Invitaciones que no le interesaban en lo más mínimo, tarjetas hablando de personas que no significaban nada para él, que no son nada en su vida, a las que quisiera olvidar, es difícil cuando hay algo que los une, a su parecer, son solo lazos que pueden romperse. En cierto punto suele ser realmente irritante como por más que quieres sacar a alguien de tu vida este parece no tener intenciones de desparecer. Se trataba de una invitación para él y Belinda a una cena, al parecer no estaban enterados, al menos está seguro de que esas personas no están entrometidas en su vida. Simplemente tomo la invitación y la tiró a la basura, lo último que quería era verlos.
No se sentía para nada bien, un dolor en su cabeza no lo dejaba pensar en nada, nada a excepción de la casa de Nicole al escucharlo gritar, esa escena se repetía en su cabeza ¡Solo estoy esperando que se pudra en el infierno! No puede olvidar la expresión de su lindo rostro, no sabía si era de miedo o asombro, quizá una combinación de ambas, por alguna razón le importaba lo que ella pudiera pensar. Le importaba, y eso no era bueno.
No sabía cómo, no sabía por qué, pero esa jovencita se estaba metiendo en su cabeza sin razón aparente y eso le molestaba, le molestaba lo que pudiera significarse, decidido a ignorar sus pensamientos camino a esas botellas de cristal que decoraban esa hermosa barra. Tomo a su gran compañero de desgracias para desahogarse, whisky.
Miraba a su alrededor, tenía una hermosa casa, tenía un buen empleo, un buen sustento económico, un buen amigo, pero se sentía vacío, algo le hacía falta, se sentía casa vez más solo, la sensación de que a su mundo le falta una parte del rompecabezas, esta vez el alcohol no le ayudo en nada, al darse cuenta de lo miserable que ya se sentía estando sobrio no se atrevió a beber, el miedo de aumentar el dolor de su corazón le aterraba. Al menos tenía autocontrol, ser alcohólico era lo último que necesitaba.
[...]
Se sentía extraña, es un día nublado, al parecer llovería, hacía frío, era una mañana bastante linda a su parecer pero esta vez no la ponía feliz, está vez no estaba emocionada por aquel clima. Se sentía rara por la actitud que había tenido su lindisimo jefe la tarde anterior. ¿Hizo algo mal? ¿Fue por lo poco que escucho de la conversación entre él y el señor Miguel? No lo sabe, es tan confuso.
El señor Wesker —como le gustaba ser llamado— le dijo que esa vez trabajaría desde su casa, ¿Será que no quiere que trabaje más su lado? ¿Habrá sido solo una excusa para deshacerse de ella? La duda la carcomía por dentro, haciendo que se preguntara así misma si hizo algo mal, aunque no quisiera admitirlo quería estar con él, quería verlo.... Por trabajo.
Sentimientos que no ha logrado identificar, o qué tal vez prefiere ignorar, preguntándose si está mal, si debería estar dudando de algo tan... Absurdo..... Algo que es prácticamente imposible...
— ¿Pasa algo, cariño? — decía su padre sacándola de su trance.
Era muy buena pregunta, ¿Pasa algo? Una de la que no tenía respuesta, y es que, ¿Como explicas algo que no sabes, que no entiendes? Quizá solo está enloqueciendo lentamente.
— Sí, estoy bien. — por la expresión de su rostro esa respuesta no había sido suficiente — sólo pensaba en el trabajo, en verdad me estaba gustando y mi jefe me dijo que por lo pronto no me necesita, no sé si hice algo mal.
— Estoy seguro de que estás haciendo un excelente trabajo, tal vez no tiene tantos pendientes o quería decansar, pero en cualquier momento podría necesitarte.
Su padre la comprendía a la perfección, siempre habia hecho, después de la muerte de su hermano, a pesar del dolor de su partida tan repentina y el coraje de ese juicio fallido, jamás olvidó que aún tenía una hija que lo amaba y necesitaba. El sufrió tanto como ella y su madre, la diferencia fue que guardo su dolor, tenía que ser fuerte por las dos únicas mujeres en su vida, aún dolía, pero tenía un consuelo, su familia, o los que quedaban en ella. Él lo era todo para ella, amaba a su madre, de eso no había ninguna duda, pero el lazo con su padre era mucho más fuerte que cualquier otro.
Justo como lo había dicho, a los pocos minutos su celular comenzó a sonar gracias a una llamada entrante de Andrew, sería mentira decir que no estaba emocionada por ello y por más que quiso ocultarlo su padre logro percatarse de aquello indicándole que contestará, mientras solo la miraba con una sonrisa.
— Nicole, lo siento, sé que te di el día, pero, ¿Puedes ayudarme? Es importante — aunque su voz tenía ese tono serio que solía usar la mayoría del tiempo no pudo evitar sonreír.
— Sí, no hay ningún problema.
— Te enviaré la dirección, te veo aquí.
Dicho esto la llamada finalizó, a pesar de que la conversación había sido escasa la sintió perfecta, podría verlo y eso era lo que por alguna razón desconocida le importaba, ansiaba verlo y no sabía el por qué de aquello.
— ¿Y bien?
— Tenías razón, me necesita allá, si iré hoy — había una notable sonrisa en su rostro — debo darme prisa o se me hará tarde.
— ¿A dónde vas? — dijo su madre quien iba llegando.
— Al trabajo, mamá. — su buen humor era bastante notable.
— Dijiste que tenías el día libre.
— Eso creí, pero hay trabajo, tengo que irme o se me hara tarde.
— No me parece correcto, ya tenías el día libre, está explotando tu trabajo, lo ayudaste toda la semana.
— Mamá, yo acepté ir.
Iba a decir algo pero su padre la detuvo, indicándole que hablarían, ella solo se despidió y se fue. Tomo un taxi y le mostró la dirección al chófer, realmente ella no sabía por donde quedaba ese lugar, pero mientras más se acercaba pudo ver qué por esa colonia había muchas casas lindas, claro que tratándose de un abogado de tanto prestigio como él debió suponer que se trataría de un lugar así.
Debía admitir que la curiosidad y emoción por conocer un poco de la vida de Andrew fuera de esa oficina de cuatro paredes, la cual era enorme y muy linda a su parecer, pero que algo dentro de ella sentía que era sofocante para él.