Influencia

Destello de luz.

Me sentía un muerto andante, tú me devolviste la vida
 


 

Su madre estaba molesta, no hacia falta que se lo dijera, solo bastaba observarla, había regresado alrededor de las doce de la noche y ella la esperaba para continuar lo que dejaron pendiente. 
 


y allí estaba,en aquella sala, sentada en el sofá, escuchando a su madre sin decir nada, su padre la observaba igual de fastidiado. El ambiente estaba lleno de tensión y reclamos, se negaba a decir algo y darle una razón para continuar.

No ponía mucha atención a sus palabras, y no hacia falta hacerlo para saber que eran las mismas de siempre. Se sentía cansada de esto. Uno tras otro, solo la veia, sus mejillas estaban rojas del coraje que estaba haciendo.

— ¡Maldita sea, piensa en Fredy! — grito furiosa.

— ¿Por que tienes que meterlo en esto? ¡ya dejalo en paz!

— Claro, ahora entiendo. — comenzo a reir sin gracia — ¿Es que no se lo dijiste, Larry?

La furiosa mujer tenia su mirada puesta sobre el señor Williams, le sostenia la mirada sin decir nada, despues de lo que parecieron unos segundos eternos, nego con la cabeza.

Nicole no sabia de que estaba hablando su madre, que era eso que no le habian dicho.

me sentia un muerto andante, tu me devolviste lavidas y

Su madre estaba molesta, no hacia falta que se lo dijera, solo bastaba observarla, habia regresado alrededor de las doce de la noche y ella la esperaba para continuar lo que dejaron pendiente.

y alli estaba,en aquella sala, sentada en el sofá, escuchando a su madre sin decir nada, su padre la observaba igual de fastidiado. El ambiente estaba lleno de tensión y reclamos, se negaba a decir algo y darle una razón para continuar.

No ponía mucha atención a sus palabras, y no hacia falta hacerlo para saber que eran las mismas de siempre. Se sentía cansada de esto. Uno tras otro, solo la veía, sus mejillas estaban rojas del coraje que estaba haciendo.

— ¡Maldita sea, piensa en Fredy! — grito furiosa.

— ¿Por que tienes que meterlo en esto? ¡ya déjalo en paz!

— Claro, ahora entiendo. — comenzó a reír sin gracia — ¿Es que no se lo dijiste, Larry?

La furiosa mujer tenia su mirada puesta sobre el señor Williams, le sostenía la mirada sin decir nada, después de lo que parecieron unos segundos eternos, negó con la cabeza.

Nicole no sabia de que estaba hablando su madre, que era eso que no le habían dicho.

— ¿De que estas hablando? ¿Que es lo que no me dijiste? — dijo refiriéndose a su padre.

— El abogado que le consiguió la libertad a esa maldita escoria humana trabaja en el despacho del joven Wesker.

— En ese entonces no trabajaba para él y lo sabes.  — intervino su padre —  Andrew aún estaba en la universidad.

— ¡Trabajaba para el imbécil de su padre, para toda su maldita familia, y ahora trabaja para él!

— Por supuesto que no, yo conozco a todos en ese despacho y jamás lo he visto ahí.

— ¡Por qué se fue junto a esa basura!

Su madre estaba furiosa. Y Nicole no entendía nada al respecto, estaba confundida. No trabaja para él, no, se niegan a aceptarlo.

Seguían discutiendo y ella solo trataba de pensar si en algún momento llegó a mencionarlo, si es que lo vio por algún lugar de ese gran bufete, si es que escucho su nombre en cualquier conversación.

Pero no fue así, o al menos no lo recuerda.

— ¿Estás segura?

— ¡Por supuesto que lo estoy!

Su madre había estado inestable estos días, por lo que no podía confiar al cien porciento en sus palabras, no al saber que quizá no está razonando, que quizá se sigue dejando cegar por el dolor que sigue sintiendo.

No confiaba en sus palabras, no sabiendo lo mucho que le desagrada Andrew, pero aún así iba a averiguar qué tan cierta era su información.

[...]

En una locación distinta de la ciudad se encontraba Andrew en su casa, estaba en su despacho revisando unos papeles. No podía dormir a pesar de que hacía hace más de media hora que regreso a su casa, se sentía feliz y eso le robaba el sueño, o más bien una linda jovencita que se estaba adueñando por completo de su mente.

Revisaba contratos en un intento de distraerse, o en el mejor de los casos el cansancio se hada presente haciéndolo ir a dormir. Pero su cuerpo se negaba a descansar.

Todo estaba en silencio, a excepción del sonido de los papeles siendo subrayados, miraba por ese enorme ventana detrás suyo, el viento movía las hojas de los árboles, algunas se encontraban en el césped, comenzaban a caer, el otoño seguía avanzando, su llegada estaba bastante cerca. Veía como esas hojas amarillas y rojas caían con delicadeza, como es que el viento las regaba por todo el patio. Las ramas moviéndose sin poder detenerse.

Su concentración se vio interrumpida gracias al sonido del teléfono, era tarde y no tenía idea de quién podría llamar a esa hora. Pero aún así decidió contestar.

— Que bueno que te encuentro, creí que estarías dormido. — dijo del otro lado de la línea. — habla Cervantes.

— ¿En que puedo ayudarte, Cervantes? — pregunto — Creí que no volverías a llamar después de que te fuiste, mucho menos siendo casi la una de la madrugada.

— Lamento eso, pero necesitaba hacerlo antes de que me vuelva acobardar como las otras noches. — Andrew frunció el ceño al escuchar esto. No sabía de que estaba hablando. — Extraño mi trabajo en México, Andrew.

No pudo evitar reír al escucharlo, recuerda perfectamente la vez en que se fue. Cómo es que renuncio de la nada. Sin dar explicaciones al respecto. Y como es que ahora llamaba en medio de la noche para decir que extraña trabajar con él, le parecía bastante absurdo.

— Debes estar bromeando, renunciaste diciendo que merecías algo mejor, incluso me insultaste un poco por algo que hasta la fecha no logro comprender, ¿Cómo es que me dijiste? — se quedó en silencio mientras caminaba por su pequeña oficina, tratando de recordar. — me dijiste “Eres un maldito idiota que no sabe valorar a quienes tiene a su lado, desperdiciarse una gran oportunidad y no eres capaz de verlo” podría jurar que incluí dijiste que te daba pena.




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