Haré un desastre

Capítulo 1 - Parte 2

 

No. No. No y no. Con todas las cosas que le mostré, su conclusión fue una estúpida disculpa pública, y servicio comunitario ¿Esa es la gran solución que  Darian propone? Simplemente, me resultaba ridículo e inaceptable. 

—Me estás jodiendo ¿Verdad? —pregunté, intentando no sonar enojado. 

—¿Disculpa? —preguntó Darian mirándome.

—Él, junto con sus amigos, estuvo acosando y agrediendo a un montón de personas. Y tu única solución es, ¿Una estúpida disculpa pública y servicio comunitario? —pregunté con ironía—, ¿Qué se supone que arregle eso? —dije intentando no reírme de esta desgracia. 

—¿Qué sugieres entonces? —preguntó—. No puedo torturarlo —aclaró con una media sonrisa, que me volvía loco.

—¿Qué te parece un castigo real? —pregunté irónico, llamando la atención de todos—. Si actúo de una mala manera, haz que pague, para que no vuelva a hacerlo —comente y eso molestó al estúpido pelirrojo.

—Estamos buscando soluciones pacíficas —me aclaró serio—. No para atacar a alguien.

—¿Por qué no es mejor buscar un castigo real? —pedí con sarcasmo. 

La discusión se alargó por treinta minutos más, hasta que, como si se prendiera un foco, Darian tuvo una idea. Por esa razón, terminamos el club de fútbol, de bádminton y el de mangas y comics trabajando juntos, para crear la publicidad para el evento de inicios de junio. En la mitad de año, todos los clubes se encargaban de producir una presentación, donde mostraban los mejor de cada uno; los clubes de deporte mostraban a sus mejores alumnos, los de arte mostraban algunos de sus más grandes obras, básicamente era una enorme demostración de puro marketing para asombrar a los padres y algunos invitados internacionales. Así que para algo tan increíble, debíamos realizar grandes carteles para cada uno de los clubes, atendiendo a ciertos detalles, cada uno debía ser original y único. 

Entonces, todas las tardes, a la hora de los clubes, teníamos que reunirnos en uno de los salones vacíos para poder producir los estúpidos carteles. 

Me mantuve alejado de Fred, sabía que estaba enojado conmigo, y no era el único, todos los miembros de mi club estaban igual, y empezaron a ignorarme a propósito, pero tampoco me esforcé en hablarles. Convivir con el enemigo era desastroso, y los accidentes en contra de mis compañeros de club eran bastantes frecuentes. Seguía sintiendo pena por ello, y por esa razón, me mantenía observando a todos, incluso cuando era la víctima. 

«Lo que uno descubre al observar bien, es impresionante» Pensé mientras me asomaba por la puerta entreabierta, y veía a uno de mis compañeros de clase, con un chico del club de fútbol. Había llegado temprano por primera vez, pensé que iba a estar desierto el lugar, porque ya casi terminamos con todos los carteles, y cuando estaba por entrar, pude escuchar unas risitas viniendo del interior, y eso resultaba imposible, porque nadie disfrutaba pasar tiempo con los otros. Sin embargo, lo que pude observar era a dos personas hablando, casi coqueteando, si mis ojos no me engañaban, ese sujeto que estaba con mi compañero, era un suplente del club de fútbol. Ambos parecían compartir un momento íntimo detrás de una estantería cerca de una esquina, así que decidí interrumpir. 

—Lamento llegar tarde —dije mirando al piso—, ¡Ha! No hay nadie, perfecto —murmuré mientras caminaba por el sitio, acercándome a ambos—, ¡Increíble! Eres un gran dibujante —halagué mientras me acercaba a ver ese asombroso dibujo del club de manga, que sostenía mi compañero de clase. 

—Voy a traer los otros materiales —murmuró ese chico del club de fútbol, mientras se iba algo nervioso. Me hundí de hombros en respuesta, mientras dejaba los pinceles usados en el lavadero.

—¿Tú eres Matt?—me preguntó aquel chico, mientras se arreglaba los anteojos cuadrados de marco bronce. Supongo que se sentía incómodo al estar en silencio conmigo. 

—Sí, soy yo —contesté mientras me sentaba a su lado—. ¿Cuál es tu nombre? Sé que estamos en la misma clase, pero no soy bueno recordando nombres —explique, mientras veía como él dibujaba líneas negras de forma delicada, para representar el movimiento del cabello. 

—Me llamo Adriel Hayden—contestó en un murmullo, sin despegar su mirada del dibujo. Me parecía increíble, y todo lo había hecho a mano alzada, tenía un gran talento. 

—Oye, lamento haberlos metido en esto —dije mientras jugaba con uno de los pinceles limpios—No era mi intención que los castigaran, y sé que los están molestando mucho más por mi culpa —comenté—, sin embargo, voy a arreglar esto.

—No tienes que hacerlo —dijo mientras dejaba el pincel sucio—, entiendo lo que quisiste hacer, y sé que no salió como querías. No obstante, al final, no es tu culpa y no te sientas mal por intentar mejorar estas injusticias —intento reconfortarme. 

—No, tengo que arreglar esto —murmuré. 

Quise preguntarle sobre su relación con ese chico, pero, creí que sonaría muy extraño, dado que somos dos desconocidos. En cambio, le pedí que me explicara como hacía todos esos increíbles dibujos, y así estuvimos por unos veinticinco minutos, hasta que llegaron los demás y la conversación quedó en el aire. 

Me alejé de él, y seguí siendo el ignorado del grupo, pero la parte buena, era que podía prestar atención a cada una de las miradas discretas que compartía con ese chico. Sentí una misteriosa compasión por ellos, así que decidí tomar cartas en el asunto, y le pedí a Alessandro reunirnos en el salón de clases, después de terminar las clases. 




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