¿Cómo es que llegaron a esto? ¿en qué momento comenzó a sentir algo? Al cerrar sus ojos lo único que podía ver era a ella con esa mirada encantadora mientras le sonreía, podía ver esos bellos hoyuelos en sus mejillas, los hermosos y a la vez sencillos atuendos que vestía, su largo cabello castaño, pero lo mejor era la tranquilidad que contagiaba con su presencia.
Al abrir sus ojos podía ver como esa tranquilidad corría peligro. Sentía una enorme necesidad por protegerla, por hacerla saber que no estaba sola, que él estaba ahí, que sienta que la quiere sin tener que decírselo.
Al llamar a miguel se ganó lo que tanto había estado evitando, un te lo dije. A decir verdad no sabia lo que estaba sintiendo, de lo único que estaba seguro es de que quería que estuviera bien, quería poder abrazarla sin ningún pretexto, quería poder tomar su mano sin miedo a que la retirara, quería que supiera lo mucho que la quiere, lo mucho que le importa, quería poder entender lo que estaba sintiendo, creer que es correspondido, pero sobre todo, quería convencerse de que no estaba mal.
Aun se encontraba en su cama, observando ese alto techo, pensaba en todo y nada, la mañana transcurría y seguía entre las sabanas, trabajar no estaba dentro de sus planes, no esta vez.
La noche anterior el padre de Nicole llego a recogerla un poco después de que ella se quedara dormida, tuvieron una conversación muy amena debido a las circunstancias.
─ Tu y yo vamos a hablar seriamente, Andrew.
Así fue como el señor Williams dio por terminada aquella conversación, dejándolo mas confundido de lo que se encontraba, preguntándose qué es lo que podría querer decirle.
No tenia cabeza para nada, pensaba en Nicole. Se preguntaba si estaba bien, detestaba el solo pensarlo, pero estaba preocupado por ella, quería saber como estaba, miraba su número entre los contactos dudando si sería bueno llamarla.
Apago su celular, no lo haría, se sentía un tonto por que no se atrevía a hacerlo. La casa se encontraba vacía, únicamente con él, había demasiado silencio y a diferencia de otras veces no le agradaba, quería sentir la presencia de aquella joven que se robaba sus miradas, escuchar su linda risa, recuerda eso e inmediatamente es remplazada por la imagen de la noche anterior.
Sus ojos reteniendo lagrimas que parecía no querer derramar, su mejilla con un rosa intenso alrededor de aquella mano que parecía haberse tatuado en su rostro, conecto su celular al estéreo y comenzó a reproducir música en un intento de que le hiciera compañía, robándose el silencio, en medio de una de las canciones vino a su cabeza la imagen de su mano tomando la de Nicole, como besaba su mejilla, como la rodeaba en un abrazo intentando transmitirle seguridad, como ella se aferraba a él con fuerza, oía sus pequeños sollozos, pero no había lágrimas, podía sentir su mismo dolor al oír esas crueles palabras, sentía su impotencia al no poder decir nada mas solo por miedo a herir a su madre, por último la pudo ver de nuevo, dormida entre sus brazos, en total calma. Todas esas escenas se esfumaron en el viento al escuchar una notificación, era un mensaje de miguel.
Miguel: aun tenemos que hablar, ¿a que hora estas libre? (enviado a las 12:30 p.m)
Andrew: tengo todo el día, no planeaba hacer nada hoy, pero tampoco planeo salir de casa (enviado a las 12:31 p.m)
Miguel: termino unos pendientes y voy para allá (enviado a las 12:31 p. m)
Andrew: de acuerdo, ya sabes, solo entra (enviado a las 12:32 p.m)
Envió ese último mensaje y salió de la conversación para volver a reproducir la música, subía el volumen de esta al igual que sus ánimos, miraba su gran espejo, el enorme espacio para poder moverse como le plazca, escuchaba los diferentes ritmos y letras, sabia como seguirlas, como unirse a ellas y ser uno mismo, aunque había dejado de hacerlo tiempo atrás, recuerda como lo obligaron a dejar ese talento que poseía y ahora que es libre de hacer lo que quiera, ya no siente esa misma pasión, ya no tiene una inspiración.
Después de un rato el timbre sonó, debía ser Miguel, así que no se preocupo mucho por vestirse formal como solía hacerlo, ese pantalón deportivo negro y esa camisa blanca eran lo suficientemente buenos para recibir a su gran amigo, apago la música y bajo las escaleras para poder abrir la puerta. Al hacerlo se dio cuenta de que no era Miguen, si no Nicole.
− ¿llegue en mal momento? − le extrañaba verla, tal vez su rostro fue muy expresivo por que pudo darse cuenta de ello.
− no claro que no, pasa. – ambos entraron, seguía confundido, la noche anterior le había pedido al señor Williams que podía quedarse a descansar – veo que tu padre no te dijo nada.
− No, ¿sobre qué?
− no iba a trabajar hoy, creí que te vendría bien un descanso. – no entendía la razón y estaba por preguntarlo, suspiro y suavizo un poco más su voz – estaba preocupado por ti.
− No me dijo nada, con tantas cosas debió olvidarlo, pero no era necesario, puedo hacer mi trabajo.
− llevo todo el día sin entrar al despacho, no quiero trabajar hoy, prefiero que me cuentes como estas, en verdad me interesa ¿sí? – asintió – ven conmigo.
En verdad le importaba cualquier cosa que tuviera que ver con ella, quería saber como se sentía, poder entender lo que le ocurría, le importaba mas de lo que debería, mas de lo necesario, sabe lo que eso significa lo cual le aterra enormemente.
Fueron al patio trasero, era un día soleado lo cual lo hacia lucir mas hermoso de lo que ya era, a diferencia de lo que se podía apreciar desde su despacho era bastante grande. Algo que llamo su atención fue que alrededor del jardín tres tipos de flores diferentes; rosas blancas, rosas rojas y girasoles. Lucían bastante bien junto al verde de aquel pasto y las hojas que abandonaban esos altos árboles.