata con la inscripción "Ad Primam Communionem" y una cruz de oro blanco incrustada al final.
—Gracias a usted joven –dijo mientras salia de la joyería.

Para solo haber pasado dos semanas el semblante de Juliana había cambiado bastante; su rostro mostraba más felicidad y su mirada lucia relajada.

—Hola Fernando –dijo mientras lo abrazaba efusivamente.
—¿Como te fue?
—Muy bien, el pueblo era hermoso y siempre olía a pan, aunque ya deseaba volver para regresarte esto –Juliana le extendió un cuadernillo forrado en cuero.
—El cuaderno de notas que te preste –menciono mientras lo examinaba.
—Lo leí mínimo unas 100 veces y memorice todo lo que había ahí –sono orgullosa.
—¿Todo?
—Si no me crees ponme a prueba –dijo con una risa atrevida.

—Te creo, ahora con eso aprendido empezaras a ayudarme en el mostrador para que te vayas familiarizando con las ventas.

El resto del día la pasaron atendiendo clientes y platicando sobre todo lo que había pasado en la ausencia de Juliana; las horas se diluyeron como agua y cuando menos se dieron cuenta la noche ya había llegado.

—Sera mejor que me vaya antes de que este más oscuro.
—Permiteme acompañarte a tu casa, Cleotilde menciono a un ladrón que esta suelto por Guanajuato y me sentiría mejor si no te vas sola.

—Pero te desviarías mucho de tu camino a casa.
—Eso no es problema, ya me he aprendido un atajo o dos.
—Siendo así aceptó tu oferta –sonrió.

—Antes de salir me gustaría darte esto –señalo mientras sacaba un estuche de un mostrador.
Juliana recibió el estuche y al abrirlo quedó sorprendida; ahí estaba la margarita que había cortado con ayuda de Fernando.

Lo que había sido solo un trozo de acero con forma de flor ahora era toda un accesorio; sus pétalos habían sido bañados con oro blanco y bordeados con oro amarillo, y al centro lucia un pequeño diamante que hacia brillar todo lo demás.

—Es hermoso –exclamó sorprendida –eres realmente talentoso.
—Una vez cuando mi papá estaba enseñándome la orfebrería me dijo que lo que hace valiosas las joyas no son las piedras preciosas o los diamantes que tenga; que su verdadero valor radicaba en la historia por la que fue creada.

Juliana no podía dejar de ver el collar que ahora se encontraba es su cuello, cuando empezaron a caminar por la calle iluminada por la luna volteo a ver a Fernando quien se veía sereno; como usualmente solía verse, y habló –Las margaritas son mis flores favoritas por mi papá.

El amaba las flores y tenia un libro el cuál decía el origen de cada flor y su significado al ser regaladas, a veces llegaba con una flor nueva y me la regalaba, después yo iba y buscaba en el libro hasta que encontrara su nombre y significado.

Él decía que yo era una margarita, pura, inocente y frágil –una lágrima se escapó de sus ojos –Este collar es el mejor regalo que alguien me haya dado nunca.

                                                                            ~°~°~°~

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.