Una joven de cabellos dorados despertó en una habitación, todo a su alrededor era completamente negro, la oscuridad de inundaba y un sentimiento de pérdida crecía en su corazón.
— ¿Hola? —Preguntó, su voz creó un eco en aquella habitación.
Su cabeza empezó a doler, y muchas imágenes pasaron por su mente con alta rapidez.
— ¿Qué has visto? —Una voz masculina habló. La joven levantó la mirada y le vio, era un joven de cabellos albinos con una máscara, lo único que sus ojos veían era su boca, la cual tenía el labio superior cortado. Ella le miró confundida. — ¿Qué has visto? —Volvió a preguntar.
— No... no lo sé... Una rosa... —La palma de su mano apretó su frente, un dolor recorría su cuerpo cada vez que intentaba recordar. — Un... ¿Cerdo? —Soltó una risa sin gracia— Y... un muñeco de madera.
— De acuerdo. Ahora, mira. —Su dedo índice señalo a un punto, ella dejó que sus ojos siguieran a donde señalaba.
Una puerta había aparecido, enredaderas con flores la decoraban, y en el centro, una cerradura en forma de rosa se mostraba. Era extraño, parecía que la puerta no estaba apoyada en ninguna pared, es más, parecía que ella solo se encontraba en un espacio en negro.
— Tu aventura comenzará. Este mundo tiene pequeñas reglas, para salir de él debes buscar dos llaves, una para abrir la puerta, la cual también debes encontrar, y otra para pasar tú. —Ella asintió a las palabras del joven— Dime que hay en tu bolsillo.
Su pálida mano busco en el bolsillo de su vestido azul, toco algo duro y frío, al sacarla la observó detenidamente.
— ¿Una... llave? —Preguntó con aire de confusión. La llave era casi dorada, el mango de esta era en forma de corazón y tenía un color escarlata. — ¿Para qué necesitaré esto si debo buscar una llave?
El hombre río, ella frunció el ceño, ¿Tan estúpida era su pregunta?
— Una llave es para ti, y la otra, para que lleves a otra persona. —Ella caminó hasta quedar frente a la puerta— Recuerda, no debes perder esa llave. —Antes de que ella pudiera meter la llave en la cerradura él la paró, su tacto era frío... gélido— ¿Recuerdas algo?
— No... —Murmuró sorprendida, no se había dado cuenta de las memorias perdidas.
— Bien. Ah, utiliza esta llave. —En cuanto ella tocó la llave unas imágenes volvieron a aparecer.
"Alis"
— ¿Alis...? —Él la miró— Mi nombre, mi nombre es Alis. —Aquel joven le sonrió.
— Bien, Alis. Hora de tu aventura.
Alis giró dos veces la llave, y la puerta se abrió involuntariamente. Miró al joven que le asintió y ella atravesó la puerta... Al segundo, sintió su cuerpo caer.
Una Rosa Desolada