Marcas.

Habían pasado un par de semanas desde que tuvo esa salida con Nicole, desde que le mostró algunos de los lugares que frecuentaba, y así mismo, uno de los sitios que más adora, que era una parte importante para ella y su vida.

Recuerda perfectamente ese momento, sintiéndose demasiado entusiasmado al darse cuenta de donde se encontraban, como es que esos pequeños la amaban con todo lo que son, como es que lo trataron a él, con tanto cariño, con tanta familiaridad, se sentía bien, se sentía en casa. Fue tanto el apego que creció dentro de él en el segundo de conocer a  esos pequeño, que comenzó a frecuentar el lugar haciendo donaciones para que pudieran mejorarlo, para que los niños tuvieran más materiales. Imaginado lo mucho que le gustaría tener un pequeño corriendo por tods su casa, riendo a todo volumen, siendo feliz como si su existencia dependiera de ello, amándolo con su vida, con su corazón, con su alma.

Y allí se encontraba él, en su cama, cubierto con las sábanas hasta el cuello, intentando dormir a pesar del enorme dolor de cabeza que estaba sintiendo en esos momentos y los enormes escalofríos que recorrían su cuerpo entero. Cerraba sus ojos pero no lograba descansar, podía escuchar el ruido proveniente de la cocina y solo cubria sus oídos con la almohada intentando dejar de escuchar, pero no podía hacerlo, lamentablemente no podía.

Se puso de pie para salir de su habitación, para averiguar qué estaba ocasionando esos sonidos tan molestos que resonaban en su cabeza, conforme bajaba las escaleras el ruido se hacía más cercano. Al entrar a la cocina pudo darse cuenta de que se trataba de Dafne, la miraba desde el umbral de la entrada esperando a que notará su presencia pero parecía tan concentrada en sus labores que no lo hacía. Fue entonces que Andrew aclaro su garganta llamando su atención, a lo que ella se dió la vuelta casi de inmediato.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó.

— ¿Mi trabajo?

— Deberías estar aquí el viernes, ¿No?

— Hoy es viernes. — ella lo miraba extrañada con su notable confusión, mientras que Andrew fruncía el ceño tratando de recordar, pero no podía siquiera pensar por las tan irritantes pulsaciones en su cabeza. — ¿Se siente bien?

— ¿Ah? Sí, solo no hagas mucho ruido. — ella no muy convencida con su respuesta, asintió. — estaré en mi, habitación si necesitas algo, hazlo tú.

Sin esperar una respuesta sé dió la vuelta para nuevamente subir a su habitación y encerrarse en ella con si alguien fuera a entrar en cualquier momento. Cerro las cortinas y apago las luces dandole pasó a la oscuridad, volvió a entrar a su cama sintiéndose incapaz de descansar, con su cabeza doliendo a mares, ese era uno de los días que trabajaba, uno de los días en los que tenía tenía planes con sus amigos en el club, uno de esos días en los que simplemente no asistía, cancelando sin siquiera llamar para avisarles, como en los viejos tiempos.

Andrew: Cuando salgas de clases, ¿Podrías venir a casa? Quisiera que me ayudarás en algo, te quiero<3 (enviado a las 11:59 a.m)

Envío este mensaje mientras intentaba dormir en ese tiempo que tenía hasta su hora de salida, pero el sueño no llegaba, intercambiando sus ganas de descansar por una necesidad por comprar cosas que le fueran útiles a aquellos niños de la fundación, destello de luz.

[...]

Las clases de Nicole terminaron antes de lo planeado, se encontraba en un café en compañía de Santiago y Alejandra, en lo que era una pequeña convivencia de amigos.

Mientras que Alejandra intentaba conseguir un poco de la atención del chico que las acompañaba, pero no lo conseguía, no podía obtener siquiera una mirada con un brillo destinado a ella, no podía obtener ese destello en sus ojos, uno en el que ella fuera el motivo. Por qué él estaba demasiado ocupado buscando la mirada de la chica que iba a su lado, alguien que no era para él.

Nicole podía notar lo que sucedía con su amiga, como de alguna manera se sentía atraída por él, sin embargo no parecía ser un sentimiento correspondido, lo cual causaba la tristeza en su mirada, pero aún así conservaba ese destello de ilusión y esperanza de poder ser la razón de sus sonrisas, el motivo de su insomnio, quién le robe el aliento.

Se encontraban sentados en una mesa de aquella cafetería, hablando de cosas triviales, nada muy importante en realidad, mientras que Alejandra intentaba cualquier cosa por obtener un poco de la atención del chico sentado frente a ellas, este se encontraba demasiado ocupado hablando sin prestar demasiado cuidado a lo que decía, solo intentado ser divertido para la mujer de ojos miel que los acompañaba. Reía al mismo tiempo que hablaba y ella lo observaba con atención, con una sonrisa en su rostro, escuchando ese lindo sonido que se había convertido en su favorito. Perdida en aquel mundo de fantasía que se había creado, uno en el que existía la posibilidad de ser el motivo de esa felicidad, de esas sonrisas radiantes en su rostro. Un sentimiento que en el momento que menos imagino, cuando menos se lo esperaba comenzaba a crecer en ella sin previo aviso, un sentimiento que comenzaba a ser doloroso al darse cuenta de que no era correspondido, que quizá no lo sería, por qué esos ojos marrones se encontraban perdidos buscando la mirada de unos lindos ojos miel que no eran para él.

Nicole sabía perfectamente que Alejandra había estado esperando el momento para poder estar a solas con Santiago, poder solo ellos dos, crear el inicio de lo que podría ser una buena relación, existía la posibilidad de que eso no sucediera, pero quería intentarlo, conocerse un poco más, y si la suerte estaba de su lado sacar a la mujer que se encontraba en su cabeza y ser ella quién la remplace, ofreciéndole un amor correspondido, pleno y sincero.

— Tengo que irme chicos. — Alejandra agradecía mentalmente aquello, este podría ser el momento que estaba esperando de profundizar más su amistad convirtiéndola en algo más allá de eso, Santiago estaba apunto de protestar por lo que se apresuró a hablar. — el señor Wesker a tenido bastante trabajo últimamente, pero quedé se ustedes, estoy segura de que podrán divertirse sin mí.