Ashanty no entendió bien, lo que sucedió. Julián le aseguró que Anya lo había enviado a recogerla, lo que le pareció extraño, porque la castaña jamás le habló de eso, sin embargo, no vio mayor problema en subirse al auto junto a este.
Lo que sí, no le paso desapercibido fue la expresión de molestia de Anya, al verlos llegar juntos al estudio y aunque la mirada asesina no fue dirigida a ella, si notó que fue para Julián.
Iba a ser necesario conversar las cosas con su nueva jefa, no quería ningún tipo de mal entendidos, que afectaran su trabajo.
Una hora después Ashanty, estaba maquillada y vestida como toda una princesa, ella misma se asombró al mirarse al espejo. El maquillaje era perfecto, el efecto ahumado que las sombras oscuras, daban a sus ojos, resaltaba el color de los mismos, el cabello recogido en un moño alto y elegante, dejaba su cuello al descubierto, lo que permitía que se apreciaran los hermosos accesorios que hacían juego con su atuendo. El vestido dorado se ajustaba a su cuerpo como guante, lo que dejaba ver su bien formado cuerpo, la madre de Ashanty era latina, así que había heredado ese cuerpo curvilíneo que despertaba envidias en las chicas esqueléticas y de cuerpos poco agraciados, además de que bastante se mataba, corriendo en el parque cerca de su casa, ya que el pago de un gimnasio era, un lujo que ella no podía darse. No era gorda para nada, pero tampoco era escuálida, estaba en su peso ideal y eso era algo que la beneficiaba.
—¡Luces espectacular! — dijo Anya, de pie frente a ella, enfundada en un vestido rojo, que gritaba soy caro, por todos lados.
—¿Le parece? — dijo Ashanty, apenada.
—Estoy segura, ya es hora de irnos—respondió la castaña, caminando hacia la salida del estudio, donde los esperaba una lujosa limosina de color negro.
Julián, se había cambiado, ahora usaba un smoking de color negro con un corbatín rojo, a juego con el vestido de su hermana. No dejaba de mirarla y eso hacia que Ashanty, se sintiera sumamente incómoda. De lo que, si estaba segura, es de que si lo que ella estaba suponiendo era, tendría que darle un pare al hermano de su jefa, porque ella no estaba interesada en él, al menos no como hombre.
Los tres ingresaron al vehículo, sentándose las dos damas una al lado de la otra, mientras Julián lo hizo, frente a ellas.
Él no logra separar sus ojos de Ashanty, no solo luce hermosa, sino también sexy y arrebatadora, Julián estaba seguro de que ella será el centro de todas las miradas esta noche, pero él no perderá la oportunidad de estar junto a ella, para que nadie se acerque a la mujer que le gusta, de una manera casi obsesiva.
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Zaid, seguía sumergido en el trabajo. Desde la mañana, cuando le habló a su amiga y mano de derecha de la idea de ir con una novia a la boda de su hermano, no la había visto más. Estaba seguro que Frank y Sugey, resolvería ese asunto.
Hacia dos años atrás había salido de Carolina del norte, con los sueños a cuesta. No quería dedicarse a las labores del rancho, como sí lo había hecho su hermano mayor. Zaid quería más, soñaba con más.
Cuando le dijo a su padre que no se ocuparía del rancho junto a su hermano, la relación de ambos se deterioró. Pero cuando su padre, lo vio tomar su maleta y partir, en busca de sus sueños, fue como si Zaid, hubiese muerto para él.
Con la herencia de sus abuelos, Zaid fundo una pequeña empresa de tecnología que creció vertiginosamente. Estando en Carolina, funcionaba de manera virtual, poniendo en práctica aquello que había estudiado en la universidad, pronto los clientes ya no querían una reunión de forma remota, sino tener un lugar donde encontrar en físico todo aquello que TECNOVA INC, les ofrecía.
Nadie creyó que, siendo tan joven e inexperto, llegaría tan lejos y en tan corto tiempo. Así que cuando decidió mudarse a New York y dejar el rancho en manos de Emir, su padre lo vio como un traidor.
Zaid, amaba el campo, los caballos y todo aquello que implicaba un rancho, era obvio que lo hacía, porque en ese ambiente creció. Pero su padre y su hermano no solo no lo comprendían, sino que tampoco aprobaban su decisión.
Emir, siempre fue el hijo consentido, mientras que él era la oveja negra, o al menos eso siempre fue lo que su padre le hizo sentir. Su madre estaba tan acostumbrada a ser la esposa sumisa y comprensiva, que jamás la vio abogar en su favor, al menos no frente a él. Pero lo peor, lo que más le dolió fue enterarse solo un par de meses después de haberse marchado, que la chica de la que desde adolescente estuvo enamorado, aquella con la que disfrutó de su primera vez y a la que le juró, regresar por ella, para llevarla al altar, se había hecho novia de su hermano después de su partida del rancho. Tuvo la esperanza de que fuera una relación fugaz, que ella se diera cuenta que era a él a quien amaba, y no a su hermano. Sin embargo, eso no pasó y solo hace un par de meses después, recibió la invitación a la boda.
Puede entender que ella se haya dejado deslumbrar por su hermano, pero lo que no logra comprender es como él, pudo involucrarse con ella a sabiendas de que ellos habían sido novios. Zaid, veía aquello como una traición, una de las más viles.
Muchas veces intentó comunicarse con ella, persuadirla para que, dejara esa relación, pero Mariana, solo le recordaba que él la había dejado a su suerte, en aquel olvidado lugar y que ella solo había decidido seguir su vida, con quién parecía ser el mejor partido de aquel pueblo.
Le dolió, de hecho, aún le duele. Mariana fue su primer amor, la mujer con la que soñó, construir un futuro, formar una familia, aquella a la que le prometió regresar, pero que decidió no esperarlo y que hoy es la flamante prometida de su hermano.
Los recuerdos hacen que el whisky que acaba de tomar de un solo trago, le sepa amargo, por lo que en un movimiento violento lanzó el vaso que contenía el mismo, contra la pared, rompiendolo en mil pedazos.