Influencia

Los Kensley.

Las empresas Kensley un éxito nacional, se apoderan del mercado.

La marca Kensley se convierte en la número uno en el país, volviéndose la más cotizada y mejor pagada. 

Los hermanos Kensley se apoderan de todo Estados Unidos.

Anne y Harry Kensley, la familia más importante de Estados Unidos.

Anne y Harry Kensley se vuelven las personas más influyentes y poderosas del país.

Anne kensley regresa al país con su pequeña hija.

Alber Wesker un fracaso empresarial.

Empresas wesker en peligro de quiebra. 

Marca Wesker pierde popularidad en el mercado.

Unas pequeñas vacaciones en el corazón de México. Una noche con grandes vientos azotando la ciudad, una tormenta cayendo de los cielos, la luna oculta detrás de grandes nubes grises. Enormes gotas de lluvias golpeaban las ventanas causando grandes estruendos, las ramas de los árboles desnudos rasgando las mismas, creando sombras tenebrosas en las paredes. Debajo de la cama se encontraba aquel pequeño de ojos oceánicos, cabello rizado, oscuro. Su mirada estaba asustada, sus ojos ardían, lágrimas llenas de terror caían de ellos rodando por sus mejillas sin poder detenerse, cubría su boca en un intento de silenciar sus sollozos, de no revelar su escondite. El temor recorría su pequeño cuerpo, apoderándose por completo de él. No había nadie que pudiera darle el valor de salir, su madre tuvo que ir repentinamente a Estados Unidos por su trabajo, su hermana estaba con ella, y él se había quedado con aquel despreciable hombre. Grandes, pesados y torpes pasos subían por las escaleras al segundo piso, haciendo eco por toda la casa, donde únicamente se encontraban ellos dos. Estaba solo en esto. El sonido comenzaba a volverse cada vez más cercano, por debajo de la cama podía ver directamente a la puerta, pronto pudo ver sus pies deteniéndose en la entrada, el inconfundible olor de los cigarros siendo consumidos por el fuego se hizo presente en toda la habitación, contaminando todo el ambiente con su humo. Comenzó a adentrarse, cerraba sus ojos con fuerza intentando retener sus lágrimas, cubría su boca con ambas manos intentando pasar desapercibido, le rezo al cielo, al todo poderoso, al universo y a cualquier fuerza física o sobrenatural que por favor lo ayudará, que alejara a aquel hombre, que este no le hiciera daño de nuevo, tal vez no oró con la suficiente fé y desesperación, lo encontró, siempre lo hacía. De un tirón lo saco debajo de la cama, abrió sus ojos encontrándose con su mirada, completamente aterrorizado, el rostro de aquel hombre estaba lleno de la rabia que lo consumía, en sus ojos podía ver lo furioso que se encontraba, su aliento tenía la fragancia al alcohol que había estado consumiendo sin parar, se encontraba ebrio, pero totalmente conciente de lo que estaba haciendo. 
Sostenía al pequeño de su camisa, obligándolo a mirarle, el horror se reflejaba en sus ojos humedecidos por las lágrimas.

— ¡Eres un inútil! ¡No podrás esconderte en las faldas de la estúpida de tu madre! — lanzó al pequeño con brusquedad, sin preocuparse si le causaba algún daño o no, este golpeó contra un buró, él solo lo miraba, comenzó a desabrochar el cinturón de su pantalón manteniéndolo en su mano, las lágrimas de aquel niño aumentaron, intentaba retroceder lejos pero no lo conseguía, no tenía escapatoria, comenzó a acercarse, listo para comenzar. — Eres idéntico a tu madre... — se agachó a su altura y lo tomo con brusquedad. — ¡No tienes idea de cuánto te odio!

Levantó su mano y soltó el primer golpe, utilizando todas sus fuerzas, lleno de rabia, sin remordimientos. Lo golpeaba una y otro vez, el cinturón comenzaba a marcarse en su piel, su llanto creció, le pedía que se detuviera pero en su lugar lo golpeaba con mucho más fuerza, no importaba cuanto se lo implorara, él no escuchaba sus súplicas, estaba demasiado ocupado intentando deshacerse de toda la furia dentro de él.

Lo golpeó durante diez minutos sin parar, minutos que se sintieron como una eternidad en el mismísimo infierno, y tal vez lo era, pero aún no había terminado. Dió una profunda calada a su cigarro, mientras lo miraba, ambos sabían lo que sucedería, siempre lo hacía, su marca de oro, soltó todo el humo, dejando que este saliera de su boca con lentitud, el pequeño lloraba despertadamente, gritando en busca de ayuda, pero sus pedidos de auxilio se desvanecían en las paredes de esa casa vacía. Lo tomo del brazo, sujetándolo con fuerza, no importaba cuanto intentará librarse, no lo conseguía, pronto el cigarro que se encontraba en su boca aterrizó sobre su piel, presionandose contra ella, el enorme ardor se hizo presente, sus gritos eran aún más desesperados, las lágrimas salian como gotas ácidas quemando sus mejillas.

Sus gritos por fin fueron escuchados, sus llamados de auxilio habían sido respondido, se escucharon pasos de tacones apresurados subiendo las escaleras, en tan solo un par de segundos su madre se encontraba en la habitación, con todas sus fuerzas tomo a aquel hombre tirandolo lejos de su pequeño, se levantó furioso dirigiéndose hacia ella, mientras que la mujer ocultaba a su hijo detrás de ella.

Se escucharon otros pasos pasos apresurados, el hombre se acercó a su esposa y soltó un golpe en su rostro, donde le hacía saber el enorme desprecio que había crecido hacia ella, el gran enojo que sentía con tan solo su presencia, la rabia de que fuera ella quien estuviera viviendo su sueño, quién tuviera todo éxito que él siempre deseo, todo el poder que jamás pudo obtener. Fue mala idea, un pésimo movimiento.

Un hombre mucho más alto y fuerte que él entró a la habitación, lanzando lejos de su hermana a aquel hombre, tirándose sobre él, comenzando a golpear todo su rostro, no importaba cuanto intentará defenderse, él llevaba la ventaja.

— ¡Harry, ya! — los ojos de su hermana estaban cristalizados, llenos de dolor, no por el golpe, sino por su hijo, por todo lo que había estado viviendo, el sufrimiento que estuvo experimentado, conociendo el significado del dolor y el verdadero terror. — ¡No frente a Andrew, por favor!




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